Explosión en el Bronx: una advertencia sobre la crisis estructural de la vivienda pública en Nueva York
El accidente que derribó una chimenea de 20 pisos expone los graves problemas de infraestructura que amenazan a medio millón de neoyorquinos
Un estallido matutino que pudo haber sido letal
Poco después de las 8 a.m. del pasado 1 de octubre de 2025, los residentes de un complejo de viviendas públicas en el Bronx, Nueva York, se despertaron no por la alarma del despertador, sino por una fuerte explosión que resonó por todo el vecindario. La causa: el colapso de una enorme chimenea de 20 pisos de altura que se desplomó, dejando tras de sí toneladas de escombros y una grieta visible en el costado del edificio.
Lo increíble, considerando la magnitud del incidente, es que no se reportaron víctimas. Ni heridos. Ni muertos. Un auténtico milagro.
"Evitamos un desastre mayor aquí", declaró la presidenta del distrito del Bronx, Vanessa Gibson, durante una conferencia de prensa.
¿Qué pasó exactamente?
La chimenea colapsada estaba conectada al cuarto de calderas del edificio, desde donde se genera la calefacción para el inmueble. La detonación lanzada por esta estructura originó una nube de polvo y una escena que fácilmente parecía sacada de una zona de guerra. Aunque los apartamentos no sufrieron daños estructurales graves —más allá de acondicionadores de aire arrancados violentamente de algunas ventanas—, el miedo era palpable.
Equipos de bomberos acudieron inmediatamente al lugar. Revistieron la zona con perros de rescate y maquinaria para determinar si había alguna persona atrapada bajo los escombros. La respuesta fue negativa, pero la pregunta sigue abierta: ¿qué causó exactamente la explosión?
Según el alcalde Eric Adams, las investigaciones se centran en la posibilidad de una fuga de gas, aunque aún no hay conclusiones definitivas.
La otra epidemia: la ruina de la vivienda pública
Detrás del susto, subyace una narrativa mucho más compleja: el estado crítico de la infraestructura de la vivienda pública en Nueva York. El edificio afectado forma parte del Mitchel Houses, un conjunto residencial gestionado por la New York City Housing Authority (NYCHA).
Construido en 1966, este complejo no es excepción, sino parte de una norma preocupante. Los edificios del sistema de vivienda pública de la ciudad tienen en promedio más de 60 años de antigüedad, según un informe de 2023. Y el colapso de la chimenea no hizo más que visibilizar lo que los inquilinos llevan denunciando durante décadas: una crisis sistémica invisibilizada por la burocracia y el abandono institucional.
Una bomba de tiempo de $726 millones
El informe “Physical Needs Assessment” de NYCHA de 2023 estimó que para poner al día el complejo Mitchel Houses se necesitarían cerca de $726 millones de dólares en reparaciones durante los próximos 20 años. El principal problema identificado: el sistema de calefacción.
Esto coloca en perspectiva el colapso de la chimenea no como un incidente fortuito, sino como la consecuencia previsible de una infraestructura al borde del colapso. NYCHA ha sido criticada durante años por su incapacidad para atender reportes sobre moho, pintura con plomo, infestaciones de roedores, y especialmente interrupciones frecuentes en el suministro de calefacción y agua caliente.
En 2019, se nombró a un interventor federal, Bart Schwartz, para supervisar a NYCHA. A su salida en 2024, Schwartz afirmó enfáticamente que el principal problema seguía siendo el "estado físico lamentable" de los edificios.
500,000 neoyorquinos viven en condiciones inaceptables
El sistema de vivienda pública de Nueva York es el más grande del país. Más de 500,000 personas residen en complejos administrados por NYCHA. Para ponerlo en contexto, si se agrupasen los residentes bajo una misma entidad municipal, esta sería más grande que muchas ciudades estadounidenses como Miami o New Orleans.
La gravedad del problema no es nueva. En 2018, un reportaje de The New York Times alertaba que más de 180,000 apartamentos tenían problemas como filtraciones continuas, producción de moho y mal funcionamiento de calefacciones durante el invierno. ¿La respuesta del gobierno? Lentitud, litigios y soluciones parciales.
El costo humano del abandono
Más allá de las cifras y los informes técnicos, están las historias de quienes viven día a día entre grietas, humedad, desesperanza y promesas incumplidas. Para muchos inquilinos del Bronx, la caída de la chimenea no fue sorpresa, sino una consecuencia anunciada.
"He perdido la cuenta de las veces que hemos llamado para que revisen las calderas. El ruido, las fugas, todo está viejo. Esto iba a pasar tarde o temprano", declaró un residente al canal local NY1.
NYCHA, en un comunicado oficial, se comprometió a "trabajar con urgencia para restaurar los servicios e inspeccionar los edificios comprometidos". Sin embargo, para muchos, estas palabras suenan huecas luego de años de parches temporales y promesas rotas.
La ciudad en modo recuperación
Funcionarios del gobierno de la ciudad activaron protocolos de emergencia. Se ha abierto un centro de recepción para provisiones básicas como comida y abrigo para los afectados, y se intensifican los análisis estructurales del edificio averiado.
Zach Iscol, comisionado de gestión de emergencias, confirmó que la ciudad se encuentra en "fase de recuperación" y que los técnicos están revisando los cimientos y las líneas de calor y agua. El objetivo inmediato es restablecer los servicios esenciales y garantizar la seguridad estructural del inmueble.
¿Qué sigue?
El detonante del Bronx debe encender las alarmas, no sólo en Nueva York, sino en otras ciudades con infraestructura residencial pública envejecida. La política de posponer constantemente las reparaciones por falta de presupuesto o voluntad no puede sostenerse sin consecuencias fatales.
Como se dice popularmente, "si no lo arreglas a tiempo, lo vas a pagar más caro". El problema es que en este caso, el precio no solo es económico: puede pagarse con vidas humanas.
¿Y el futuro?
La solución pasa por un compromiso político real: plan de inversión estructural, reforma en la gestión de NYCHA y fiscalización ciudadana. Ya no basta con enviar expertos a evaluar daños una vez que ocurre un problema, sino prevenirlos con políticas proactivas.
El Bronx ha encendido una señal de alarma ensordecedora. Será responsabilidad del Estado escucharla antes de que otra estructura caiga, esta vez, sobre alguien que no tenga la suerte de sobrevivir.