El Apagón del Gobierno en EE. UU.: Cuando la Política se Convierte en Caos

Cómo la disputa por la atención médica sumió al gobierno estadounidense en otra paralización, y cuáles son las implicaciones económicas y sociales que enfrenta el país

Una nueva parálisis, viejas disputas

Estados Unidos amaneció una vez más con su gobierno federal paralizado. Monumentos cerrados, servicios interrumpidos y cientos de miles de trabajadores federales sin certeza laboral. ¿La razón? Un forcejeo político entre demócratas y republicanos que, una vez más, convierte a los ciudadanos en peones de una lucha partidista.

En el centro del conflicto se encuentra el eterno combate por la atención médica. Los demócratas insisten en renovar subsidios clave bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible (conocida como Obamacare), mientras que los republicanos acusan a la oposición de anteponer la cobertura para inmigrantes indocumentados al funcionamiento del gobierno.

La narrativa polarizante y el espectáculo político

En una escena casi surrealista, el vicepresidente JD Vance apareció en la sala de prensa de la Casa Blanca respaldado por memes de sombreros y bigotes falsos. El espectáculo, tildado de "racista" por los demócratas, fue utilizado como arma simbólica en el intento de culpar al partido contrario del cierre.

“Los memes del sombrero se detendrán cuando los demócratas dejen de financiar la atención médica de inmigrantes ilegales,” declaró Vance. Mientras tanto, Hakeem Jeffries devolvió el golpe con su propio montaje: una imagen de Vance con cabeza desproporcionada y pelo rizado acompañado del mensaje: “JD Vance piensa que un meme nos va a hacer ceder. No va a pasar, Bro.”

¿Quién tiene la culpa ante la opinión pública?

La encuesta más reciente del New York Times/Siena muestra una división interesante: alrededor del 33% de los votantes culpa a ambos partidos por igual, el 25% responsabiliza a los republicanos y a Trump, y aproximadamente el 20% a los demócratas del Congreso. El resto permanece indeciso o no respondió.

Históricamente, las paralizaciones no han sido una jugada política ganadora para ningún bando. El cierre de 2018-2019 —también durante la presidencia de Trump— duró 35 días y afectó a más de 800,000 trabajadores. La mayoría del público culpó al entonces presidente, como reveló una encuesta de AP-NORC de enero de 2019, en la que un 69% señaló a Trump como el mayor responsable.

Servicios cerrados, impactos reales

  • Monumentos nacionales como la Campana de la Libertad en Filadelfia y el Memorial de Pearl Harbor en Hawái cerraron sus puertas.
  • El Parque Nacional Acadia en Maine, que recibe 4 millones de visitas al año, funcionaba sin personal, dejando a visitantes como Jim Feather confusos sobre qué senderos eran seguros.
  • Algunos organismos, como los tribunales federales, seguirán operando al menos hasta el 17 de octubre con fondos de contingencia.

“Es frustrante que estén jugando con la política en DC. Su trabajo es aprobar un presupuesto”, dijo Feather. “Y si no lo están haciendo, ¿para qué están ahí?”

Más allá del presupuesto: una guerra cultural

Este cierre va más allá de desacuerdos fiscales. Representa también una fuerte lucha ideológica. Los republicanos sostienen que los subsidios a seguros de salud deben recortarse o eliminarse, por considerarlos una expansión inaceptable de Obamacare. Del otro lado, los demócratas exigen que se mantengan para evitar que ciudadanos comunes enfrenten aumentos masivos en sus primas.

El senador Chris Murphy (Demócrata de Connecticut) lo resumió así: “Nuestros principios deben fortalecerse, no doblegarse. La gente americana no quiere que financiemos la destrucción de su atención médica.”

Otro frente: ataques en clave fiscal

El impacto de la parálisis no solo se limita a duelos verbales. El gobierno federal, en manos de republicanos, ha comenzado a suspender fondos para proyectos vitales en estados demócratas. Russ Vought, director de presupuesto de la Casa Blanca, anunció el congelamiento de:

  • 18 mil millones de dólares destinados al Túnel Hudson y la Línea Subterránea de la Segunda Avenida en Nueva York.
  • Casi 8 mil millones en inversión energética limpia para 16 estados controlados por senadores demócratas.

Estas medidas son vistas por muchos como represalia política.

¿Y ahora qué?

El Senado necesita al menos 60 votos para avanzar en proyectos de ley de financiamiento temporal. Actualmente, los republicanos tienen 53 escaños. Necesitan convencer a 7 senadores del ala demócrata o independiente. En las votaciones iniciales, algunos como John Fetterman (Pensilvania) y Catherine Cortez Masto (Nevada) han mostrado señales de voluntad para negociar, pero ninguno ha votado aún a favor.

Mientras tanto, el líder de la mayoría, Chuck Schumer, camina sobre una cuerda floja. En marzo, fue criticado por activistas por votar junto a los republicanos para evitar un cierre. Ahora, busca mantener unido a su caucus mientras enfrenta presiones internas y externas.

¿Qué aprendimos de parálisis previas?

Los cierres de gobierno rara vez terminan en victorias políticas reales. En 2013, los republicanos lideraron una paralización de 16 días para intentar desfinanciar Obamacare. No lo lograron. En 2018, demócratas exigieron protección para los "Dreamers" y cedieron tras solo tres días.

Durante el cierre más largo (2018-2019), Trump buscó financiamiento para su muro fronterizo. Después de 35 días y con retrasos en aeropuertos y trabajadores sin salario, el presidente finalmente retrocedió sin obtener su muro.

¿Y la economía?

El impacto económico puede ser desastroso. Según la empresa de procesamiento de nóminas ADP, el informe laboral más reciente ya muestra signos de debilitamiento: 32,000 empleos privados menos el mes pasado. Y eso fue antes del cierre.

Si se extiende, se estima que más de 750,000 empleados federales serán suspendidos, y muchos podrían perder sus empleos de forma permanente. Sectores como educación, medioambiente y tecnología ya están viendo recortes operacionales.

“Si esto se prolonga por semanas... vamos a despedir gente”, admitió el vicepresidente Vance.

El riesgo de la normalización

El verdadero peligro no es solo financiero o político, sino sistémico. Estados Unidos ha visto 21 cierres parciales del gobierno desde 1976. Pero la frecuencia con que ocurren está tomando un cariz preocupante.

Algunos analistas afirman que los cierres gubernamentales han pasado de ser excepcionales a formar parte del guion político habitual. “Es como si tuviéramos que ir al borde del desastre para hacer cualquier cosa,” dijo el analista político Brad Raffensperger.

Si se permite que esta disfunción se vuelva normal, el resultado final podría no ser un simple problema presupuestario, sino una grieta profunda en la democracia funcional estadounidense.

Tal como lo expresó el senador Richard Blumenthal: “Mantenernos firmes frente a Trump en esto también es enviarle un mensaje en muchas otras áreas.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press