Tragedia en Sidoarjo: colapso escolar expone negligencia y despierta alerta nacional en Indonesia

La caída de un edificio en un internado islámico deja decenas de víctimas: ¿Hasta cuándo se ignorarán los riesgos de construcciones ilegales?

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Un lunes que cambió vidas

La tarde del 29 de septiembre de 2025 marcó un antes y un después para la ciudad de Sidoarjo, en la provincia de Java Oriental, Indonesia. Más de 100 estudiantes del internado islámico Al Khoziny realizaban sus oraciones vespertinas cuando el techo del edificio colapsó repentinamente sobre ellos. Hasta la mañana siguiente, los reportes confirmaban un fallecido, 102 heridos y 65 personas atrapadas entre los escombros.

¿Cómo pudo ocurrir?

Las autoridades investigan la causa del derrumbe, pero los primeros informes apuntan a una expansión ilegal del edificio. La estructura, originalmente de dos pisos, estaba siendo ampliada sin las licencias correspondientes. Según Jules Abraham Abast, vocero de la policía provincial, “el edificio no contaba con los soportes adecuados para sostener dos nuevos niveles de concreto, lo que provocó el colapso durante el proceso de vaciado”.

Rescate entre la desesperación y el peligro

Más de 300 socorristas —integrados por bomberos, soldados y voluntarios— trabajaron toda la noche y madrugada. Equipados con herramientas manuales y cámaras térmicas, su labor consistía en hallar sobrevivientes, muchos de los cuales quedaron atrapados bajo losas de concreto. Algunos equipos lograron establecer contacto auditivo con los estudiantes enterrados. En palabras del rescatista Nanang Sigit: “Estamos suministrando oxígeno y agua a los sobrevivientes mientras trabajamos para extraerlos con vida. Hay cuerpos sin vida, pero nos enfocamos primero en salvar a los vivos”.

Escenas de dolor y angustia

En el entorno del colegio, padres y madres inconsolables esperaban noticias. Al ver el listado de desaparecidos, algunos rompieron en llanto al reconocer los nombres de sus hijos. Una madre exclamó entre gritos: “¡Dios mío, mi hijo sigue enterrado! ¡Ayúdenlo, por favor!” El dolor colectivo envolvía el ambiente, en un escenario que dejó una huella imborrable en la comunidad local.

El perfil de las víctimas

Los menores involucrados eran varones entre 12 y 17 años de edad, cursando los grados séptimo a undécimo. Al ser un colegio segregado por sexo, las alumnas rezaban en otra sección del edificio y lograron evacuar.a tiempo. Testigos relataron cómo muchos estudiantes salían cubiertos de polvo y con heridas severas, algunos llorando o en estado de shock.

Una catástrofe provocada por negligencia

El caso del internado islámico Al Khoziny no es aislado. En Indonesia, miles de escuelas operan en condiciones precarias. De acuerdo con la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), cerca del 30% de las escuelas del país tienen algún grado de vulnerabilidad estructural. La combinación de corrupción, construcciones sin supervisión técnica y falta de inversión en infraestructura educativa agrava esta situación.

Este caso de Sidoarjo resalta los efectos devastadores de las construcciones sin reglamentación. A pesar de que la ley exige permisos y estudios de suelo para cualquiera edificación que exceda los dos pisos, la falta de fiscalización ha permitido a instituciones irresponsables construir en zonas de peligro o sin capacidad estructural adecuada.

Lo legal no basta: falta cultura preventiva

El incidente también plantea un debate de fondo: el concepto de seguridad en las instituciones educativas. Desde 2004, Indonesia ha sido víctima de múltiples colapsos escolares, muchos provocados por terremotos, pero otros tantos por negligencia como en Sidoarjo. Un informe del Education Development Trust en 2023 denunció que el 57% de los internados religiosos del país estaban por debajo de los estándares mínimos de seguridad.

Estos centros, conocidos como "pesantren", son esenciales para millones de familias indonesias que buscan una educación religiosa rigurosa. Sin embargo, su rápida proliferación —con más de 30.000 pesantren activos en Indonesia— ha superado la capacidad del gobierno para regularlos eficazmente.

¿Qué dicen las autoridades?

Tras el incidente, el Ministerio de Asuntos Religiosos anunció auditorías de emergencia a los internados islámicos del país. Por su parte, el gobernador de Java Oriental, Khofifah Indar Parawansa, prometió sanciones ejemplares: “No permitiremos que la educación de nuestros hijos se construya sobre ruinas de negligencia. Habrá consecuencias legales para los responsables”.

A su vez, se ha creado un fondo de emergencia para cubrir los gastos médicos de los sobrevivientes y las reparaciones temporales en otras escuelas de la región. Sin embargo, los expertos temen que estas medidas solo serán paliativas si no se implementa un control riguroso a largo plazo.

El rol de la arquitectura religiosa

Los pesantren cumplen también una función espiritual y comunitaria en Indonesia. Su arquitectura tradicional —a menudo basada en modelos antiguos y sin diseño técnico adaptado al uso moderno intensivo— requiere una revisión urgente. Expertos de la Universidad de Gadjah Mada han sugerido un plan nacional de “reurbanización segura” para pesantren, incluyendo formaciones técnicas para sus directores y constructores.

Una llamada de atención continental

La tragedia de Sidoarjo ha generado reacciones más allá de Indonesia. Diversas organizaciones islámicas internacionales han enviado comunicados de condolencias y ofertas de ayuda. La Organización de la Conferencia Islámica instó a revisar los estándares de seguridad en los centros religiosos de educación en toda Asia.

Esta catástrofe recuerda otros casos similares, como el colapso del internado Darul Quran en Pakistán en 2019, que dejó 11 muertos. En cada ocasión, el patrón se repite: falta de inversión, controles débiles y una cultura de improvisación en la construcción.

¿Lección aprendida o historia repetida?

Mientras los voluntarios continúan su labor heroica en Sidoarjo, el país entero observa con una mezcla de dolor e indignación. Esta tragedia podría haber sido evitada si se hubiesen seguido los procedimientos adecuados de edificación. Es momento de entender que la fe no basta para sostener un techo sobre 100 niños: se necesita ingenieros, regulaciones y voluntad política.

Urge no solo reconstruir Sidoarjo, sino también el concepto de seguridad institucional en un país con más de 270 millones de habitantes y una vasta red educativa. Una nación que aspira a desarrollarse no puede permitir que sus hijos mueran bajo concreto mal vaciado mientras rezan. Ojalá esta vez sí cambie algo.

Fuente: Ministerio de Educación y Cultura de Indonesia, BNPB, Universitas Gadjah Mada, Education Development Trust.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press