La fiebre del oro vuelve: ¿señal de crisis o refugio estratégico?
Mientras el gobierno de EE.UU. enfrenta otra paralización y el mundo sufre tensiones económicas, el oro alcanza precios récord. ¿Estamos ante una burbuja o es el refugio definitivo?
Un brillo que resurge en la incertidumbre
El mercado del oro está en plena efervescencia. En medio del primer cierre de gobierno en casi siete años en Estados Unidos, el precio del oro se ha disparado a niveles históricos, alcanzando los 3,858.45 dólares por onza troy en los mercados de Nueva York. Las proyecciones indican que en cualquier momento podría superar la barrera de los 3,900 dólares.
En paralelo, la plata no se queda atrás. Sus futuros han subido más de 59% en 2025, cotizándose cerca de los 48 dólares por onza. Estas alzas sugieren un patrón que se repite en tiempos de volatilidad económica: los inversores buscan activos “refugio” ante la sombra de recesiones, guerras y conflictos políticos.
¿Qué está empujando esta subida?
Varias piezas del tablero geopolítico global influyen en esta carrera alcista:
- Cierre del gobierno de EE.UU.: Más de 750,000 empleados federales están siendo suspendidos mientras oficinas gubernamentales cesan operaciones. La parálisis amenaza con desacelerar aún más la economía nacional.
- Guerra comercial intensificada: Las medidas arancelarias impulsadas por el expresidente Donald Trump han perjudicado el comercio internacional, elevando los costos e impactando el empleo.
- Conflictos internacionales: Las guerras en Gaza y Ucrania, así como las tensiones con China y Rusia, generan inestabilidad y hacen que los bancos centrales acumulen oro.
Además, hay una percepción pública cada vez más pesimista sobre la salud económica global. De acuerdo con Pew Research, más del 60% de estadounidenses cree que el país va camino a una recesión.
El papel de los bancos centrales
Uno de los factores clave que mantiene sostenido el precio del oro es la constante compra de reservas por parte de bancos centrales. Según el World Gold Council, tan solo en el primer semestre de 2025:
- Los bancos centrales han comprado más de 300 toneladas de oro, superando el récord del año anterior.
- Entre los principales compradores destacan China, India, Rusia y Turquía.
Esto responde tanto a una estrategia de diversificación como al deseo de reducir la dependencia del dólar estadounidense, cuyo valor ha sido variable en medio de las decisiones políticas del gobierno norteamericano.
¿Burbuja dorada o inversión estratégica?
El oro ha sido históricamente considerado un activo estable. En momentos de crisis, sirve como puerto seguro para inversionistas que huyen de los mercados bursátiles volátiles. Pero, ¿es siempre una apuesta segura?
Expertos financieros subrayan que hay aspectos a tener en cuenta:
- Volatilidad reciente: Aunque el oro ha subido, también ha tenido caídas, como tras el anuncio de “Liberation Day” de Trump el 2 de abril, fecha en que cayó por varios días consecutivos.
- Rendimiento en largo plazo: Un informe de Morningstar muestra que el rendimiento real del oro en periodos prolongados puede ser inferior al de acciones o bienes raíces.
- Advertencia de la Comisión de Comercio de Futuros de EE.UU.: Han alertado que los metales preciosos pueden ser altamente volátiles, sobre todo en entornos económicos inciertos donde proliferan las estafas.
La sabiduría tradicional financiera recomienda que el oro forme una pequeña parte de un portafolio diversificado. Según Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, uno de los fondos de cobertura más grandes del mundo: “El oro debe representar entre el 5% y el 10% del portafolio de inversión total”.
La psicología detrás del oro
El oro no solo es un activo financiero. Es símbolo, narrativa, historia y, para muchos, la certeza tangible frente a la incertidumbre digital. Su valor ha sido reconocido durante más de 5,000 años, desde las máscaras funerarias del antiguo Egipto hasta su rol central en el sistema de patrón oro del siglo XX.
En crisis recientes como la del 2008 o durante la pandemia de COVID-19, el oro volvió a brillar. Y hoy, en medio de una aparente fragmentación del orden económico global, el patrón parece repetirse. Las criptomonedas experimentan alta volatilidad, mientras que el oro se muestra, al menos para muchos, confiable.
El dólar frente al oro: una lucha histórica
La relación entre el dólar y el oro ha estado presente desde que Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971, con el presidente Nixon. Desde entonces, cuando el valor del dólar baja, el del oro suele subir. Y hoy, con las tensiones internas sobre el presupuesto federal y las tasas de interés inciertas, esa relación vuelve a tomar protagonismo.
La Reserva Federal ha lanzado señales mixtas. Por un lado, intenta controlar la inflación reduciendo estímulos monetarios; por otro, teme un freno del crecimiento económico. Esa ambigüedad aumenta la ansiedad de los inversores, quienes buscan seguridad.
¿Es este el momento adecuado para comprar oro?
Dependerá del perfil de riesgo de cada persona:
- Inversionistas conservadores: Pueden considerar al oro como una forma de diversificar y proteger capital frente al deterioro del poder adquisitivo.
- Inversionistas agresivos: Podrían preferir instrumentos más volátiles y rentables en el corto plazo como criptomonedas, acciones tecnológicas o fondos de alto rendimiento.
Lo clave es no dejarse llevar por el “FOMO” (Fear Of Missing Out). El oro ya ha subido más de 45% en lo que va del año, lo cual indica que parte del potencial ya ha sido capitalizado. Aun así, la dinámica macroeconómica sugiere que podría mantenerse en una senda alta mientras persistan los focos de incertidumbre global.
Las alternativas al oro: ¿vale la pena considerarlas?
Algunos analistas sugieren alternativas para quienes desean protegerse ante la inflación y la volatilidad:
- Bonos del Tesoro ligados a la inflación (TIPS): Ofrecen protección automática ante subidas generalizadas de precios.
- Materias primas agrícolas: Como el trigo o el maíz, suelen aumentar en tiempos de crisis por la demanda estable.
- Infraestructura: Fondos que invierten en transporte, energía o servicios básicos pueden beneficiarse de políticas de estímulo estatal.
Un futuro dorado... pero incierto
En resumen, el ascenso meteórico del oro es reflejo de un mundo tambaleante: gobernado por pugnas políticas, tensiones geoestratégicas y una economía emocional más que racional. Como dijo Warren Buffett una vez: “El oro se saca del suelo en África o en algún otro sitio. Luego lo fundimos, lo enterramos de nuevo y pagamos a personas para que lo custodien. No tiene utilidad real. Cualquiera que nos observara desde Marte pensaría que estamos locos”.
Y sin embargo, esa “locura marciana” refleja una verdad profunda: en tiempos de miedo, buscamos refugios. Y pocos resplandecen tanto —al menos simbólicamente— como el oro.