Silencio estratégico: ¿Por qué los líderes africanos ignoran sus propias guerras en la ONU?

En la Asamblea General de la ONU de 2025, los conflictos en Sudán y el Congo apenas fueron mencionados por líderes africanos. ¿Estamos ante una omisión táctica o una muestra de impotencia institucional?

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Un podio global, una voz selectiva

Durante la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en septiembre de 2025, una constante se evidenció: los líderes africanos se mostraron firmes al opinar sobre temas globales, desde el conflicto en Gaza hasta la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los desafíos internos más urgentes del continente, especialmente las guerras en Sudán y en la República Democrática del Congo (RDC), fueron tratados con sorprendente superficialidad.

"El pueblo de Palestina no es un daño colateral en una civilización que busca orden", dijo Kassim Shettima, vicepresidente de Nigeria, subrayando los derechos universales y la dignidad humana. Aplaudida por muchos como una declaración valiente sobre derechos humanos, la intervención también destacó una preocupante contradicción: la omisión de conflictos humanitarios devastadores en casa.

Cifras que claman por atención

Desde abril de 2023, la guerra civil en Sudán ha causado la muerte de al menos 40,000 personas, con enfrentamientos entre el ejército nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una facción paramilitar. El país se encuentra esencialmente dividido en dos zonas de influencia, y regiones como Darfur han sido escenario de crímenes de guerra, masacres étnicas y desplazamientos masivos. En El-Fasher, un ataque con drones mató a más de 70 civiles solo este mes.

Mientras tanto, en el este de la RDC, el conflicto ha sido alimentado por más de 100 grupos armados que luchan por minerales estratégicos. La ofensiva del grupo rebelde M23 —respaldado, según la ONU, por Ruanda— en enero de este año desató una nueva oleada de violencia que ha dejado al menos 7,000 muertos y generado más de un millón de desplazados. El frágil acuerdo de Doha entre el gobierno congolés y M23 apenas ha reducido los combates.

¿Dónde están las voces africanas en estos conflictos?

Analistas como Chris Ogunmodede, especializado en relaciones internacionales africanas, consideran “preocupante” la omisión de estos temas: “Los países africanos han retrocedido en su voluntad de colocar los asuntos africanos en el centro de la agenda de la ONU”. Según el experto, las fechas clave del calendario diplomático no son aprovechadas por los líderes del continente para visibilizar sus guerras más letales.

Beverly Ochieng, investigadora de Control Risks, coincide: “La mención superficial del Congo y Sudán fue una oportunidad perdida para evidenciar lo generalizadas que se han vuelto estas crisis humanitarias”.

Conflictos de alto voltaje geopolítico

La crisis en Sudán no es solo una guerra civil; se ha convertido en un tablero geopolítico complejo. La ONU ha acusado a Emiratos Árabes Unidos de suministrar armas a las RSF, alerta que fue seguida por una demanda presentada por el ejército sudanés ante el tribunal superior de la ONU por violar la Convención contra el Genocidio. Los EAU niegan estas acusaciones.

Por su parte, en Congo, las tensiones no solo atañen a Ruanda. Países vecinos como Burundi y Uganda también se han visto arrastrados al conflicto, ya sea por intereses territoriales, étnicos o económicos. Una paz sostenible depende cada vez más de negociaciones multilaterales lideradas por actores externos como Estados Unidos, Arabia Saudita y Egipto, quienes organizaron cumbres paralelas durante la Asamblea.

Un continente sin institucionalidad sólida

La ineficiencia estructural de las organizaciones multilaterales africanas, como la Unión Africana (UA), destaca como uno de los principales factores que explican este vacío político. “Estamos viendo los límites de las instituciones africanas y de los Estados para gestionar sus propios asuntos internacionales”, argumenta Ogunmodede. Es una cuestión de credibilidad, pero también de influencia y recursos.

La UA, que en teoría debería desempeñar el papel de mediador y garante de la seguridad en la región, ha demostrado una capacidad mínima para frenar el avance del caos. A diferencia de otros bloques regionales como la UE o la ASEAN, no logra imponer decisiones ni sanciones, y rara vez es tomada en serio por los actores armados.

El factor de los intereses externos

La incapacidad de los actores africanos para imponerse ha abierto la puerta a los intereses de potencias externas. Como explica Ochieng, “los intereses internacionales tienen palancas de presión que obligan a los actores armados a sentarse a negociar, algo que las instituciones africanas no pueden hacer”.

En marzo, una operación conjunta entre Estados Unidos, Arabia Saudita y Egipto buscó reactivar la vía diplomática en Sudán, mientras que se espera la firma de un nuevo acuerdo entre Ruanda y Congo facilitado por Washington.

Colapsos silenciosos: Nigeria y la violencia interna

La omisión de temas candentes no se limita a los conflictos interestatales. En Nigeria, uno de los países más poderosos del continente, la violencia interna avanza sin freno. En el estado de Kwara, 12 guardias forestales fueron asesinados este mes por hombres armados. En junio, una masacre en el estado de Benue dejó más de 150 muertos.

Estos ataques, atribuibles en muchos casos a conflictos entre agricultores y pastores fulani por acceso a tierra y agua, reflejan el abandono estatal en zonas rurales, donde la presencia del gobierno es casi nula. Aunque el gobernador local hizo un llamado a la calma y pidió ayuda al ejército, la superficialidad del tratamiento del tema en la ONU refuerza la idea de una omisión estratégica.

¿Una estrategia de omisión o simple impotencia?

Existen varias hipótesis sobre el por qué de este mutismo. Para algunos, podría tratarse de una “estrategia de omisión” deliberada: al priorizar temas globales que resuenen con la audiencia internacional, los líderes africanos buscan respaldo diplomático y financiero. Hablar de conflictos internos puede, por el contrario, proyectar una imagen de debilidad institucional y desviar la ayuda hacia cuestiones humanitarias que algunos gobiernos prefieren evitar.

Otra teoría, más pesimista, es que esta omisión refleja una realidad estructural de impotencia. Sin control efectivo del territorio, sin presupuesto suficiente para asistencia humanitaria, y sin capacidad de hacer cumplir la ley, muchos gobiernos africanos prefieren callar antes que admitir su vulnerabilidad.

El peso de las palabras no dichas

En diplomacia, el silencio también comunica. La ausencia de menciones sustantivas a los conflictos de Sudán y el Congo en un foro como la ONU dice tanto como una declaración oficial. Es un síntoma de las fallas profundas de gobernanza en el continente, pero también de una estructura internacional acaparada por potencias con intereses propios.

Si África quiere desempeñar un papel relevante en su propio destino, debe romper este ciclo de invisibilización. Y eso comienza por decir los nombres de sus heridas en voz alta, frente al mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press