Nathan Law, Singapur y la represión transnacional: ¿quién decide quién entra?

El caso del activista hongkonés revela cómo las democracias en Asia navegan su relación con China y el alcance global de la Ley de Seguridad Nacional

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Por años, Hong Kong fue símbolo de coexistencia entre libertad y soberanía china. Hoy, historias como la de Nathan Law nos recuerdan que ese equilibrio se ha quebrado hasta el exilio.

¿Quién es Nathan Law?

Nathan Law Kwun-chung no es solo un nombre más en la lista de disidentes. Es uno de los rostros más reconocidos del movimiento prodemocracia en Hong Kong. Nacido en China continental pero criado en la antigua colonia británica, Law se dio a conocer internacionalmente como líder estudiantil en la Revolución de los Paraguas de 2014, un movimiento masivo que exigía elecciones verdaderamente libres. Junto a figuras como Joshua Wong, puso el rostro joven al corazón de un enfrentamiento ideológico con Beijing.

En 2016 se convirtió en el legislador más joven de Hong Kong, pero no duró mucho en el cargo. Al jurar su cargo, usó un tono que ponía en duda su aceptación de la soberanía china sobre el territorio, lo que provocó que fuese descalificado.

La Ley de Seguridad Nacional: una sombra que se extiende más allá de Hong Kong

Tras las protestas masivas de 2019, China impuso en 2020 la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong. El texto criminaliza de forma amplia actos como la secesión, la subversión, la colusión con fuerzas extranjeras y el terrorismo. Pero su verdadera peligrosidad radica en su extra-territorialidad: sus disposiciones aplican incluso a ciudadanos fuera de China que hayan criticado al gobierno chino.

En julio de 2023, las autoridades de Hong Kong emitieron órdenes de arresto contra ocho activistas en el exilio, incluyendo a Law, y ofrecieron recompensas de 1 millón de dólares hongkoneses (unos 127.600 USD) por información que condujera a su captura. La respuesta internacional fue de repudio, pero muy pocos gobiernos han confrontado públicamente al gigante asiático.

El incidente en Singapur: diplomacia o autocensura regional

El pasado fin de semana, Nathan Law intentó ingresar a Singapur para participar en un evento cerrado, al cual había sido formalmente invitado. Según relató en redes sociales y posteriores declaraciones, fue detenido en el aeropuerto y, tras cuatro horas de espera, se le negó el ingreso sin explicación. Permaneció unas 14 horas en territorio singapurense antes de tomar otro vuelo de regreso a San Francisco.

Law tenía previamente aprobada su visa. Estaba invitado a un evento, no era una visita turística ni una protesta programada. Esto genera un interrogante fundamental: ¿fue la decisión del gobierno de Singapur una autocensura diplomática para evitar contradecir a China?

El Ministerio del Interior de Singapur justificó la negación alegando que la "presencia de Law no estaba en el interés nacional" y subrayó que tener una visa no garantiza entrada automática. También citaron que la policía de Hong Kong mantiene una orden de arresto contra él. Sin embargo, esta explicación no hace más que reforzar la percepción de Law: la decisión fue eminentemente política.

La expansión del brazo largo de Beijing

La narrativa oficial del gobierno en Pekín sostiene que sus ciudadanos (incluidos los residentes de Hong Kong) que cometen actos de subversión pueden ser perseguidos incluso si están en el exterior. En la práctica, esto convierte a activistas en objetivos vulnerables, y pone a prueba el compromiso de terceros países con la libertad política y los derechos humanos.

Casos similares han ocurrido. Un ejemplo fue el intento del consulado chino en Manchester el año pasado de arrastrar físicamente hacia su edificio a un manifestante prodemocracia hongkonés. Universidades occidentales han sido criticadas por autocensurar discusión sobre temas sensibles como el Tíbet o Taiwán, temiendo represalias académicas o económicas de parte de China.

Singapur: pragmatismo económico o control de narrativas

Singapur es una democracia parlamentaria, pero con una gobernanza altamente centralizada y un enfoque firme contra la disidencia interna. Aunque mantiene relaciones estables con Occidente, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido, su principal socio comercial es China.

Historia reciente muestra cómo Singapur ha desarrollado una política exterior basada en el pragmatismo más que en la confrontación ideológica. Esto explica por qué, sin ser un aliado directo del gobierno de Xi Jinping, puede mostrar un comportamiento de alineación tácita.

La negativa a aceptar a Law parece ser un ejemplo del concepto geopolítico que muchos expertos llaman "finlandización suave", en el que un pequeño país adapta su política exterior para no incomodar a una potencia cercana o dominante, sin que exista intervención directa.

La solidaridad internacional: idealismo vs realpolitik

La comunidad internacional ha sido enérgica —al menos en lo comunicacional— en su condena a la erosión de las libertades en Hong Kong. La Unión Europea ha expresado su "profunda preocupación", y el Parlamento británico ha brindado protección a activistas exiliados como Law, quien obtuvo asilo en Reino Unido en 2020.

Sin embargo, hay una distancia entre los gestos simbólicos y la protección efectiva. En casi todos los foros multilaterales, China logra diluir sanciones o evitar que temas como los de Hong Kong alcancen resoluciones vinculantes. De hecho, pocos gobiernos están dispuestos a ofrecer una doctrina de protección diplomática explícita para quienes huyen de regímenes autoritarios.

Hong Kong: entre la nostalgia británica y el presente chino

La población hongkonesa vive una disonancia histórica notable. Hasta 1997, el territorio fue una colonia del Reino Unido, pero con un tejido cívico democrático y vigoroso. Bajo el acuerdo de transferencia hacia China se estableció el principio "un país, dos sistemas", prometiendo autonomía hasta 2047. Sin embargo, los acontecimientos desde 2019 hasta hoy han revelado la obsolescencia práctica de ese acuerdo.

  • Más de 100.000 hongkoneses han emigrado desde 2020 buscando seguridad política, según cifras del gobierno británico.
  • Más de 10.000 personas han sido arrestadas por su participación en protestas.
  • Las elecciones ahora exigen la "aprobación patriótica" de candidatos.

En este contexto, personajes como Nathan Law no solo son activistas: son fragmentos vivos de esa Hong Kong que existió y que busca seguir existiendo en diásporas internacionales.

¿Qué está en juego?

No se trata solo de si Law puede asistir o no a un evento en Singapur. Lo que está en juego es si los países serán cómplices silenciosos del avance extraterritorial del autoritarismo. O si las democracias democráticamente constituidas serán coherentes con su discurso de defensa de libertades como la expresión, la reunión y la participación política.

La represión transnacional es ya una realidad, y empiezan a surgir propuestas para la creación de mecanismos multilaterales de protección a periodistas, defensores de derechos humanos y activistas políticos exiliados.

Pero mientras tanto, historias como la de Law nos recuerdan que el silencio también es una forma de consentimiento.

“El exilio no es la libertad. Es el precio que algunos pagamos por seguir siendo libres.” — Nathan Law.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press