¿A quién culpa el pueblo estadounidense durante un cierre del gobierno? Un análisis profundo del desgaste político en Washington

Mientras los demócratas asumen nuevos riesgos políticos y la desaceleración económica se intensifica, el cierre del gobierno en EE.UU. deja a la población más confundida que nunca: ¿cuál es el costo real de estos enfrentamientos?

Un problema cíclico en la política estadounidense

Desde el cierre del gobierno federal de 2018-2019, que duró un total de 35 días —el más largo en la historia de Estados Unidos—, los estadounidenses han mostrado un creciente hartazgo hacia el estancamiento legislativo. La causa de aquel cierre fue una disputa entre el expresidente Donald Trump, que exigía financiación para el muro fronterizo entre EE.UU. y México, y los demócratas liderados por la entonces presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, que se negaron tajantemente a la propuesta.

En aquel entonces, la mayoría del electorado responsabilizó a Trump. Según una encuesta de AP-NORC realizada durante la paralización, cerca del 70% de los encuestados indicó que Trump tenía 'mucha' o 'bastante' culpa. Por su parte, el 60% culpó a los republicanos en el Congreso, y un 50% también tuvo críticas hacia los demócratas.

El déjà vu de 2025: ¿nueva narrativa, misma frustración?

A mediados de 2025, el país enfrenta nuevamente un cierre gubernamental parcial. Esta vez, el guion ha cambiado: los demócratas han adoptado una estrategia más beligerante. En lugar de ceder ante un proyecto de ley provisional propuesto por los republicanos, han exigido una ampliación de beneficios de salud que están por expirar.

Sin embargo, según una encuesta reciente de The New York Times/Siena College, el electorado no está convencido. Un 66% de los votantes registrados opina que los demócratas no deberían haber permitido el cierre, incluso si sus peticiones no eran satisfechas.

Las diferencias se acentúan aún más dependiendo de la filiación política:

  • El 90% de los republicanos se opone a que los demócratas hayan cerrado el gobierno.
  • El 60% de los independientes también rechaza la medida.
  • Solo el 47% de los demócratas la apoya, lo cual muestra una división incluso dentro del partido gobernante.

Consecuencias tangibles de una política estancada

Más allá de la narrativa política, un cierre del gobierno afecta al funcionamiento general del país. Por ejemplo, este cierre impidió la publicación de datos económicos clave como el informe mensual de empleo y datos semanales de solicitudes de subsidio de desempleo. Su ausencia tiene un efecto inmediato en la toma de decisiones financieras del país a todos los niveles.

La Reserva Federal (Fed), que depende de esta información para ajustar las tasas de interés, se encuentra en la incertidumbre. Jerome Powell, presidente de la Fed, había señalado recientemente: “Estamos en una situación de reunión a reunión, y vamos a observar los datos”.

Sin datos precisos, los analistas y legisladores operan en una especie de niebla legislativa y económica. “La economía es como un avión sin radar cuando el gobierno se paraliza”, afirmó Michael Linden, investigador del Washington Center for Equitable Growth.

La pérdida de confianza en el Congreso

Uno de los elementos más alarmantes en el debate político actual es el descontento generalizado con el Congreso. En encuestas realizadas a mediados de 2025, solo el 6% de los estadounidenses expresó tener 'mucha confianza' en aquellos que dirigen el Congreso. Un 44% dijo tener 'casi nada de confianza'.

Este nivel de desaprobación no distingue mucho entre partidos:

  • Apenas el 10% de los republicanos confía en el Congreso.
  • Apenas el 2% de los demócratas expresa esa confianza.

Este desprestigio institucional representa un peligro para la democracia estadounidense, ya que erosiona la legitimidad de las decisiones políticas en momentos críticos.

Impacto en proyectos estatales y sociales: el caso de CAMPP

El cierre del gobierno también tiene consecuencias en programas sociales y estatales, como es el caso del programa CAMPP MT (Connecting Adults and Minors through Positive Parenting). Este programa, que ayudaba a padres encarcelados a mantener relaciones con sus hijos, ya no cuenta con el apoyo financiero federal.

Desde su inicio en 2019, CAMPP había ofrecido:

  • Educación parental en prisiones
  • Visitas presenciales y videollamadas entre reclusos e hijos
  • Participación en actividades conjuntas como deportes y talleres creativos

Con la pérdida de financiamiento, las visitas ahora se limitan a encuentros convencionales bajo protocolos estrictos y videollamadas rudimentarias.

Esto pone de relieve cómo los cierres gubernamentales pueden impactar negativamente a poblaciones vulnerables. Para la familia Maw, el cierre de CAMPP significó perder un puente emocional esencial entre padre e hijo. “Fue una experiencia increíble. Cada visita fue una luz dentro de esta pesadilla”, dijo Jessica Nyemaster, madre de uno de los niños beneficiados.

Cuando todos pierden: la polarización como detonante crónico

La situación actual revela que los cierres del gobierno en EE.UU. ya no son herramientas negociadoras, sino síntomas de un modelo político desgastado por la polarización. Tanto demócratas como republicanos estiran la cuerda con cada vez menos consideración por su electorado o por las consecuencias socioeconómicas.

Aunque ciertos sectores responsabilicen parcialmente a sus 'enemigos políticos', lo cierto es que una porción cada vez mayor de votantes culpa a ambos partidos por igual. Según la encuesta antes citada, un 33% de los encuestados atribuye la culpa a ambos partidos.

En un momento en que enfrentan inflación, desempleo en aumento (la tasa subió en agosto a pesar de que la Fed había comenzado a recortar tasas) y tensiones sociales, los ciudadanos estadounidenses parecen estar gritando: “¡Basta!”

¿Estamos ante un punto de quiebre? Tal vez no. Pero lo claro es que si los dirigentes no encuentran una manera más efectiva, empática y estratégica de negociar, esta no será la última vez que Estados Unidos se enfrente al abismo… por voluntad de sus propios representantes.

¿Qué sigue?

La reincidencia de estos bloqueos legislativos y sus consecuencias concretas deberían impulsar no solo una reforma procedimental dentro del Congreso, sino también un mayor grado de responsabilidad política. En última instancia, el pueblo estadounidense no solo busca explicaciones: exige resultados.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press