Sindicatos contra el reloj: la pulseada laboral de Grecia frente a la reforma de 13 horas
Una huelga nacional expone la creciente tensión entre trabajadores y el gobierno por una reforma laboral que redefine el concepto del tiempo de trabajo
ATENAS, Grecia. – Grecia volvió a rugir con fuerza en las calles. El bullicio de ferris detenidos, centros educativos cerrados, juzgados en paro y hospitales públicos sin apenas personal dibujó el escenario de una jornada poco común, pero cada vez más frecuente. El pasado miércoles, el país heleno entró en una huelga general de 24 horas en protesta contra los cambios promovidos por el gobierno a las leyes laborales del país. Un conflicto que deja entrever una fractura creciente entre la ciudadanía trabajadora y unas autoridades que apuestan por una mayor "flexibilidad" en los horarios.
¿Qué propone la reforma laboral?
El epicentro del desencuentro gira en torno a una nueva normativa que permitiría jornadas laborales de hasta 13 horas, a través de la combinación de múltiples empleos, siempre dentro de un límite de 48 horas semanales y un total de 150 horas extraordinarias al año. A ojos del gobierno, liderado por el partido conservador Nueva Democracia, la reforma busca actualizar el mercado laboral, hacerlo más competitivo y alineado con otras economías europeas.
No obstante, los sindicatos y gran parte del sector laboral opinan lo contrario. “Decimos no a la jornada de 13 horas. El agotamiento no es sinónimo de desarrollo”, espetó un comunicado de la Confederación General de Trabajadores Griegos (GSEE), que llamó a una participación masiva en la huelga junto con la federación de trabajadores del sector público (ADEDY).
Una protesta que paralizó el país
Desde el emblemático puerto del Pireo, donde decenas de ferris permanecían anclados sin moverse ni una pulgada, hasta el corazón de Atenas, donde multitudes se concentraron —con pancartas, megáfonos y cánticos—, la huelga tuvo un impacto rotundo. El servicio de transporte urbano en la capital quedó limitado, sin taxis ni trenes en funcionamiento, y con servicios de autobús y metro funcionando bajo horarios reducidos.
Según cifras del sector público, más del 60% del personal estatal se unió a la huelga en municipios, escuelas, hospitales y juzgados. Dos marchas principales se desplegaron pacíficamente en el centro de Atenas, mientras que manifestaciones similares tuvieron lugar en otras ciudades como Tesalónica, Patras y Heraclión.
¿Es esto solo un tema griego?
El debate sobre los horarios laborales y la precarización del empleo no es exclusivo de Grecia. La irrupción de nuevas tecnologías, el auge del empleo “freelancer” y los cambios pospandemia han puesto en tela de juicio las estructuras tradicionales del trabajo. Sin embargo, lo peculiar de la situación griega es que este país ya arrastra una década de retos económicos, ajustes fiscales y reformas bajo presión de instituciones europeas.
De hecho, un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte sobre una tendencia global: el aumento de la flexibilidad laboral sin medidas de protección adecuadas puede incrementar la desigualdad y el abuso laboral.
Un salto atrás en las conquistas obreras
Históricamente, Grecia había sido un país con firmes sindicatos y un legado obrero consolidado. La idea de una semana laboral menor a 40 horas era una meta compartida por muchos en las décadas pasadas. Hoy, los trabajadores se enfrentan a una propuesta que podrían considerar una regresión en derechos adquiridos.
“En lugar de avanzar hacia un equilibrio trabajo-vida personal, regresamos a estructuras donde la vida del empleado gira completamente alrededor del trabajo. No es sostenible ni social ni psicológicamente”, declaró Nikos Kotselinis, profesor de Derecho Laboral en la Universidad de Atenas, durante una entrevista con el medio griego Ta Nea.
Detalles clave de la reforma
- Duración máxima de jornada por empleo: Hasta 13 horas diarias si se combinan dos empleos.
- Límite semanal: 48 horas totales, incluyendo horas extras.
- Horas extraordinarias por año: 150.
- Desaparición de convenios colectivos: Se estimula la negociación directa empresa-trabajador.
- Facilita despidos por bajo rendimiento o ausencia injustificada de un día.
Reacciones políticas y sociales
El primer ministro Kyriakos Mitsotakis defendió la ley señalando que “las empresas y los trabajadores necesitan más libertad para organizar sus horarios. Es una herramienta moderna para un mercado en transformación”. Pero la gran mayoría de los partidos políticos de oposición, incluyendo al izquierdista Syriza y al centrista PASOK, votaron en contra de la reforma.
La ciudadanía, por su parte, se divide entre quienes aceptan las nuevas condiciones como una salida a la alta tasa de desempleo (que aún ronda el 10.8%, según la agencia nacional de estadísticas), y quienes denuncian abusos por parte de empleadores, sobre todo en sectores como el turismo, la hostelería, la limpieza, y la construcción.
El impacto en los jóvenes y las mujeres
Uno de los sectores de la sociedad más afectados por esta reforma son los jóvenes trabajadores, quienes frecuentemente deben aceptar múltiples empleos de baja remuneración. También preocupa la situación de las mujeres trabajadoras, quienes ya dedican más horas al trabajo doméstico no remunerado. La dificultad para equilibrar vida laboral y personal aumentaría exponencialmente bajo este nuevo esquema.
Según el European Working Conditions Survey, las mujeres en Grecia invierten un promedio de 25 horas extra semanales en tareas del hogar, por encima del promedio europeo de 20. Si se impone una jornada laboral más extensa, corren el riesgo de estresarse o abandonar la vida profesional.
Grecia en el espejo europeo
Con esta medida, Grecia se convierte en uno de los pocos países europeos que permite legalmente jornadas tan extendidas fuera de sectores específicos (como la medicina o emergencias). Francia, por ejemplo, mantiene por ley la semana laboral en 35 horas. Alemania permite más horas a cambio de grandes compensaciones y días libres pactados.
Incluso países como España y Portugal están explorando la semana laboral de 4 días, con proyectos piloto apoyados por el ministerio de trabajo y empresas privadas.
¿Qué sigue?
La huelga parece ser solo el primer acto de un drama que promete escalar. Se esperan nuevas medidas de presión —como manifestaciones semanales y paros escalonados— si el ejecutivo se niega a modificar los artículos más polémicos de la ley.
Por ahora, los griegos vuelven a mirar al Parlamento con desconfianza. El recuerdo de una década de austeridad impuesta durante la crisis financiera aún duele. Aunque aquella etapa trajo duras reformas bajo la tutela de la Troika (UE, BCE y FMI), hoy es el propio gobierno griego el que empuja reformas que muchos consideran antisociales.
“¿Nos quieren trabajadores eficientes o esclavos digitales del siglo XXI?”, cuestionan desde sectores académicos y organizaciones de derechos laborales.
La respuesta se construye en las calles, en las urnas... y en cada huelga general que sacude Atenas.