Honolulu planta el futuro: cómo una ciudad está cultivando alimentos en el transporte público
Una revolución urbana con sabor local: tomates, kalo y albaha reemplazan al césped en estaciones de tren, mientras residentes y autoridades reimaginan la agricultura urbana
De asfalto a alimentos: el experimento verde de Honolulu
Imagínate caminando hacia tu tren para ir al trabajo y poder recolectar tomates maduros, hojas de kalo o cebollinos frescos justo antes de abordar. Esto no es una fantasía de revistas ecológicas, sino una realidad emergente en Honolulu, Hawái. La capital del estado más remoto de EE. UU. está liderando una inesperada revolución agrícola donde transitamos no solo sobre raíles, sino también entre jardines comestibles.
La ciudad ha comenzado a transformar sus estaciones del sistema de tren metropolitano Honolulu Skyline en hubs de alimentos públicos. Con más de media docena de jardineras repletas de cultivos como tomates, berenjenas, boniatos, albaha y taro (kalo), el proyecto marca un giro radical con respecto a las políticas urbanas anteriores que prohibían los cultivos comestibles en espacios públicos.
Volver a las raíces bajo un nuevo paradigma
Durante décadas, las autoridades estatales y municipales de Hawái evitaron plantar árboles o cultivos comestibles en espacios públicos debido a preocupaciones legales: cocos que pudieran caer sobre la gente, frutas robadas, mangos en el suelo que hicieran resbalar a alguien… En resumen: el miedo a la responsabilidad legal.
Pero ese paradigma se está desmoronando. Honolulu figura entre las 50 ciudades finalistas del Mayors Challenge 2021 de Bloomberg Philanthropies, una competencia internacional con un premio de un millón de dólares para iniciativas municipales innovadoras destinadas a reimaginar los servicios públicos. Su propuesta: integrar comida, vivienda y transporte público.
Un tren con sabor a hogar
En las paradas piloto en Kapolei y Waipahu, los típicos arbustos decorativos han sido reemplazados por especies nativas y comestibles como ūlu (fruto del pan), āwikiwiki y el ya citado kalo. Al mismo tiempo, voluntarios y organizaciones como Grow Good Hawaiʻi o ʻElepaio Social Services se encargan del cuidado y cosecha de estos microjardines urbanos.
No es una utopía agrícola improvisada: también se ha planificado la instalación de una despensa móvil de alimentos y mercados de agricultores estratégicamente ubicados durante las horas punta. De este modo, el acceso a alimentos frescos se vuelve tan cotidiano como tomar el tren.
¿Comida gratis? Un cambio de mentalidad
La directora de la Oficina de Revitalización Económica de Honolulu, Amy Asselbaye, ha explicado que la comunidad ha pedido durante años árboles frutales y huertos en sus vecindarios. Sin embargo, los obstáculos eran casi insalvables: normativas de zonificación, quién se haría cargo de los cultivos, posibles conflictos por cosecha…
Pero ahora, con el respaldo municipal e interés ciudadano, se ha optado por establecer un prototipo sin demasiadas reglas. Dice Asselbaye: “Queremos crear esa posibilidad y ver cómo responden los residentes”.
Datos que respaldan la siembra urbana
- Según Kaulunani Urban and Community Forestry Program, los árboles urbanos en Hawái proporcionan beneficios ambientales valorados en $90 por cada árbol.
- Por cada dólar invertido en cuidado forestal urbano, se generan $3 en beneficios: mitigación de lluvias, reducción de calor urbano, almacenamiento de carbono y purificación del aire.
- En conjunto, los árboles urbanos de Hawái almacenan más de 25,000 toneladas de CO₂, mitigan el escurrimiento de 35 millones de galones de agua pluvial y eliminan 3,340 toneladas de contaminantes atmosféricos anualmente.
Una deuda con el pasado… y con el futuro
La idea de cultivar alimentos en espacios urbanos no es nueva en Hawái. En 2013, se aprobó la Ley 202, que alentaba la inclusión de programas de agricultura urbana en proyectos de viviendas asequibles. Pero como descubrió el planificador alimentario Hunter Heaivilin en su tesis de maestría en 2014, múltiples barreras políticas y legales impidieron cualquier avance.
Heaivilin identificó más de 10,000 acres urbanas en Honolulu con potencial agrícola, pero atrapadas en un limbo legal. En sus conversaciones, las plantas frutales eran catalogadas como “una molestia atractiva”, por lo que muchos proyectos comunitarios fueron bloqueados o abandonados.
Un nuevo ecosistema en el corazón de la ciudad
Con este nuevo experimento urbano, la ciudad no solo busca plantar alimentos, sino también plantar conciencia climática, soberanía alimentaria y resiliencia comunitaria.
El gobernador Josh Green ha declarado el 2025 como “El Año de Nuestros Bosques Comunitarios”, y el estado está comprometido a seguir colaborando con organizaciones locales para aprovechar las tierras públicas para reforestación urbana y alimentaria.
Según la urbanista forestal estatal Heather McMillen, los retos legales todavía existen, pero el objetivo es encontrar soluciones con participación y liderazgo comunitario: “Sabemos que el cambio climático será más severo. Necesitamos más árboles, más sombra, incluso más arbustos”.
Y el modelo hawaiiano podría ir más allá
Desde París hasta Medellín, las ciudades del mundo comienzan a experimentar con formas de agricultura urbana integrada. Honolulú, sin embargo, está yendo un paso más allá al entrelazar comida y transporte público en un ecosistema donde los bienes comunes realmente lo son.
Paul Arinaga, fundador de Grow Good Hawaiʻi, lo resume con precisión: “Esto no es ciencia espacial. Es sentido común. Y es hora de aplicar ese sentido común a nuestras ciudades”.
Quizás lo que creíamos que debía crecer lejos —los alimentos— pueda empezar a florecer justo donde vivimos, trabajamos… o simplemente tomamos el tren.