El renacer de los lanzadores: la era de los 100 mph en las Grandes Ligas
Entre récords de velocidad, lesiones en aumento y joyas como la de Tarik Skubal, el béisbol vive una transformación que desafía al cuerpo humano
Por años, el béisbol ha sido considerado un arte de precisión, estrategia y resistencia. Pero en las últimas temporadas, ha emergido un nuevo protagonista: la velocidad descomunal en el montículo. Hoy, los lanzadores parecen salidos de una fábrica de cohetes, capaces de lanzar rectas que superan las 100 millas por hora con facilidad. Esta tendencia domina titulares, impacta estadísticas y redefine cómo se evalúa a los lanzadores. Pero también plantea interrogantes cruciales: ¿cuánto puede resistir el cuerpo humano?
Skubal y la joya en Cleveland: un retrato del pitcher moderno
En un escenario cargado de tensión y con un boleto a la Serie Divisional en juego, Tarik Skubal demostró por qué es candidato al premio Cy Young de la Liga Americana. El lanzador zurdo de los Detroit Tigers igualó el récord de la franquicia con 14 ponches en postemporada durante una victoria 2-1 sobre los Cleveland Guardians.
Más allá del resultado, lo impresionante fue la forma de lograrlo: Skubal lanzó 107 pitcheos, 73 de ellos strikes, mantuvo una velocidad promedio de recta de 99.1 mph —1.6 mph por encima de su media de temporada— y permitió solo tres hits en 7 2/3 entradas.
El hecho de que uno de estos lanzamientos había golpeado en la cara al bateador David Fry una semana antes en el mismo estadio no afectó su temple. Hombres como Skubal ilustran la evolución del pitcher: agresivo, dominante, veloz.
Los números que definen la era de las llamas
Lo que antes era extraordinario hoy ya es norma. Según datos de MLB Statcast:
- La recta promedio de brazos derechos alcanzó las 95 mph por primera vez en la historia.
- La velocidad media total fue de 94.5 mph, cuando en 2008 —inicio del seguimiento— era de apenas 91.9 mph.
- En 2025 se registraron 3,700 pitcheos por encima de 100 mph, un aumento respecto a los 3,321 del año anterior. Solo en 2023 hubo más (3,880).
- Mason Miller, ahora con los Padres, lanzó 422 rectas de tres dígitos —el 43.4% de sus envíos—, incluyendo las siete más rápidas del año, con un máximo de 104.2 mph.
- Hunter Greene, de los Reds, completó 296 lanzamientos de 100 o más mph.
Estos no son casos aislados: todo el sistema del béisbol, desde ligas menores hasta academias privadas de entrenamiento, ha priorizado maximizar la potencia. Pero quizá hemos cruzado una delgada línea.
¿El precio de la potencia? Lesiones en ascenso
El incremento sostenido de la velocidad no es inocuo. La Major League Baseball encargó un estudio en diciembre pasado que señala la correlación entre el aumento de la velocidad, la manipulación del movimiento del pitcheo (conocida como pitch shaping) y el aumento de las lesiones.
Chris Young, presidente de operaciones de los Texas Rangers, lo expresó claramente: “En algunos casos, sin la velocidad, un jugador no avanza. Pero al ganarla, también llegan los riesgos”.
La MLB incluso ha restringido el ojeo durante el invierno para evitar el entrenamiento desmedido de adolescentes. La madurez física muchas veces no acompaña la intensidad que les exigen a los jóvenes.
Otra era en la loma: ¿el fin del abridor tradicional?
En paralelo, cambió el paradigma del abridor. Según el Elias Sports Bureau:
- Los abridores promediaron solo 15.56 outs por juego (poco más de cinco entradas y un tercio).
- Lanzaron un promedio de 85 pitcheos por salida, cifras similares a las del año pasado, pero muy por debajo de épocas pasadas.
El béisbol ha generado una nueva estrategia: minimizar la exposición del lanzador mientras maximiza su rendimiento explosivo. El modelo de cinco o seis entradas de dominio absoluto ha vuelto obsoleta la figura de los juegos completos.
De hecho, en 2025 solo se completaron 29 juegos completos en toda la liga, apenas uno más que la cifra más baja de la historia el año anterior.
¿Y la ofensiva? Entre ajustes y resistencias
No solo los lanzadores han cambiado. Los bateadores también enfrentan una nueva realidad: menos tiempo, más potencia adversaria y una mayor necesidad de ajustar su swing.
Algunas estadísticas ofensivas de la temporada 2025:
- El promedio de bateo fue de .245, levemente superior al del 2024 (.243), pero aún muy cerca del histórico mínimo de .237 en 1968.
- Apenas 7 jugadores calificaron con promedio de .300 o más, la segunda menor cifra desde que se tienen registros, solo superada por los 6 de 1968.
- Trea Turner ganó el título de bateo de la Liga Nacional con .304, el más bajo registro ganador en la historia.
- Se conectaron 1.16 cuadrangulares por partido, un alza respecto al 1.12 de 2024, pero lejos del 1.39 de 2019.
- Las bases robadas descendieron a 3,440 tras los 3,617 del 2024, a pesar de seguir con bases más grandes y restricciones de lanzamientos a bases.
Muchos equipos optan por estrategias que privilegian el poder, incluso a costa del contacto. Por ello, destaca aún más el desempeño de bateadores como Salvador Pérez, quien este año —a sus 35 años— pegó 30 jonrones y empujó 100 carreras a pesar de un promedio discreto (.236).
Zoom en la rotación: ¿cuál es el perfil ideal del pitcher?
Los lanzadores que permanecen saludables y efectivos son oro puro. Por ejemplo, los Reales de Kansas City aún apuestan por reconstruir su rotación alrededor de Cole Ragans, quien fue dominante tras volver de una lesión. Lo acompañan veteranos como Michael Wacha y Seth Lugo, y jóvenes valores como Noah Cameron.
La pregunta persiste: ¿puede el brazo humano tolerar ciclos anuales de entrenamiento de triple dígito en velocidad seguida de una temporada de 162 juegos al más alto nivel?
El desafío hacia el 2026 será encontrar un punto de equilibrio entre desarrollo físico, prevención médica y efectividad competitiva.
Skubal y más allá: ¿la cara del nuevo béisbol?
Jugadores como Tarik Skubal son el epítome del béisbol moderno. Dominantes, preparados quirúrgicamente para controlar la zona de strike y capaces de alcanzar velocidades de ensueño. Pero esa misma característica puede ser un arma de doble filo.
La evolución tecnológica, los sistemas de análisis biomecánico y los modelos de entrenamiento cruzado (como el Driveline Baseball) seguirán produciendo lanzadores con capacidades físicas impensadas hace solo una década.
Pero no olvidemos una máxima fundamental: el béisbol no es una ciencia exacta. Es un deporte, jugado por humanos.