La batalla por la Corte Suprema de Wisconsin: ¿Justicia imparcial o nueva arena política?
La carrera de 2024 entre Maria Lazar y Chris Taylor desata un nuevo capítulo en la lucha por el control ideológico de una de las cortes estatales más influyentes de EE. UU.
Una contienda que va más allá del derecho
El escenario se está calentando en Wisconsin con una nueva elección a la Corte Suprema estatal programada para abril de 2024. Esta vez, la atención gira en torno a la jueza de la Corte de Apelaciones Maria Lazar, quien ha lanzado su campaña como la primera candidata abiertamente conservadora para el puesto, en contraste directo con la liberal Chris Taylor, una exlegisladora demócrata.
Wisconsin—estado bisagra por excelencia en el mapa electoral estadounidense—ha convertido sus elecciones judiciales en campos de batalla ideológicos, donde las contribuciones de multimillonarios como Elon Musk y George Soros impulsan candidaturas en ambos extremos del espectro político. La preocupación, incluso entre los jueces, es si la Corte sigue siendo un bastión de justicia o si ya ha sido capturada por intereses partidistas.
El fenómeno de la politización judicial
En su video de lanzamiento, Maria Lazar afirmó con firmeza: “Debemos detener la politización de nuestros tribunales”. No es una declaración nueva, pero en el contexto de campañas que superan los $50 millones de dólares —como ocurrió en la elección de 2023—, toma un nuevo significado.
En ese año, la candidata liberal Janet Protasiewicz superó ampliamente a su oponente conservador, a pesar de los millones invertidos por Musk en el otro lado. Este patrón ya es familiar: los conservadores han perdido las últimas dos elecciones por márgenes de doble dígito. La narrativa que solía pintar a estos jueces como neutrales e imparciales se ve cada vez más borrada por campañas que ya no se diferencian de las legislativas en tono, retórica y financiación.
¿Quién es Maria Lazar?
Lazar, de 61 años, trabajó más de dos décadas en la práctica legal privada antes de convertirse en fiscal adjunta en el Departamento de Justicia de Wisconsin en 2011. Su carrera la llevó frente a temas candentes como la defensa del controversial Act 10, una ley impulsada por el entonces gobernador Scott Walker que eliminó en gran medida los derechos de negociación colectiva de los trabajadores públicos. La Corte Suprema de Wisconsin, dominada por conservadores en ese momento, respaldó la ley.
Posteriormente, Lazar fue elegida como jueza de circuito en el condado de Waukesha en 2015, luego ascendió a la Corte de Apelaciones estatal en 2022. Su perfil combina experiencia judicial con fuertes credenciales conservadoras, lo que la convierte en una figura con potencial para movilizar a los votantes de derecha desencantados por las derrotas recientes.
Chris Taylor y el ascenso liberal
Por su parte, la jueza Chris Taylor representa el creciente movimiento liberal en las cortes estatales. Aunque sus críticos la acusan de ser “una política antes que jueza”, su ascenso se ha producido a través de elecciones tras haber sido inicialmente nombrada al tribunal por el gobernador demócrata Tony Evers en 2020.
Taylor entró directamente en la contienda con una ventaja financiera significativa; su campaña ya había recaudado más de $1 millón en agosto de 2023. A diferencia de Lazar, Taylor nunca formó parte del Poder Judicial antes de su nombramiento como jueza, aunque su experiencia como legisladora le da herramientas políticas bien afiladas.
Una Corte en transición
La Corte Suprema de Wisconsin pasó a una mayoría liberal de 4-3 en 2023, tras 15 años de dominio conservador. Si Taylor vence a Lazar en abril, esa mayoría se ampliará a 5-2, reforzando el giro progresista de la Corte.
En el horizonte judicial se encuentran casos explosivos: aborto, derechos sindicales, redistribución electoral y normas electorales. Muchos de estos temas ya han pasado por las cortes inferiores y encontrarán en el Tribunal Supremo de Wisconsin la última palabra. Esto hace que la elección de 2024 sea no solo un evento jurídico, sino un marcador político para el futuro del estado y posiblemente del país.
¿Un árbitro político disfrazado de juez?
Maria Lazar promete ser imparcial: “Nunca me dejaré influenciar por decisiones políticas”. Sin embargo, su historial revela una narrativa diferente. No solo defendió leyes clave del movimiento conservador en Wisconsin, sino que también fue parte del equipo legal que defendió la requerida identificación de votantes y restricciones al acceso al aborto firmadas por el Partido Republicano.
Una decisión judicial reciente que declaró “inconstitucional” el Act 10 —aunque congelada en espera de apelación— podría terminar otra vez en la Corte Suprema estatal. Si llega, será inevitable preguntarse si Lazar podrá mantenerse “imparcial” frente a un caso en el que jugó un papel activo desde el Poder Ejecutivo.
¿Justicia o espectáculo?
Las elecciones judiciales de Wisconsin ya no son simples competencias técnicas. Según datos del Wisconsin Democracy Campaign, el gasto combinado en las cinco últimas campañas para la Corte Suprema superó los $100 millones, una cifra que refleja no solo el interés, sino la convicción de que el sistema judicial puede ser usado como arma política.
“Debemos preguntarnos: ¿es la Corte Suprema todavía un guardián de la Constitución o simplemente una tercera cámara legislativa ideológica?” opinó Benjamin Johnson, profesor de derecho en la Universidad de Madison.
La influencia de los megadonantes
El papel de Elon Musk entregando cheques por $1 millón a favor de candidatos conservadores y el apoyo financiero de George Soros a campañas liberales no ha pasado desapercibido. Se trata de un fenómeno que recuerda a las guerras culturales libradas en la Corte Suprema federal, pero trasladadas a un nivel estadual con consecuencias igualmente profundas.
¿Cuán independiente puede ser un juez que llega al cargo con respaldo de megadonantes y con campañas de marketing dignas de un candidato presidencial?
Los votantes como última línea de defensa
Todo esto lleva el poder al votante: ¿quién debe interpretar la constitución del estado? ¿Quién puede garantizar derechos o retirarlos? La elección de abril decidirá si Wisconsin consolida su giro progresista judicial o si los conservadores recuperan un espacio clave.
Pero el problema de fondo sigue siendo la confianza en el sistema judicial. Cuando los tribunales se ven inmersos en campañas millonarias dominadas por agendas externas al estado, el daño a la percepción pública puede ser irreparable.
Las urnas tendrán la última palabra, pero la pregunta clave sigue resonando: ¿puede existir justicia verdaderamente imparcial en un escenario tan profundamente politizado?