Correr para resistir: El club de running que desafía el miedo en Huntington Park

En medio de redadas migratorias y políticas hostiles, un grupo de corredores latinos transforma las calles de Los Ángeles en un acto de resistencia comunitaria

Una comunidad en movimiento, una comunidad en resistencia

En el corazón de Huntington Park, una ciudad del condado de Los Ángeles con fuerte presencia latina, un grupo de corredores ha encontrado mucho más que una rutina de ejercicio. Liderado por Iris Delgado, el Huntington Park Run Club surgió hace dos años como una manera de promover la vida activa, pedir pasos peatonales y vías para bicicletas. Hoy, es símbolo de resistencia ante el miedo instaurado por las redadas migratorias impulsadas durante la administración de Donald Trump.

Correr como acto político

La persecución migratoria en esta zona ha sido implacable. Empresas como Home Depot han sido blanco de redadas múltiples, incluso durante eventos escolares como ceremonias de graduación. Familias enteras permanecen en sus casas por temor a ser blanco de la migra. Algunos residentes han vivido escenas tan extremas como ver sus hogares violentados con explosivos. Todo como parte de búsquedas de personas sospechosas, muchas de las cuales finalmente son liberadas sin cargos, como ocurrió en junio pasado.

Pero mientras unos se esconden, este grupo sale a correr. “Seguir ocupando espacio, incluso corriendo, es resistencia”, afirma Evelyn Romo, de 25 años, quien se unió al club tras regresar de la universidad.

Organización, seguridad, comunidad

El club nunca cancela sus sesiones, incluso en medio del miedo. Salen a correr dos veces por semana. Hay un bike marshal, un ciclista voluntario que los acompaña en bicicleta eléctrica para asegurarse de que todos estén bien. Iris reparte volantes y tarjetas con información sobre los derechos que cada persona, sin importar su estatus migratorio, tiene ante un arresto federal.

Las edades de los corredores varían entre los 11 y los 70 años. Y aunque no preguntan por el estatus legal de sus miembros, Delgado admite que nadie es ajeno al trauma colectivo que atraviesa su comunidad. “Nuestro valor principal es cuidar unos de otros. Esta ya es parte de nuestra cultura”, enfatiza.

Un club que enfrenta la política con pasos firmes

En el contexto de Los Ángeles, donde casi un tercio de sus 10 millones de habitantes nacieron fuera de EE.UU., la vigilancia migratoria ha creado un ambiente asfixiante. A muchas personas se les detiene por hablar español o simplemente estar en zonas con alta concentración latina.

En 2023, la Corte Suprema levantó las restricciones que impedían a los agentes de migración detener personas únicamente por su raza, idioma o lugar de trabajo. Desde entonces, han intensificado los controles «al azar», lo que ha llevado a ciudadanos estadounidenses y residentes legales a también vivir con temor.

Rompiendo el silencio con visibilidad

Marco Padilla, de 18 años, ha sido parte del club desde su inicio. Fue testigo de redadas desde el interior de su escuela preparatoria. “Algunos han decidido esconderse... pero nosotros optamos por lo contrario”, sentencia.

Este acto de visibilidad no es casual. Al contrario: los corredores consideran que salir a las calles es una forma valiente de reclamar el espacio público. Sus redes sociales se han convertido en un canal importante de diseminación de alertas, como la presencia de agentes federales en ciertos puntos o estrategias de seguridad.

Solidaridad que trasciende la carrera

El club ha recolectado hasta ahora cerca de $8,000 dólares en fondos comunitarios. Estos se usan para apoyar a jornaleros (trabajadores informales) que esperan trabajo en los estacionamientos de tiendas como Home Depot, sitios que también han sido blanco de vigilancia migratoria.

Además, han realizado entrenamientos para enseñar a documentar redadas sin ponerse en riesgo, y compartido contactos legales confiables. Algunos corredores han presenciado operativos mientras entrenaban individualmente y alertaron de inmediato al grupo.

El carácter comunitario del club no se limita al ejercicio físico. Cada encuentro se convierte en una mezcla de apoyo emocional, información crucial y empoderamiento ciudadano.

No es solo un club, es un símbolo

Muchos ven el Huntington Park Run Club como un simple grupo de deporte amateur. Pero en realidad, representa un movimiento que encapsula lo mejor del espíritu latino en EE.UU.: resiliencia, unidad y dignidad frente a adversidades políticas.

Desde la época de las marchas pro inmigrantes en 2006, pasando por el movimiento Dreamers y la defensa del programa DACA, hasta el presente, la comunidad ha transformado el activismo en algo cotidiano: desde el graffiti, la música, hasta correr con un grupo de vecinos.

Este tipo de movilización barrial también recuerda a movimientos similares en ciudades como Chicago, New York o incluso El Paso, donde las crisis fronterizas y las acciones de ICE han encendido la resistencia cívica desde espacios poco convencionales: iglesias, escuelas, bibliotecas y, por supuesto, las calles del vecindario.

Huntington Park en el mapa de la dignidad

La historia del club de corredores de Huntington Park no ha pasado desapercibida. En los últimos meses han aparecido en medios locales e internacionales, siendo reconocidos como un ejemplo de organización comunitaria frente a la opresión.

En un entorno donde salir a la calle se convierte en un riesgo político, este grupo ha decidido que la mejor respuesta es seguir adelante, paso a paso. Convertir miedo en movimiento, soledad en comunidad y silencio en visibilidad.

Seguimos corriendo porque resignificar nuestras calles es defender nuestro derecho a existir con dignidad”, concluye Iris Delgado.

Y mientras las políticas migratorias sigan amenazando los derechos fundamentales de millones en Estados Unidos, habrá quienes, como este club de corredores, respondan con zapatillas en los pies, información en la mano y determinación en el corazón.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press