Sweida desafía a Damasco: la rebelión drusa que reconfigura el sur de Siria

Entre demandas de autonomía, violencia sectaria y nuevos lazos con Israel, la minoría drusa impulsa un giro histórico en la geopolítica siria

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

El despertar de Sweida: ¿una nueva entidad autónoma en Siria?

Siria, tras más de una década de guerra civil devastadora, parecía encaminada hacia una reconstrucción bajo una nueva administración central. Sin embargo, el verano pasado marcó un punto de inflexión inesperado: la ciudad de Sweida, capital espiritual de la minoría drusa, ha iniciado un proceso de autogobierno que acerca a la región al abismo de la secesión. Este movimiento no solo desafía el frágil poder del gobierno en Damasco, sino que también revela grietas profundas en el mosaico étnico y sectario del país.

El fracaso de la intervención del gobierno y el estallido de las tensiones sectarias

En julio, tropas del gobierno sirio ingresaron a Sweida bajo el pretexto de restaurar el orden tras enfrentamientos locales entre milicias vinculadas al líder espiritual druso, Sheikh Hikmat al-Hijri, y clanes beduinos. Lejos de estabilizar la situación, el resultado fue catastrófico: decenas de civiles drusos asesinados, aldeas reducidas a cenizas y una sociedad profundamente traumada.

“La idea principal ahora es que debemos separarnos de Damasco para evitar otra masacre”, declaró Omar Alkontar, un joven estudiante de biología cuya aldea fue atacada.

Las imágenes compartidas por redes sociales alimentaron la indignación: hombres armados torturando y matando a civiles drusos, obligando a ancianos a afeitarse sus bigotes, un acto de humillación cultural en la tradición drusa. Este suceso consolidó un giro ideológico sin precedentes: la posibilidad real de autonomía drusa o incluso independencia.

El surgimiento de un gobierno paralelo druso

En un movimiento audaz, Hikmat al-Hijri proclamó en agosto la creación del Consejo Legal Supremo, una estructura de facto que actúa como administración integral para Sweida. A esta estructura se suma la agrupación de milicias locales bajo el paraguas de la Guardia Nacional, un nuevo cuerpo armado que aglutina antiguos combatientes anti-ISIS, milicianos antipandillas y hasta miembros de milicias pro-Assad reconvertidos.

Entre los aliados de al-Hijri se encuentran ahora los Hombres de Dignidad, grupo que anteriormente colaboraba con Damasco. La traición percibida tras las masacres de julio rompió alianzas, y la base social en Sweida se alineó casi por completo con al-Hijri.

“Pedimos a todos los honorables del mundo que acompañen nuestro llamado a establecer una región separada que nos proteja hasta el fin de los tiempos”, declaró al-Hijri durante una ceremonia pública en Karama Square.

¿Federalismo o ruptura total?

La sociedad drusa no es monolítica. Mientras algunos sectores llaman a la creación de un sistema federal dentro de Siria, otros, especialmente los más jóvenes y dañados por la guerra, claman por la partición territorial total. Para muchos, seguir ligados a un gobierno que no los protegió es inconcebible.

El investigador sirio Mazen Ezzi, desde su exilio en París, lo resume así: “La violencia en Sweida envió una señal de alarma no solo entre los drusos, sino también en otras minorías. Muchos entienden que continuar dentro del nuevo status quo político sirio será extremadamente difícil”.

Israel entra en escena: una alianza impensada

Durante casi un siglo, los drusos de Siria fueron pilares del nacionalismo secular sirio. Participaron en rebeliones contra el Imperio Otomano y el Mandato francés, y durante décadas se resistieron a los intentos de colaboración con Israel. Sin embargo, el trauma de julio reconfiguró ese mapa político y afectivo.

Cuando estalló la violencia sectaria y el ejército sirio comenzó a atacar aldeas drusas, el líder espiritual druso en Israel, Sheikh Mowafak Tarif, pidió públicamente intervención militar israelí. Sorprendentemente, Israel respondió con bombardeos dirigidos contra posiciones del ejército sirio, incluyendo un ataque a la sede del Ministerio de Defensa en Damasco. A los pocos días, las tropas sirias se retiraron de Sweida.

“No es que ahora amemos a Israel”, explicó Alkontar tras participar en otra protesta, “pero nos sentimos más seguros después de esos bombardeos. Y eso es muy triste”.

En Karama Square ahora ondean banderas de cinco colores que representan al drusismo, pero también algunas banderas israelíes, un signo visual de la desilusión con el nacionalismo árabe que antes definía la identidad drusa.

Damasco intenta recuperar el control

El presidente interino Ahmad al-Sharaa —un exmilitante islamista vinculado a Al-Qaeda, que prometió una transición democrática tras el colapso del régimen de Bashar al-Assad— ha intentado tender puentes con los sectores rebeldes de Sweida. Formó una comisión investigadora y organizó conversaciones con líderes drusos moderados.

No obstante, en Sweida prevalece el escepticismo. “Cuando cayó el régimen de Assad, fuimos los primeros en celebrar”, dice una joven cuya familia fue asesinada durante los ataques. “Pero Ahmad al-Sharaa es otro extremista asesino disfrazado de salvador”.

A inicios de septiembre, Damasco firmó, junto a Estados Unidos y Jordania, una propuesta para repatriar familias desplazadas, entregar ayuda y fomentar la reconciliación. Nadie en Sweida la tomó en serio.

Una minoría con peso histórico

Los drusos, una comunidad esotérica derivada del Islam ismailí pero con prácticas religiosas y filosóficas únicas, constituyen alrededor del 3% de la población siria, unos 700.000 ciudadanos antes de la guerra. Mundialmente se estima que hay un millón, distribuidos entre Líbano, Israel, los Altos del Golán y Siria.

Durante más de cincuenta años, bajo la familia Assad, disfrutaron de cierta autonomía tácita. Pero también asumieron roles claves en el ejército y el aparato de inteligencia, en una alianza pragmática. Esa relación comenzó a deteriorarse con el inicio de la guerra civil en 2011.

El actual movimiento separatista cuestiona el mito de “unidad nacional” promovido por el régimen, y abre la posibilidad de que otras minorías —alawitas, cristianos, kurdos— replanteen su lealtad al Estado central.

El significado regional: ¿un nuevo Kurdistán druso?

La comparación más inmediata es con el autogobierno kurdo en el noreste de Siria, la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). Este modelo ha inspirado a los liderazgos drusos, aunque con matices: los drusos carecen de recursos energéticos propios como los kurdos, y no tienen el respaldo militar de una potencia extranjera como Estados Unidos.

No obstante, algunos analistas señalan que Israel podría ocupar ese rol de patrocinador estratégico, especialmente si la situación humanitaria en Sweida se agrava y se mantienen los vínculos entre Tarif y al-Hijri.

“Estamos viendo el nacimiento de otra zona autónoma en Siria, con apoyo foráneo, potencial para consolidarse territorial y políticamente, y motivaciones identitarias fuertes”, explica Jalal Naser, del Instituto Carnegie para Medio Oriente.

¿Es inevitable la secesión?

Muchos líderes drusos insisten en que su objetivo no es crear un Estado independiente, sino proteger a su comunidad. Pero la conversación sobre federación, autonomía extendida y confederalismo se está acelerando.

“Preferiría que siguiéramos siendo parte de Siria, pero sin este grupo gobernante”, reflexionó Alkontar. “Mientras estén ellos en el poder, ni siquiera el federalismo nos hará sentir seguros”.

A medida que las tensiones persisten, la crisis en Sweida podría convertirse en el catalizador de una reconfiguración geopolítica profunda en el sur de Siria, con implicaciones directas para Israel, Jordania, Líbano y las fuerzas internacionales presentes en la región.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press