Masacre en iglesia mormona en Michigan: ¿Cómo llegamos hasta aquí?
El ataque mortal en Grand Blanc Township reaviva un patrón de violencia en lugares de culto en Estados Unidos
Un domingo de horror en Michigan
El 7 de abril de 2024, en lo que debía ser una mañana de recogimiento espiritual, se transformó en una escena de horror cuando Thomas Jacob Sanford, un exmarine de 40 años, irrumpió en una iglesia de Los Santos de los Últimos Días en Grand Blanc Township, Michigan, disparando contra los asistentes y provocando un incendio dentro del santuario.
Sanford asesinó al menos a cuatro personas, hirió a otras ocho y redujo a escombros la iglesia, utilizando gasolina para prender fuego al edificio tras estrellar su camioneta contra la entrada principal. Su ataque fue rápidamente respondido por agentes de policía que lo abatieron tras un intercambio de disparos.
Un patrón trágico: violencia en lugares de culto
El ataque en Michigan no es aislado. Se suma a una larga lista de tiroteos en lugares de culto en Estados Unidos en las últimas dos décadas:
- 2012: Tiroteo en el templo sij en Wisconsin, donde seis personas fueron asesinadas.
- 2015: Ataque a la iglesia Emanuel AME en Charleston, Carolina del Sur, con nueve muertos.
- 2018: Masacre en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh, con 11 víctimas fatales.
- 2023: Ataque en Minneapolis durante una misa católica donde murieron dos niños.
Los lugares de culto, otrora refugios de paz, se han ido transformando en escenarios de muerte, impulsados por una combinación de odio religioso, radicalización ideológica, problemas de salud mental y fácil acceso a armas de fuego.
¿Quién era Thomas Jacob Sanford?
Según los registros del Cuerpo de Marines, Sanford sirvió desde 2004 hasta 2008, con una sola misión en Irak durante siete meses, donde se desempeñó principalmente en áreas logísticas: operación y mantenimiento de vehículos. Fue dado de baja como sargento y recibió una Medalla al Buen Servicio por conducta ejemplar.
No existen indicios de entrenamiento en explosivos ni antecedentes penales severos. Sin embargo, el FBI indicó que se trató de un acto de violencia dirigida y que el atacante expresó odio hacia los mormones, aunque aún no se ha confirmado su afiliación religiosa o personal con la iglesia atacada.
¿Fallos en la prevención?
Las autoridades fueron alertadas mediante una llamada al 911 y llegaron en apenas 30 segundos, un tiempo de respuesta admirable. No obstante, la capacidad de Sanford de ingresar con una camioneta contra el edificio, armado y con materiales inflamables, plantea serias preguntas sobre la seguridad en lugares religiosos.
¿Deberían las iglesias contar con protocolos más robustos de seguridad preventiva? ¿La vigilancia policial debería extenderse a entornos de culto durante servicios concurridos, como los domingos? Estas preguntas resurgen tras cada tragedia, pero rara vez se traducen en acciones nacionales coordinadas.
Un fenómeno profundamente estadounidense
Estados Unidos ha experimentado más de 600 tiroteos masivos al año en promedio desde 2020, según la organización Gun Violence Archive.
Los datos indican que los ataques en lugares de culto han sido motivados frecuentemente por:
- Odio religioso o racial
- Trastornos psicológicos no tratados
- Vínculos inestables con comunidades religiosas
- Pérdida de propósito o resentimiento social
- Influencias de grupos extremistas o discursos de odio en línea
Estas variables convergen con el acceso prácticamente irrestricto a armas de alto calibre, generando un cóctel letal. ¿Cómo es posible que alguien sin entrenamiento especializado consiga armas, materiales inflamables e intentar una acción de guerra en suelo estadounidense?
La reacción pública y política
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reveló en “Fox and Friends” que se evalúa el nivel de planificación del ataque, y confirmó que Sanford tenía claro su objetivo contra miembros de la fe mormona.
El expresidente Donald Trump se sumó con una publicación en su red social Truth Social:
“OREN por las víctimas y sus familias. ¡ESTA EPIDEMIA DE VIOLENCIA EN NUESTRO PAÍS DEBE TERMINAR, DE INMEDIATO!”
Pero muchos activistas y defensores del control de armas consideran estas palabras insuficientes, y lo acusan de haber contribuido a una normalización de la violencia a través de la retórica polarizadora y la defensa irrestricta del derecho a portar armas.
El peso sobre la comunidad
La tragedia impactó no solo a los asistentes al servicio mormón, sino a toda la comunidad de Grand Blanc Township, una localidad de unas 40,000 personas. Las escuelas públicas cerraron sus puertas el lunes siguiente, para permitir que las familias procesaran el dolor y protegieran emocionalmente a los menores.
“Este acto de violencia es repugnante”, dijo el superintendente escolar Trevor Alward en un comunicado dirigido a los padres.
Mientras tanto, unas cien personas se congregaron esa misma noche en The River Church para realizar una vigilia interdenominacional. Algunas lloraban en silencio mientras otros oraban en voz alta:
“Estamos exhaustos del mal, estamos agotados de estas cosas”, dijo el Pastor Chuck Lindsey. “Pero Señor, tú eres nuestro refugio”.
¿Hasta cuándo?
Lo ocurrido en Michigan remueve una realidad dolorosa: los ataques en espacios de fe se han convertido en parte del panorama de violencia sistémica en Estados Unidos.
¿Cuántas veces más se llenarán de sangre los templos? ¿Qué clase de conversación necesita tener este país consigo mismo sobre los límites del derecho al armamento, la salud mental militar y la radicalización religiosa?
Por ahora, los escombros de la iglesia, las lágrimas de los fieles y las preguntas sin respuesta son el reflejo de un ciclo oscuro que parece no tener fin.