¿Justicia divina o conservadurismo eterno? La Iglesia de Jesucristo y el ascenso de Dallin H. Oaks

Con la muerte del presidente Russell M. Nelson, el liderazgo de Dallin H. Oaks preocupa a fieles LGBTQ+, revive debates sobre extremismo político y pone a prueba el futuro de una de las religiones más globalizadas del siglo XXI

Un nuevo capítulo en la historia mormona

Con más de 17 millones de miembros a nivel mundial, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente conocida como iglesia mormona) afronta una nueva era tras la muerte de su presidente Russell M. Nelson, quien falleció a los 101 años. El inminente ascenso de Dallin H. Oaks como nuevo presidente reaviva las tensiones tanto internas como externas relacionadas con temas sociales, políticos y doctrinales.

Oaks es, según la tradición institucional, el siguiente en la línea de sucesión al liderazgo máximo de la Iglesia. Esta transición jerárquica ya se encuentra delineada desde hace décadas: el miembro con mayor antigüedad en el Quórum de los Doce Apóstoles lidera automáticamente la organización. Sin elecciones ni luchas internas, el proceso garantiza continuidad. Sin embargo, también genera incertidumbre para segmentos específicos de la comunidad, en especial los fieles LGBTQ+.

Dallin H. Oaks: conservadurismo legalista e influencia duradera

A sus 93 años, Oaks no solo será uno de los presidentes más longevos, sino también uno de los más doctrinalmente sólidos. Con formación jurídica y una carrera previa como juez de la Corte Suprema de Utah, su perfil resalta por su postura intelectual estructurada y una visión normativa del matrimonio y género.

Desde que ingresó al Quórum en 1984 —con pocos meses de diferencia respecto a Nelson— ha sido una figura clave en la configuración doctrinal moderna. Durante estos años, Oaks ha abogado activamente por el matrimonio tradicional y la libertad religiosa como pilares fundamentales de la iglesia.

“La intención original del término ‘género’ en nuestra doctrina fue siempre significar sexo biológico al nacer” —Dallin H. Oaks en una conferencia de líderes eclesiásticos.

Voces LGBTQ+ dentro y fuera de la iglesia: entre temor y desilusión

Mientras que Nelson suavizó el discurso alentando “amor y entendimiento”, para muchos como Noah Hanson, un joven gay criado dentro de la fe, el liderazgo de Oaks podría significar un paso atrás. Hanson teme que su relación con sus padres —que apenas comienzan a aceptar a su esposo— se vea dañada por un contexto doctrinal más rígido.

“Si Dallin H. Oaks insiste en que el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer, va a romper la unidad que finalmente estamos construyendo en nuestras familias” —Noah Hanson, miembro gay excomulgado.

Los miembros LGBTQ+ ya estaban alertas por las nuevas políticas de 2024 que limitan la participación de quienes hayan hecho “transiciones físicas o sociales”, incluyendo cambios de nombre o pronombres. Según expertos como Paul Reeve, esta línea doctrinal refleja más a Oaks que a Nelson, haciendo su inminente presidencia un terreno fértil para la inquietud.

Retrocesos y aperturas: el legado dual de Oaks

Si bien Oaks ha sido criticado por declaraciones tajantes, también ha sido parte de reformas significativas que, paradójicamente, favorecieron a la comunidad LGBTQ+. En 2019, participó en revocar una política que consideraba a parejas homosexuales “apostas” y prohibía el bautismo de sus hijos.

Además, en 2022 encabezó un compromiso para apoyar legislación federal que proteja matrimonios del mismo sexo, siempre que se garantice la libertad religiosa de la iglesia.

Estas acciones, aunque aisladas, revelan una capacidad política para el compromiso estratégico, más que una transformación teológica.

Discurso moral y extremismo político

Con la polarización en aumento dentro del cristianismo estadounidense, Oaks ha hablado en múltiples ocasiones contra el extremismo. Antes de las elecciones presidenciales de 2024, se dirigió a los fieles instándolos a evitar el odio y la violencia.

Tras el rechazo de muchos fieles a las vacunas contra la COVID-19 —a pesar del respaldo público de la iglesia— Oaks y Nelson promovieron una retórica de equilibrio político. Según el historiador Matthew Bowman, esto revela que los líderes actuales empiezan a ver el extremismo como un problema institucional real.

Estilo y temperamento: adiós sentimentalismo, llega el tecnicismo

Mientras Nelson se caracterizaba por su calidez y estilo casi pastoral, Oaks representa lo opuesto: sobriedad, argumentación jurídica y discursos más racionales que emocionales. El impacto de esta diferencia ya se vislumbra en la percepción pública de su liderazgo.

“Es mucho más analítico; prefiere enumerar principios que contar historias personales”, señala Patrick Mason, profesor de estudios religiosos en la Universidad Estatal de Utah.

¿Cambio o continuidad doctrinal?

En contraste con líderes anteriores como Gordon B. Hinckley, que impulsaron mejoras en transparencia institucional y relaciones públicas, Oaks podría priorizar la unidad doctrinal interna sobre la expansión global o modernización.

Sin embargo, sigue existiendo una vacante en el Quórum de los Doce, y el nombramiento que haga Oaks podría dar señales sobre la dirección futura de la iglesia. Algunos apuntan a Clark Gilbert, actual comisionado de educación e impulsor de políticas más ortodoxas en Brigham Young University, como un candidato viable.

Violencia reciente reaviva el debate sobre seguridad en lugares de fe

Esta transición además ocurre en un clima nacional de violencia religiosa. Apenas semanas antes de la muerte de Nelson, un atacante asesinó a cuatro personas durante un servicio dominical en Michigan. El suceso, que incluyó un incendio provocado y culminó con el agresor abatido por policía, estremece la noción mormona de un templo como lugar inviolable.

En Utah, otro drama reciente implicó el asesinato del activista Charlie Kirk durante un evento en una universidad vinculada con la fe. Ambos eventos evidencian la vulnerabilidad de espacios religiosos y podrían acelerar debates sobre seguridad, armas y extremismo.

La dimensión global de una fe norteamericana

Bajo Nelson, la iglesia intentó diversificarse internacionalmente, nombrando apóstoles de orígenes africanos y latinoamericanos, reformando términos con los que prefería ser identificada y mejorando su imagen fuera de EE.UU.

Con Oaks, es probable que se vuelva al enfoque nacional, reforzando instituciones locales y navegando en una era de crispación política intensa. Esto puede tranquilizar a muchos fieles tradicionales, pero podría inquietar a sectores que buscaban una iglesia más inclusiva y global.

Un legado en construcción

El futuro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días bajo Dallin H. Oaks estará marcado por un dilema: ¿fortaleza doctrinal o adaptabilidad global? ¿Unidad interna o reconciliación con sectores históricamente excluidos? A sus 93 años, Oak no sólo hereda un púlpito, sino también la esperanza —y el miedo— que millones de personas han depositado en su fe y su liderazgo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press