¿Mujeres en combate? La polémica cruzada de Pete Hegseth y el mito del 'estándar masculino'
Una mirada crítica al discurso militar del secretario de Defensa estadounidense, donde la retórica de “excelencia” y “anti-woke” esconde exclusión y retroceso
El regreso del machismo a las Fuerzas Armadas
El 30 de septiembre de 2025, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, pronunció un controvertido discurso ante cientos de líderes militares en Quantico, Virginia. En su intervención, Hegseth declaró que el estándar para los puestos de combate en las Fuerzas Armadas debía “regresar al estándar masculino más alto”. Y lanzó una frase que rápidamente incendió redes y titulares: “Si eso significa que ninguna mujer califica para ciertos puestos de combate, que así sea.”
Lejos de ser una sugerencia técnica, el mensaje de Hegseth supone un retroceso en décadas de lucha por la equidad de género en el ámbito castrense. Detrás de sus palabras resuenan discursos pasados llenos de estereotipos, donde “lo masculino” es sinónimo de fortaleza y comando, y “lo femenino” representa debilidad o excepción.
No es 1990: las mujeres ya están en combate
Entre las numerosas respuestas que desataron sus declaraciones, destacan las de varias mujeres veteranas que sirvieron en roles de combate. Elisa Cardnell, presidenta de Service Women’s Action Network, aclaró que los estándares físicos para las posiciones de combate no se han reducido para las mujeres. “Si una mujer porta el mismo peso, recorre las mismas distancias y aprende las mismas tácticas que un hombre, ¿por qué seguir acosándola con prejuicios caducos?” expresó.
Otra voz autorizada fue Amy McGrath, teniente coronel retirada del Cuerpo de Marines y primera mujer en pilotar un F-18 en combate. “Hegseth continúa mintiendo sobre las mujeres en el ejército. Siempre ha habido un solo estándar para roles de combate, y las mujeres lo hemos cumplido desde que se abrieron esos espacios”, escribió en la red X (antes Twitter).
El pasado de Hegseth y su cruzada contra lo ‘woke’
Hegseth, exanalista de Fox News nombrado por el expresidente Donald Trump, ya había generado polémica durante su proceso de confirmación debido a su historial de declaraciones sexistas. Su discurso en Quantico reincide en su narrativa favorita: atacar lo que llama “la ideología woke”, término que ha utilizado como comodín para referirse a políticas de diversidad, inclusión, sostenibilidad ambiental o defensa de derechos LGBTQ+ dentro del ejército.
En dicho evento, Hegseth prometió eliminar programas de diversidad de la cultura militar, y acusó a los altos rangos de haber promovido a personas por “cuotas de género o raza” en lugar de méritos. Invitó a los líderes que no compartieran su visión a renunciar. Fue una arenga ideológica más que una política realista.
La historia del término “woke” y su uso como arma política
El concepto de “wokeness”, que originalmente nació en los años 30 como una llamada a la conciencia racial y a la justicia social dentro de la comunidad afroamericana, ha sido cooptado en la última década por sectores conservadores para desacreditar cualquier acción que promueva equidad o derechos civiles.
Desde músicos como Lead Belly en 1938, hasta activistas de Black Lives Matter en 2014, el término “stay woke” ha significado mantener la alerta contra el racismo sistemático y la violencia policial. Pero esta connotación transformadora fue usada como blanco de ataques por políticos como Ron DeSantis o el mismo Trump, para promover leyes antiinclusión como la “Stop W.O.K.E. Act” en Florida.
Según Gerald McWorter, profesor emérito de Estudios Afroamericanos, “woke” representaba una forma de tener voz después de siglos de opresión. En boca de Hegseth, paradójicamente, se convierte en sinónimo de decadencia.
Los efectos reales de las mujeres en puestos de combate
Estudios internos del Pentágono han demostrado que la inclusión de mujeres en roles de combate no ha reducido la capacidad operativa de las unidades. Según un informe de 2022, los equipos mixtos tienden a ser más meticulosos en planificación y ejecución de misiones, y presentan tasas más bajas de errores tácticos en entrenamiento. Además, las mujeres han realizado aportaciones estratégicas cruciales en operaciones en Irak y Afganistán.
Capitán Lory Manning, quien sirvió 25 años en la Marina comandando hasta a 400 personas, explicó que “si las mujeres fueran una desventaja, ya se habría notado hace décadas. Pero la verdad no ha acompañado nunca a quienes dudan de nuestras capacidades.”
¿Qué estándar masculino? La falacia detrás del argumento
Lo que Hegseth llama “estándar masculino” no existe como medida universal. Cada rama del ejército tiene requisitos físicos vinculados al tipo de misión. Existen pruebas específicas para roles, no para géneros. Un soldado, hombre o mujer, que quiera entrar a las Fuerzas Especiales debe completar circuitos extremos de fuerza, resistencia y agilidad. Y quienes no los superan, no son admitidos, sin importar sexo u orientación.
La idea de que las mujeres reciben trato preferencial o excepciones es parte de un narrativa sin respaldo estadístico. Solo el 10% de los aspirantes mujeres logra finalizar entrenamientos como Ranger School o BUD/S para los SEALs, frente a un 30% de hombres. Pero quienes lo logran han alcanzado exactamente la misma meta.
Apoyos conservadores y la politización del ejército
Algunos políticos republicanos, incluida la senadora Joni Ernst y la representante Nancy Mace, respaldaron el discurso de Hegseth. “La misma vara para todos”, reafirmaron. Sin embargo, admiten que actualmente las pruebas ya no distinguen género en los roles críticos como infantería, aviación o artillería.
Esto evidencia que más que una necesidad militar, el discurso de Hegseth refleja una maniobra política orientada a alimentar una base ideológica. Un sector que se siente incómodo con la representación diversa en las fuerzas armadas y quiere restaurar una mirada nostálgica y masculina del ejército.
¿Qué persiguen estas declaraciones?
En el contexto de una posible reelección de Trump, movimientos como el de Hegseth no son inocentes. Buscan reforzar una apuesta de campaña basada en eliminar todo rastro de progresismo del aparato federal. Reducir la inclusividad en el ejército es una manera simbólica —y eficaz— de decirle a sus votantes más conservadores que “Estados Unidos volverá a ser como antes”.
Como afirmó Mikie Sherrill, ex piloto de la Navy y actual candidata demócrata a gobernadora de Nueva Jersey: “Este no fue un discurso militar, fue una escenificación para promover su imagen de tipo duro. Y utilizar al ejército para agendas ideológicas es impropio e irresponsable.”
Cuando lo 'woke' significa simplemente ‘incluir’
Activistas como Seena Hodges, fundadora de The Woke Coach, sostienen que más allá de su campaña de desprestigio, lo woke tiene que ver con conciencia emocional y responsabilidad social. “No se trata de favorecer minorías, sino de humanizar espacios laborales”, dice.
La actriz Jane Fonda recientemente recordó esto en su discurso de premiación en los SAG Awards: “Empatía no es debilidad ni woke. Estar ‘despierto’ es simplemente preocuparte por los demás.” Difícil rebatir un argumento tan simple como poderoso.
El ejército refleja, como cualquier otro organismo estatal, las tensiones y cambios de una sociedad diversa. Pretender encajarlo en uniformes ideológicos únicamente entorpece su eficacia y lo hace vulnerable a conflictos internos. En tiempos donde la cooperación multinacional, el uso de ciberfuerzas y las amenazas asimétricas son protagonistas, es lamentable que el debate se estanque en músculos y machismo.