Norcorea, armas nucleares y el eterno juego de poder: ¿equilibrio o amenaza mundial?
La defensa férrea de Pyongyang sobre su programa nuclear y los nuevos roces con EE.UU., Corea del Sur y Japón reavivan un dilema global que lleva décadas sin resolverse
Por décadas, Corea del Norte ha sido sinónimo de misterio, hermetismo y desafío geopolítico. Su política nuclear ha sido, para muchos, una amenaza. Para Pyongyang, sin embargo, representa la salvaguarda última de su soberanía. A medida que el vicepresidente de Relaciones Exteriores norcoreano, Kim Son Gyong, sube al podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), este patrón vuelve a escribirse con tinta indeleble: Corea del Norte no abandonará su arsenal nuclear. Pero, ¿qué hay detrás de esa postura que tantos consideran intransigente? ¿Y cuáles son las implicaciones reales para la estabilidad mundial?
Una retórica menos belicosa, pero con los mismos argumentos
Durante su intervención ante la AGNU, Kim Son Gyong declaró con claridad: “Nunca renunciaremos al arma nuclear”. Enmarcadas en un tono menos incendiario de lo habitual, sus palabras reafirman una constante que atraviesa todas las administraciones de Pyongyang: el programa nuclear está consagrado constitucionalmente y se considera un escudo fundamental frente a las alianzas militares entre Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
El diplomático añadió: "La amenaza inducida no ha desaparecido; al contrario, se vuelve más seria cada día. La presencia de una fuerza nuclear es lo único que asegura el equilibrio de poder en la península de Corea".
El eterno juego militar en Asia Oriental
Los ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos, Corea del Sur y Japón son una espina constante para el Norte. Estas maniobras, descritas por Seúl como necesarias para disuadir amenazas nucleares y misiles del Norte, son percibidas por Pyongyang como ensayos para una invasión. Según Kim, este año alcanzaron récords en escala, naturaleza, frecuencia y alcance. ¿Exageración? No del todo.
En 2024, Estados Unidos y Corea del Sur llevaron a cabo más de 20 ejercicios conjuntos de gran envergadura, incluyendo maniobras de defensa antimisiles y simulaciones de ofensiva aérea. Japón ha intensificado también sus misiones conjuntas en el mar del Este. La narrativa norcoreana, de que estos entrenamientos son preludios de una agresión, juega con un sentimiento histórico de inseguridad creciente.
Un arsenal que crece en silencio
Desde las fallidas conversaciones entre Donald Trump y Kim Jong Un en 2019, Corea del Norte ha redoblado esfuerzos en ampliar y diversificar su arsenal nuclear. Según informes del Organismo Internacional de Energía Atómica, Pyongyang podría contar ya con entre 40 y 60 cabezas nucleares, varias de ellas con capacidades intercontinentales.
En septiembre de 2022, el régimen modificó su doctrina nuclear para permitir el uso preventivo del arma atómica en caso de amenazas percibidas a su liderazgo. Y en 2023, lanzó con éxito un misil balístico de alcance intercontinental que sobrevoló el mar del Japón, provocando alarma en Tokio y Seúl.
China, Rusia, y el nuevo eje geopolítico del autoritarismo
En medio del aislamiento internacional, Corea del Norte ha reforzado su alianza con dos gigantes: China y Rusia. En un hecho inédito, el líder Kim Jong Un se reunió en Beijing el año pasado con Xi Jinping y Vladimir Putin mediante una cumbre trilateral que coincidió con un desfile militar que conmemoró el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué significa esto? En palabras de la cancillería china, ambos países fortalecen la “resistencia al hegemonismo”, una alusión tácita a Estados Unidos y su papel en el orden global. A la par, Moscú ha sido acusado por Occidente de recibir municiones y tropas norcoreanas para apoyar su guerra en Ucrania, como parte de un nuevo eje militar de conveniencia.
Donald Trump y sus "buenos recuerdos" con Kim
La nueva etapa de la política estadounidense, con el regreso de Trump a la presidencia en enero de 2025, ha reavivado los rumores sobre un posible reencuentro con Kim Jong Un. Durante sus primeras reuniones en 2018 y 2019, ambos líderes sostuvieron encuentros históricos que, aunque simbólicos, no lograron frenar el avance nuclear norcoreano ni alcanzar un acuerdo sostenible.
Hoy, Kim todavía habla con nostalgia de aquellas cumbres, afirmando en una entrevista reciente que mantiene “buenos recuerdos del presidente Trump”, pero que cualquier intento de diplomacia futura deberá abandonar la “condición previa” de desnuclearización.
¿Es posible un nuevo diálogo?
La esperanza de negociaciones no se ha desvanecido del todo. El presidente surcoreano Lee Jae Myung ha instado a Trump a actuar nuevamente como “pacificador” en la región. Por su parte, Trump ha manifestado disposición a participar, aunque su equipo condiciona cualquier reunión a “medidas verificables” del Norte.
Sin embargo, el contexto ahora es distinto: el Norte se encuentra más armado que nunca, las relaciones de poder global están cambiando —con China y Rusia enfrentando crecientes tensiones con Occidente— y el pueblo norcoreano sigue viviendo bajo un cerco informativo y económico casi absoluto.
El equilibrio perfecto que nunca llega
Desde la perspectiva de Pyongyang, su programa nuclear garantiza estabilidad. Desde la lógica de la seguridad internacional, perpetua el riesgo de una catástrofe. Como lo señaló el académico Joseph Nye, “el problema con las armas nucleares es que su mera existencia complica la diplomacia, incluso aunque nunca se utilicen.”
Con cada año que pasa sin una solución integral, el mundo se acostumbra más a esta tensión crónica. Y aunque la retórica pueda suavizarse, la amenaza persiste: un error de cálculo, una provocación menor, o incluso un fallo técnico pueden encender una mecha inadvertida.
El rol (aún vital) de las Naciones Unidas
El vicecanciller norcoreano criticó duramente a la ONU por “sentirse aliviada por no haber ocurrido una Tercera Guerra Mundial en los últimos 80 años”, sugiriendo que la amenaza está más viva que nunca. Si bien sus palabras evidencian cinismo político, también apuntan a una verdad incómoda: el sistema multilateral está perdiendo influencia en frenar escaladas regionales.
En lo que va del siglo XXI, el Consejo de Seguridad de la ONU ha emitido más de nueve resoluciones sancionadoras contra Corea del Norte, sin disuadir al régimen de su objetivo nuclear. ¿Podrá la diplomacia reinventarse, o estamos cerca de aceptar un mundo donde más naciones se armen en defensa de su poder relativo?
¿Un mundo multipolar... y nuclear?
En un momento de redefinición del orden mundial, Corea del Norte no es solo una anomalía: es un síntoma. Un síntoma de cómo el poder nuclear sigue siendo visto como garantía de supervivencia nacional. Hoy, cinco países reconocidos legalmente como potencias nucleares (EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido) conviven con al menos cuatro más en la sombra: India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
¿Puede el mundo sostenerse en el filo de un equilibrio nuclear sin romperse? Esa es la pregunta que los diplomáticos deben responder, pero también que la humanidad no puede eludir.