Offset de carbono: ¿remedio real o placebo climático para tus vuelos?

Los programas para compensar emisiones se popularizan, pero enfrentan duras críticas sobre su eficacia real. ¿Vale la pena pagar por ellos?

Imagínate esto: estás a punto de finalizar la compra de tu vuelo de vacaciones. Te sientes bien, ya casi puedes sentir la brisa tropical. De repente, aparece una casilla: ¿Deseas pagar un pequeño monto para compensar las emisiones de carbono de tu vuelo? Quizás lo pienses dos veces, tal vez hasta sientas un poco de culpa ecológica. Las aerolíneas lo presentan como una solución práctica. Pero, ¿realmente lo es? En este análisis, profundizamos en qué son los offsets de carbono, cómo funcionan en la industria aérea y si son una opción legítima o simplemente una estrategia de greenwashing.

¿Qué es un “offset” de carbono?

Un offset (o compensación) de carbono es básicamente un certificado que te autoriza a emitir una cierta cantidad de gases de efecto invernadero, siempre y cuando se compense esa cantidad financiando un proyecto que los elimine o evite en igual medida. Esto puede incluir desde la plantación de árboles hasta la inversión en energías renovables, pasando por mejoras en eficiencia energética o protección de bosques existentes. La idea es simple: si no puedes evitar emitir CO₂, paga para que alguien lo absorba por ti.

¿Por qué los vuelos son tan contaminantes?

Una sola persona en un vuelo de ida y vuelta de Nueva York a Los Ángeles emite más de 590 kg de CO₂, según la Organización de Aviación Civil Internacional. Esta cifra equivale, por ejemplo, a 17 meses sin consumir carne, según distintos estudios sobre impacto alimentario. Los aviones no solo emiten gases como dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno, sino que también producen estelas de condensación (contrails) que atrapan el calor en la atmósfera, amplificando el calentamiento global.

El “niño problema” del cambio climático: aviación

La directora de aviación del grupo europeo Transport & Environment, Diane Vitry, es tajante: “La aviación es el niño problema del clima”. Las alternativas tecnológicas todavía se encuentran muy verdes: los combustibles sostenibles para aviación (SAF) siguen siendo caros y escasos, mientras que los aviones eléctricos enfrentan grandes limitaciones de peso y autonomía.

La dificultad para descarbonizar hace que muchas aerolíneas recurran a los offsets como solución rápida. Pero, ¿funcionan realmente?

La desconfianza hacia los offsets

Diane Vitry los califica como “una solución falsa al clima”. Su argumento es claro: el hecho de que financies la plantación de un árbol no evita que ese CO₂ ya esté en la atmósfera tras tu vuelo. Además, los árboles pueden morir, ser talados o incendiados. Incluso pueden ser revendidos varias veces como offset, como si pudieran absorber múltiples emisiones simultáneas. Esto es conocido como “sobreevaluación” dentro del mercado de compensaciones.

Barbara Haya, directora del Proyecto de Comercio de Carbono de Berkeley, ha investigado durante 20 años el mercado de estos créditos. Estima que muchos están sopreevaluados entre 10 y 13 veces su valor real. Es decir, una tonelada de CO₂ “compensada” muchas veces representa una fracción de ese volumen en términos reales.

Un mercado sin regulación clara

La causa detrás del problema es clara: el mercado voluntario de créditos de carbono carece de regulación efectiva. El comprador busca compensaciones baratas, el vendedor busca vender más créditos por menos acciones y el auditor (que verifica que el proyecto sea real) es contratado por el propio desarrollador del proyecto. Es un trío del incentivo cruzado que favorece la lenidad.

Según un estudio de 2023 publicado por The Guardian y la ONG SourceMaterial, el 90% de los créditos de los estándares más populares no representaban reducciones reales de carbono. Esto refuerza la idea de que el sistema necesita una reestructuración urgente.

¿Qué dicen quienes defienden los offsets?

Jodi Manning, CEO de la organización sin fines de lucro Cool Effect, defiende el uso de compensaciones siempre que cumplan tres criterios esenciales:

  • Permanencia: el proyecto debe absorber CO₂ durante mucho tiempo.
  • Transparencia: saber exactamente a qué proyecto se destina el dinero.
  • Adicionalidad: el proyecto no hubiera existido sin el dinero de la compensación.

“Cuando el carbono se maneja correctamente, puede ser una herramienta inmediata y creíble para compensar emisiones inevitables”, afirma Manning. Pero incluso ella reconoce que es mejor reducir que compensar.

¿Qué hacen las aerolíneas al respecto?

Muchas aerolíneas ofrecen la opción de compra de compensaciones de carbono, pero pocas están dispuestas a hablar abiertamente sobre su eficacia. Southwest Airlines, por ejemplo, declaró que no planea depender de offsets para alcanzar su objetivo de emisiones netas cero en 2050.

Mientras tanto, aerolíneas europeas como Lufthansa o Air France han incluido los combustibles sostenibles como alternativa, pero con poco éxito debido al alto costo y escasez actual.

¿Qué puedes hacer tú como viajero?

Si realmente tienes conciencia ecológica, aquí van algunas recomendaciones:

  • Vuela menos. ¿Puedes hacer esa reunión por videollamada? ¿Puedes escoger vacaciones más cercanas?
  • Usa el tren. Los trenes tienen una huella de carbono 20 veces menor que los aviones, según cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
  • Empaca ligero. Menos peso, menos consumo de combustible.
  • Compensa de forma directa. En lugar de comprar un crédito poco fiable, haz una donación directa a organizaciones con impactos ambientales reales y medibles.
  • Apoya regulaciones que promuevan un sistema transparente de compensaciones y penalicen el greenwashing corporativo.

La incomodidad de la conciencia ecológica en la era de la hipermovilidad

En palabras de Haya: “Tenemos una obligación ética de no volar a menos que sea realmente necesario”. En un mundo hiperconectado y globalizado, enfrentar esta realidad es incómodo. La aviación representa hoy alrededor del 2,5% de las emisiones globales, y ese número va en aumento, especialmente ahora que post-pandemia la demanda aérea ha vuelto a crecer a niveles récord.

Enfrentar la crisis climática implica tener estas conversaciones difíciles. Y también implica exigirnos más como consumidores. No se trata solo de cuánto pagas para sentirte mejor, sino de cuánto estás dispuesto a cambiar tu comportamiento. Porque si algo está claro, es que los árboles no vuelan, pero nuestras emisiones sí.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press