Kyaukme y la guerra olvidada en Myanmar: ¿resistencia étnica o táctica militar rumbo a elecciones?

El ejército birmano ha recuperado el control de una ciudad estratégica tras una intensa ofensiva contra fuerzas étnicas de resistencia. Un análisis sobre el verdadero significado de esta victoria militar.

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

El contexto: una guerra de décadas en uno de los países más cerrados del mundo

Myanmar, antes conocida como Birmania, lleva décadas envuelta en una compleja red de conflictos internos entre el Gobierno central, controlado en diferentes etapas por regímenes militares, y una amplia variedad de grupos étnicos armados que buscan desde mayor autonomía hasta la total independencia.

Tras el golpe de Estado de febrero de 2021, cuando los militares derrocaron al gobierno electo de Aung San Suu Kyi, el país entró en una nueva era de violencia. Las fuerzas armadas, conocidas como Tatmadaw, enfrentan no solo a insurgencias étnicas históricas como el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (TNLA), sino también a una nueva ola de resistencia democrática representada por las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF).

La reciente recuperación de Kyaukme, una ciudad de importancia estratégica en el estado de Shan, refleja este complejo entramado de conflictos.

Kyaukme: más que una simple ciudad

Kyaukme está ubicada a aproximadamente 115 kilómetros al noreste de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país. Además de su valor geográfico, esta ciudad desempeña un papel crucial en el comercio entre Myanmar y China, al hallarse en una arteria clave que conecta ambas regiones.

Durante más de un año, Kyaukme estuvo bajo control del TNLA, uno de los tres brazos de la Alianza de las Tres Hermanas, una coalición de milicias étnicas que también incluye al Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA) y al Ejército Arakan (AA).

La pérdida de la ciudad representaba un golpe significativo para el Gobierno militar, por lo que la recuperación anunciada esta semana está cargada de simbolismo y repercusiones militares.

¿Reconquista o propaganda?

El periódico estatal Myanma Alinn fue el encargado de dar la noticia de que las fuerzas armadas recuperaron Kyaukme tras una operación militar de tres semanas. Las imágenes difundidas muestran a soldados posando en puntos estratégicos de la ciudad.

No obstante, como ocurre frecuentemente en Myanmar, no hay confirmación independiente debido a las restricciones que el ejército impone a los periodistas y organizaciones de derechos humanos. El TNLA ha acusado al ejército de usar fuerza desproporcionada, incluyendo bombardeos aéreos y artillería pesada, lo que habría provocado incendios en edificios gubernamentales y desplazamiento masivo de civiles.

En su canal de Telegram, el TNLA publicó que la ciudad fue intensamente bombardeada y que los combates continuaron en pueblos cercanos. Si bien no han negado su retirada, tampoco han ofrecido una confirmación oficial de su pérdida.

Elecciones en el horizonte: ¿una maniobra del Tatmadaw?

La recuperación de Kyaukme se da en un contexto mucho más amplio: la preparación del régimen militar para elecciones que, según han anunciado, se celebrarán desde el 28 de diciembre de 2025. Aunque la comunidad internacional pone en duda la legitimidad de estos comicios, para el ejército son una pieza clave para revalidar su autoridad.

El control territorial es fundamental en este contexto. De acuerdo con analistas del International Crisis Group, el régimen está acelerando campañas militares para recuperar zonas estratégicas del norte y oeste del país, especialmente aquellas cercanas a las fronteras de India y China, con el fin de presentarse como la única fuerza capaz de garantizar estabilidad.

La Alianza de las Tres Hermanas y el avance truncado

Desde octubre de 2023, la Alianza de las Tres Hermanas lanzó una ofensiva coordinada que logró capturar extensas áreas del noreste de Myanmar, incluyendo ciudades clave en el estado de Shan y Rakhine. Sin embargo, la ofensiva se desaceleró tras una serie de ceses al fuego mediados por China, país que ejerce una considerable influencia en la región.

En los últimos meses, el ejército ha ido recuperando posiciones, como Lashio en abril y Nawnghkio en julio, y ahora Kyaukme. Estas victorias no solo mejores posiciones de negociación para el ejército, sino que también socavan moral y recursos de las fuerzas insurgentes.

¿Y la población civil?

Mientras las élites militares y grupos armados compiten por el control territorial, la población civil queda atrapada en medio. Según reportes de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), más de 3 millones de personas han sido desplazadas internamente desde el golpe de 2021.

“No es posible hablar de victoria alguna cuando cientos de miles de personas no pueden volver a sus hogares”, señala un informe publicado en mayo de 2024 por Human Rights Watch.

Las comunidades en Kyaukme han denunciado saqueos, abusos y detenciones arbitrarias por parte de ambos bandos. La reconquista del ejército podría significar represalias contra quienes fueron percibidos como simpatizantes de la resistencia.

¿Puede la comunidad internacional cambiar el rumbo?

Hasta ahora, la respuesta internacional ha sido débil. Las sanciones impuestas por EEUU, Reino Unido y la UE parecen tener un impacto limitado. La posición ambigua de China, que busca estabilidad en su frontera pero evita condenar directamente al régimen militar, complica aún más una resolución viable del conflicto.

Mientras tanto, las organizaciones humanitarias enfrentan barreras burocráticas y de seguridad que dificultan la entrada de víveres y medicinas esenciales en las zonas de guerra.

El dilema geopolítico y comercial

Kyaukme no solo es estratégica militarmente, también lo es para el comercio. La carretera que cruza la ciudad es parte del Corredor Económico China-Myanmar, un proyecto clave dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta patrocinada por Beijing. Controlarla significa también controlar el flujo de bienes entre China y el centro de Myanmar.

Desde esta óptica, la ofensiva del ejército puede verse como un intento de ganarse el favor de China asegurando la estabilidad en el eje comercial. Pekín, por su parte, estaría más dispuesto a apoyar una junta militar que le garantice orden en la frontera, aunque sea a costa de los derechos humanos.

Reflexiones finales: ¿Quién gana verdaderamente?

La batalla por Kyaukme es un episodio más dentro del prolongado conflicto birmano. Su valor reside más en lo simbólico y estratégico que en lo operativo. Marca un punto de inflexión para la resistencia étnica, cuya ofensiva parece haber perdido impulso, y para el ejército, que desea mostrar cierto control de cara a sus elecciones planificadas.

Pero más allá de los discursos triunfalistas, la realidad sobre el terreno es sombría. El sufrimiento civil, la polarización de etnias y la militarización del país se profundizan. Mientras no exista un proceso político inclusivo, con observación internacional y desmilitarización gradual, las victorias militares como la de Kyaukme solo postergan una paz sostenible.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press