Cierre del gobierno en EE.UU.: una guerra política sin tregua que redefine al Partido Demócrata

Mientras Trump apunta con fuerza a sus oponentes, los demócratas, unidos desde la izquierda hasta el centro, adoptan el cierre del gobierno como una lucha ideológica clave.

El cierre del gobierno: ¿riesgo o estrategia política?

El Partido Demócrata ha decidido plantar cara. Desde sus alas más progresistas hasta los sectores moderados y conservadores rurales, líderes demócratas se han unido en un movimiento poco común: apoyar un cierre gubernamental como medida para frenar el enfoque normativo del expresidente Donald Trump y su dominio unilateral del Congreso.

“La lucha es la victoria. Quieren una pelea. Y van a conseguirla”, afirmó Jim Kessler, de la organización centrista Third Way. Esta afirmación refleja el ambiente actual en un partido que siente haber utilizado ya todas las opciones convencionales para contener el enfoque normativo, mediático e institucional que Trump ha adoptado desde su llegada al poder.

Una oportunidad de unificación para un partido dividido

Habitualmente dividido por diferencias estratégicas e ideológicas, desde los movimientos activistas urbanos hasta los representantes demócratas de distritos rurales, el actual cierre gubernamental parece haber generado una cohesión interna sin precedentes.

Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, y Hakeem Jeffries, líder en la Cámara de Representantes, cuentan con el visto bueno de sus alas más progresistas por exigir que cualquier nuevo paquete presupuestario incluya la extensión de subsidios de salud que expiran este año. Sin esta cláusula, los demócratas bloquearán toda propuesta.

Trump contraataca con retórica incendiaria y ‘deepfakes’

El expresidente Trump, por su parte, ha contraatacado con todos los recursos a su disposición. El sitio web del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano lucía un mensaje alarmante: "La Izquierda Radical cerrará el gobierno e infligirá un enorme dolor al pueblo estadounidense si no logran su lista de deseos de $1.5 billones".

Además, en redes sociales, Trump difundió un video manipulado por inteligencia artificial que mostraba una caricatura ofensiva de Jeffries y Schumer, tildada de racista por numerosas organizaciones y medios. Jeffries respondió desde el Congreso: “La próxima vez que tengas algo que decir sobre mí, dilo a mi cara desde el Despacho Oval, no con un video falso creado por máquinas”.

¿Una apuesta política arriesgada?

La historia advierte que cerrar el gobierno conlleva costos políticos para todos. Durante el último cierre parcial en el mandato anterior de Trump, que duró 35 días, más de 340,000 empleados federales fueron suspendidos y muchos otros trabajaron sin sueldo. En esta ocasión, hay incluso amenazas de despidos masivos.

A pesar de esto, los demócratas consideran que el control total de gobierno por parte de los republicanos (Casa Blanca, Senado y Cámara) significa que la población culpará principalmente a Trump y a su partido por el estancamiento legislativo.

James Carville, estratega demócrata veterano, lo expresó así: “Creo que preferiría estar en nuestro bando que en el suyo en esta pelea”.

El respaldo inesperado de los trabajadores federales

En estados críticos como Virginia —hogar de la segunda mayor concentración de empleados federales del país con más de 147,000 trabajadores—, muchos afectados directos han expresado su apoyo al cierre si eso implica enfrentar a Trump.

“He quedado sorprendido por los comentarios de trabajadores federales que han dicho que ya han sido suficientemente aterrorizados y quieren que luchemos”, declaró el senador demócrata por Virginia Mark Warner.

Durante el cierre anterior bajo el mandato de Trump, a pesar del daño inicial, los funcionarios suspendidos residenciados en Virginia terminaron recibiendo pago retroactivo. Pero ahora, las amenazas van más allá: la Casa Blanca ha sugerido despidos permanentes si no se llega a un acuerdo pronto.

Demócratas progresistas aplauden la estrategia combativa

Ezra Levin, cofundador del influyente grupo activista Indivisible, celebró la postura firme del partido: “Finalmente no están tirándose al suelo para jugar muertos. Los líderes de Indivisible los están aplaudiendo”.

Para muchos votantes e incluso políticos de base, los demócratas han sido percibidos por años como pasivos frente a la agresividad política republicana. Al adoptar una estrategia de cierre total como contraofensiva ideológica, están estableciendo un nuevo punto de inflexión en su narrativa.

Los republicanos también enfrentan críticas internas

Mientras los demócratas se cohesionan, algunos candidatos republicanos regionales como Winsome Earle-Sears, aspirante a gobernadora de Virginia, evitan pronunciarse directamente en contra de Trump respecto a los despidos. Durante una entrevista con NBC, fue evasiva, dirigiendo su crítica a los senadores demócratas Kaine y Warner por no apoyar la versión “limpia” del proyecto de ley presupuestaria.

Esta pasividad de parte del sector republicano no pasa desapercibida. La falta de claridad sobre quién provocará el daño político puede generar tensiones internas dentro del partido conservador, especialmente en estados clave como Nueva Jersey y Virginia, que se preparan para elecciones de gobernador.

Un cambio de paradigma político

El cierre del gobierno en 2025 no solo es un enfrentamiento legislativo más. Se perfila como una especie de referéndum sobre el alma de ambos partidos antes incluso de las elecciones presidenciales de 2028. Para los demócratas, representa la oportunidad de articular un nuevo enfoque combativo frente a un Trump más radicalizado.

Cabe destacar que Trump sigue dominando el Partido Republicano desde fuera del gobierno, y muchos de los miembros de su partido en el Congreso siguen su línea sin disensiones visibles. Esto, sumado a su retórica agresiva, podría pasarle factura si los votantes lo asocian con el malestar económico que genera un prolongado cierre gubernamental.

El arte de gobernar bajo tensión constante

El sistema político estadounidense ha evolucionado hacia un estado de conflicto casi permanente. Las reglas tradicionales de negociación y compromiso ceden terreno ante batallas prolongadas y profundamente ideológicas. El cierre de gobierno actual es la encarnación de este nuevo contexto.

Los demócratas parecen haber decidido que vale la pena apagar el interruptor de la burocracia nacional antes que ceder en principios clave, como el acceso a la salud pública o detener los abusos del poder ejecutivo. El costo será alto, pero el rédito político, si se comunica con efectividad, podría ser mayor.

¿Una estrategia sostenible?

Muchos analistas cuestionan si los demócratas pueden mantener su postura en cierres futuros o si esta unidad es solo un fenómeno temporal ante un adversario común. Los próximos meses serán críticos para averiguarlo. También será clave observar si el electorado recompensa esta apuesta firme o si, por el contrario, exige soluciones inmediatas a sus problemas cotidianos.

Por ahora, los demócratas están dejando claro que no volverán a “jugar muertos”. Al contrario, han decidido pelear como nunca, aun si eso significa suspender al gobierno por completo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press