Trump y la Inteligencia Artificial: Entre el Meme, la Mitología y la Política del Espectáculo

Cómo el expresidente estadounidense está usando imágenes generadas por IA para reforzar su poder simbólico con una mezcla de comedia, mitología y propaganda moderna.

Un presidente de ficción que juega con la realidad

Donald Trump, conocido tanto por su capacidad de generar titulares como por su uso poco ortodoxo de las redes sociales, ha decidido abrazar de lleno una nueva herramienta del siglo XXI: la inteligencia artificial generativa. En lugar de temer esta tecnología, como muchos gobiernos lo hacen, Trump y su administración han optado por utilizarla como una plataforma más para reforzar su narrativa visual, mítica y populista.

Desde imágenes en las que aparece como un musculoso héroe nacional hasta retratos papales y escenas de ciencia ficción inspiradas en Star Wars, el nuevo lenguaje gráfico de Trump va más allá de las fotografías oficiales para convertirse en una mezcla de arte digital, sátira política y propaganda visual. ¿Qué dice esto sobre la política moderna y sobre nuestra relación con la verdad y el poder?

IA generativa: el nuevo lienzo de la política populista

La IA generativa, como la que utiliza herramientas como MidJourney, DALL·E o Stable Diffusion, permite la creación de imágenes hiperrealistas o estilizadas en cuestión de segundos. Bastan unas pocas palabras para generar una obra de arte digital en la que cualquiera, incluso un jefe de Estado, puede convertirse en lo que desee: un guerrero, un papa, un emperador o un superhéroe.

Trump ha abrazado esta tecnología no solo como una curiosidad, sino como una extensión de su marca política. Este uso deliberado de imágenes ficticias ha sido compartido no solo por él, sino incluso por cuentas oficiales de la Casa Blanca, en una estrategia de comunicación que rompe los moldes tradicionales.

La estrategia tras la estética: viralidad garantizada

Lejos de ocultar que las imágenes son generadas por IA, el equipo de Trump opta por lo obvio, por lo excesivo, por lo caricaturesco. Y funciona. Imágenes de Trump como rey, como papa o triunfador de guerras ficticias reciben miles de compartidos, likes, memes derivados y comentarios de todo tipo.

Según datos ofrecidos por un funcionario de la administración a NBC News, las cuentas oficiales han crecido en más de 16 millones de seguidores desde el inicio de la segunda presidencia de Trump. Parte de ese entusiasmo se debe claramente a la capacidad de generar contenido que alimenta tanto la adoración de sus seguidores como la indignación de sus detractores.

"Tengo que divertirme un poco, ¿no?", dijo Trump en mayo tras ser cuestionado por una imagen AI que lo mostraba como el Papa. La frase resume toda una filosofía digital.

Una tradición de imágenes poderosas

El uso del arte y la imagen para moldear percepciones políticas no es nuevo. En 1840, William Henry Harrison utilizó simbología de cabañas de troncos y sidra dura para representar su cercanía al pueblo. Thomas Nast, el caricaturista del siglo XIX, tumbó la reputación de Boss Tweed con su pluma afilada.

Hoy, en lugar de caricaturas a mano, tenemos imágenes hiperrealistas generadas por máquinas. Pero el principio sigue siendo el mismo: transmitir una idea política en un lenguaje que no requiere explicaciones ni contexto. Basta verlo para sentirlo.

"Para cuando lo has visto, ya lo has entendido. Y por eso es efectivo", explica Evan Cornog, historiador político.

La narrativa heroica del líder invencible

Buena parte del contenido de Trump generado por IA comparte una estética: la del héroe clásico. Siempre fuerte, siempre dominante, siempre rodeado de símbolos patrióticos como el águila, la bandera y la fuerza militar. Algunos recuerdan los retratos oficiales de dictadores modernos como Putin o Kim Jong-un, quienes también han cultivado figuras heroicas y casi divinas en sus representaciones mediáticas.

Este fenómeno responde, según Mitchell Stephens, autor de The Rise of the Image, the Fall of the Word, a un deseo muy humano: proyectar nuestros mundos internos o fantasías usando la tecnología que tenemos a la mano.

"La gente está usando estas herramientas para decir, 'yo me imagino así a mí, o a mi líder'. Aunque sepan que no es real, lo perciben como una verdad interna", comenta Henry Ajder, experto en IA y medios digitales.

Verdades subjetivas en la era de la posverdad

Hoy no importa que la imagen sea falsa. Si representa una verdad emocional o ideológica, basta. Y esa es la gasolina de la política contemporánea, especialmente en espacios digitales donde lo visual domina sobre lo textual.

Los memes e imágenes falsas de Trump no pretenden convencer a nadie con datos. Buscan conectar con una emoción: patriotismo, risa, ira, nostalgia o incluso una afirmación mesiánica sobre su papel como “salvador” de América.

“Sentimientos no se preocupan por tus datos”, dice un popular eslogan de internet, y nunca fue más cierto que en estos tiempos políticos.

Trump como “Troll in Chief”

Desde 2016, Trump ha cultivado una imagen disruptiva y provocadora. Pero su segunda administración parece ir más allá. Si en la primera reescribió las reglas del uso de Twitter, en esta se consagra como el “Troll in Chief”.

Y como todo buen troll, mide su éxito en reacciones: desde los comentarios indignados en Reddit hasta los editoriales de los medios tradicionales. Hasta sus propios seguidores a veces se muestran confundidos: “Te voté, pero esto es raro. Más deportaciones en masa y menos de este show”, se quejó un usuario de X en respuesta a una imagen creada por IA en la que Trump aparece como líder espiritual.

Pero la crítica también alimenta el fuego: cada reacción adversa es material combustible para reforzar su narrativa de “nosotros contra ellos”, de burla ante el establishment y de supremacía cultural.

Lo que una imagen dice más que mil palabras (aunque sea falsa)

¿Deberíamos preocuparnos por la creciente banalización de los canales de comunicación presidencial? ¿O simplemente tomarlo como una evolución natural del medio político en la era digital?

Lo cierto es que las imágenes generadas por IA no son percibidas por la mayoría como verdaderas. Pero ahí radica su excusa y su escudo. “Es solo una broma”, “es un meme”, “es divertido”, son frases que funcionan como licencia para publicar lo que sea.

Y, sin embargo, el efecto de este tipo de contenido puede ser mucho más profundo de lo que aparenta. No se trata de hacer creer que Trump es un Jedi, ni un emperador, ni el papa. Se trata de construir un imaginario simbólico, repetitivo y exagerado, que refuerce su figura como algo más que un político cualquiera. Como una figura mitológica adaptada para la era de los memes.

Del relato presidencial al branding digital político

Trump no inventó la retórica visual en política, pero la ha transformado en marketing de alto impacto. En lugar del tradicional branding gubernamental, con logos sobrios y protocolo institucional, su administración ha optado por una estética de entretenimiento: gráficos chillones, ironía digital, invenciones surrealistas.

La frase viral del equipo de redes sociales de la Casa Blanca lo resume bien: “En ningún lugar de la Constitución se dice que no podamos publicar memes espectaculares”. La intención es clara: si no puedes ganar el argumento, gana la atención.

En plena era de la IA generativa, no se trata de representar la verdad, sino de dominar el ecosistema simbólico. Como en una campaña publicitaria, lo importante no es si el producto es cierto, sino si consigues que se hable de él, desearlo o temerlo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press