Pfizer, Trump y la nueva era del gasto farmacéutico: ¿acuerdo histórico o estrategia política?
La farmacéutica invertirá $70 mil millones en manufactura en EE.UU. y reducirá precios para Medicaid, bajo presión de la administración Trump
En un giro sorprendente pero cuidadosamente calculado, Pfizer ha firmado un acuerdo con el expresidente Donald Trump que promete reducir los costos de medicamentos recetados para Medicaid y aumentar masivamente la inversión en la manufactura nacional. A simple vista, parece un triunfo para los pacientes de bajos ingresos y una victoria política para el exmandatario republicano. Pero, ¿qué se esconde detrás de este aparente logro? Aquí exploramos todos los ángulos de esta noticia con una perspectiva analítica.
Un acuerdo de magnitudes históricas
El anuncio fue realizado en un evento en la Casa Blanca donde Trump apareció junto al CEO de Pfizer, Albert Bourla. Bajo los términos del acuerdo, Pfizer aplicaría precios de nación más favorecida a los medicamentos nuevos y existentes cubiertos por Medicaid. Es decir, EE.UU. pagará por estos medicamentos el mismo precio más bajo que Pfizer ofrezca en cualquier otro país desarrollado.
Además, la farmacéutica se ha comprometido a invertir $70 mil millones en instalaciones de manufactura dentro de los Estados Unidos, una medida con la que la administración Trump busca repatriar empleos y potenciar la industria nacional.
¿Qué es el precio de "nación más favorecida"?
Este modelo de precios no es nuevo a nivel internacional. La OCDE ha reportado que países como Alemania, Canadá y Australia usan estándares similares para negociar precios con las farmacéuticas. Lo interesante aquí es que Estados Unidos, históricamente uno de los países que paga más en medicamentos, adopta finalmente esta estrategia.
¿Cómo afecta esto a Medicaid?
Medicaid es un programa conjunto entre los estados y el gobierno federal que proporciona seguro médico a personas con ingresos bajos. Aunque los copagos para los pacientes serán mínimos, ya que muchos pagan solo unos cuantos dólares por receta, el efecto más trascendental será en los presupuestos estatales. Con este nuevo modelo de precios, los estados pagarán considerablemente menos por los mismos medicamentos.
Trump afirmó que esto "va a tener un impacto enorme en bajar los costos de Medicaid como nunca antes", una afirmación que, aunque ambiciosa, se alinea con la lucha del expresidente por romper los monopolios farmacéuticos que han dominado el sector durante décadas.
Los medicamentos de Pfizer más populares
Pfizer es una de las empresas farmacéuticas más grandes de EE.UU. Su portafolio incluye:
- Comirnaty: Vacuna contra el COVID-19
- Paxlovid: Antiviral para COVID-19
- Eliquis: Anticoagulante para prevenir embolias
- Prevnar: Vacuna contra la neumonía
- Ibrance: Medicamento para el cáncer de mama
Todos estos medicamentos podrían estar sujetos a la nueva política, aunque no se han especificado todos los detalles aún.
Un acuerdo con sabor político
Trump firmó una orden ejecutiva en mayo dando 30 días a las farmacéuticas para reducir voluntariamente los precios, so pena de imponer límites obligatorios desde el gobierno federal. Posteriormente, envió cartas a 17 empresas farmacéuticas pidiéndoles que tomen medidas similares a las de Pfizer. De ese grupo, Pfizer es la primera en ceder ante la presión federal.
En las palabras del Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., quien participó en el anuncio: “Los estadounidenses no deberían pagar 300, 400 o incluso 1.000% más que los ciudadanos de otros países por el mismo medicamento”.
Pero, ¿a qué precio nacional?
El acuerdo también tiene sus aristas polémicas. Desde este jueves, entra en vigor un arancel del 100% a los medicamentos de marca importados, una medida que podría hacer subir los precios para ciertos fármacos, al menos a corto plazo.
No obstante, Trump aclaró que estos aranceles no se aplicarán a medicamentos genéricos ni a aquellas compañías que estén invirtiendo en manufactura dentro de EE.UU., como Pfizer.
El trasfondo del control de precios en EE.UU.
Durante años, EE.UU. ha sido criticado por no regular los precios de los medicamentos de forma centralizada como lo hacen otros países. Un estudio de 2020 publicado en JAMA reveló que los precios de medicamentos en EE.UU. son en promedio 2.56 veces más altos que en otros países desarrollados (fuente).
La razón fundamental de estos altos costos ha sido la falta de regulación en un mercado donde el precio lo dicta la farmacéutica. Incluso Medicare, el programa de seguro para mayores de 65 años, no tenía autorización para negociar directamente los precios hasta cambios legislativos recientes.
¿Inversión en manufactura o incentivo electoral?
Los $70 mil millones que Pfizer invertirá en instalaciones de producción dentro del país han sido descritos por la administración Trump como una victoria para los trabajadores estadounidenses. Sin embargo, aún no se han publicado detalles concretos como fechas, ubicaciones o número de empleos generados.
Expertos han señalado que este tipo de anuncios puede tener una doble función: ser un impulso real a la economía y, al mismo tiempo, una estrategia electoral en momentos de alta polarización política.
La telemedicina y el acceso directo como una tendencia
Pfizer y otras farmacéuticas han comenzado a vender productos directamente a consumidores a través de sus plataformas digitales, como en el caso de Zepbound, medicamento contra la obesidad de Eli Lilly, o el anticoagulante Eliquis en conjunto con Bristol-Myers Squibb.
Esta estrategia surge en parte como respuesta al crecimiento explosivo de la telemedicina durante la pandemia de COVID-19. Ahora, muchos pacientes están más cómodos recibiendo atención y medicamentos directamente en sus hogares.
¿Qué dicen los críticos?
Las preocupaciones sobre la centralización de políticas de precios no han desaparecido. Algunos sectores argumentan que imponer restricciones de precios podría disminuir la innovación en I+D farmacéutica, ya que las ganancias reducidas en EE.UU. podrían frenar futuras inversiones.
Otros temen que las farmacéuticas intenten compensar la pérdida de ingresos subiendo los precios fuera del ámbito de Medicaid o reduciendo la disponibilidad de nuevos medicamentos en el mercado estadounidense.
¿Y qué viene después?
Este acuerdo podría ser un punto de inflexión en la relación entre el gobierno federal y la industria farmacéutica. Si otras compañías como Johnson & Johnson, Merck o Eli Lilly siguen el ejemplo de Pfizer, podríamos estar ante un nuevo paradigma de control de precios en EE.UU.
Pero si otras farmacéuticas deciden resistirse —o si Pfizer ve mermadas sus ganancias— podríamos asistir al inicio de una batalla legal y económica sin precedentes dentro del sector salud.
El debate está abierto. ¿Es esta una victoria para los ciudadanos frente al poder de Big Pharma, o una jugada política disfrazada de reforma estructural?