¿Está en crisis el mercado laboral y el consumo en EE. UU.? Una mirada crítica al estado de la economía
El estancamiento en las contrataciones, el temor a una recesión y la caída en la confianza del consumidor plantean dudas serias sobre el rumbo económico de Estados Unidos
El mercado laboral de EE. UU.: una recuperación que pierde fuerza
La economía de Estados Unidos ha mostrado recientemente señales de fatiga, especialmente en su mercado laboral, un aspecto clave para evaluar la salud económica de cualquier país. El informe más reciente del JOLTS (Job Openings and Labor Turnover Survey) del Departamento de Trabajo reveló que las ofertas de empleo se ubicaron en 7.23 millones en agosto, prácticamente sin variaciones respecto a julio. Esta cifra se encuentra lejos del récord de 12.1 millones alcanzado en marzo de 2022, cuando la economía se recuperaba de los estragos del COVID-19.
Según datos adicionales, las contrataciones registradas fueron las más bajas desde junio de 2024. El número de personas que renunciaron a sus trabajos, un indicador comúnmente usado para medir la confianza en el mercado laboral, también descendió. Estos elementos combinados sugieren que el mercado laboral estadounidense está en una posición ambigua: pocos despidos, pero aún menos contrataciones.
El efecto de la política monetaria y comercial
Detrás de esta desaceleración se encuentra una combinación de factores. Uno de los más importantes ha sido la dura política monetaria de la Reserva Federal (Fed), que subió las tasas de interés en 11 ocasiones entre 2022 y 2023 para combatir la inflación. Aunque efectiva en parte, estas subidas han encarecido el crédito para empresas y consumidores, afectando la inversión y el consumo.
Sumado a esto, las políticas comerciales del presidente Donald Trump, que incluyen aranceles volátiles y crecientes tensiones con potencias económicas como China y la Unión Europea, han generado incertidumbre significativa entre los empresarios. Esta situación ha llevado a lo que algunos economistas llaman una mentalidad de "no contratar, no despedir": las empresas prefieren mantener la plantilla actual y evitar decisiones arriesgadas hasta ver mayor claridad económica.
“Las compañías claramente están reteniendo trabajadores con la economía aún en pleno empleo”, escribió Carl Weinberg, economista jefe de High Frequency Economics. “Se necesitará un golpe más fuerte que lo visto hasta ahora para convencerlas de que es seguro y prudente despedir gente”.
Creación de empleo real: ¿una ilusión estadística?
En un giro preocupante, el Departamento de Trabajo revisó las cifras de empleo y determinó que se crearon 911,000 empleos menos entre marzo de 2023 y marzo de 2024 de lo que se había reportado inicialmente. Esto reduce las contrataciones mensuales promedio a menos de 71,000 empleos, frente a los 147,000 previamente estimados. Y desde marzo, la cifra ha bajado incluso más, con un promedio mensual de apenas 53,000 nuevos empleos.
Este panorama es preocupante porque refleja que el supuesto dinamismo postpandemia podría haber sido sobreestimado. La desaceleración es evidente.
Confianza del consumidor en caída libre
El panorama laboral no es el único área con nubarrones. La confianza del consumidor, un termómetro esencial sobre el estado de ánimo económico del país, también está en descenso. El índice de The Conference Board cayó 3.6 puntos en septiembre, colocándose en 94.2, su nivel más bajo desde abril. Para contexto, en tiempos de bonanza económica, este índice suele superar los 100 puntos.
Una de las secciones más reveladoras del informe es la que mide las expectativas a corto plazo sobre empleo, ingresos y condiciones económicas. Esa cifra se situó en 73.4 puntos, muy por debajo del umbral crítico de 80, considerado por muchos analistas como un presagio de recesión.
En palabras llanas, la mayoría de los estadounidenses no espera mejoras en la economía en el futuro cercano.
Inflación y precios: el fantasma que no desaparece
Más allá de las tasas de interés y de las ofertas de empleo, el gran monstruo detrás de toda esta inestabilidad sigue siendo la inflación. El índice de precios al consumidor subió 2.9% en agosto respecto al mismo mes del año anterior, siendo la mayor subida desde enero. Incluso descontando los precios volátiles de alimentos y energía, la inflación subyacente se situó en 3.1%.
Y esto no pasa inadvertido. Las menciones a la inflación aumentaron significativamente en las encuestas del Conference Board, superando incluso a las menciones sobre tarifas. El impacto es visible en muchos frentes:
- Menor intención de compra de automóviles.
- Estancamiento en la demanda de electrodomésticos y artículos de gran valor.
- Aumento en las consultas sobre compras de vivienda, dado que algunos perciben una ventana de oportunidad antes de un posible endurecimiento del crédito.
Una economía en equilibrio precario
Lejos de colapsar, la economía estadounidense se encuentra en terreno inestable, con señales encontradas. Por un lado, la tasa de desempleo aún está en niveles aceptables (4.3% en septiembre), pero en constante aumento desde su punto bajo de 3.5% en 2022. Por el otro, la lenta creación de empleos y la caída en la confianza del consumidor apuntan a una creciente contracción.
Algunos analistas advierten que el país podría estar entrando en un ciclo de estanflación, una combinación venenosa de inflación alta y crecimiento económico bajo — un escenario difícil de manejar con herramientas tradicionales de política económica.
¿Qué medidas se esperan?
La Reserva Federal efectuó su primer recorte de tasas de interés en el año durante su última reunión hace dos semanas. Además, se esperan dos recortes más antes de fin de año si los datos económicos continúan empeorando. Esto tiene como objetivo dar alivio al mercado laboral sin continuar alimentando la inflación.
No obstante, este movimiento tiene riesgos: una política monetaria más laxa podría impulsar la inflación al alza si no va acompañada de un aumento en la productividad o mejoras sustanciales en las cadenas de suministro.
Perspectivas para final de año
La gran incógnita ahora es si el esperado informe de empleo de septiembre se publicará como está planeado, dado que una posible parálisis del gobierno federal (shutdown) podría retrasar su divulgación. Los analistas esperan un modesto reforzamiento, con 50,000 nuevos empleos esperados, una mejora frente a los apenas 22,000 de agosto.
No obstante, incluso con mejores cifras, la narrativa de una economía robusta ya no convence a los ciudadanos ni a muchos sectores empresariales. La sensación de progreso se ha diluido bajo el peso del encarecimiento del costo de vida, la inestabilidad de las políticas económicas y la tibieza del mercado laboral.
El cuarto trimestre será decisivo: o bien sirve de pivote hacia una recuperación sostenida, o consolidará los temores de que Estados Unidos se aproxima peligrosamente a una recesión en 2025. Las cartas están sobre la mesa y el reloj sigue corriendo.