Marruecos en llamas: la generación Z alza la voz en contra de la desigualdad y corrupción

Jóvenes marroquíes lideran protestas masivas que sacuden al país contra un gobierno que prioriza estadios sobre hospitales

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Una juventud cansada de promesas incumplidas

Las protestas que han prendido fuego en las calles de Marruecos en octubre de 2025 no son meramente una expresión de descontento: son un grito colectivo de una generación harta de la desigualdad, la corrupción y los servicios públicos en ruinas. Lideradas en su mayoría por adolescentes y jóvenes menores de 25 años, estas manifestaciones representan el mayor desafío popular que enfrenta el gobierno marroquí desde la Primavera Árabe de 2011.

Las cifras son contundentes: más del 70% de los manifestantes son menores de edad, según datos del Ministerio del Interior. ¿Qué está moviendo a esta generación? La frustración por vivir en un país que invierte miles de millones en estadios para la Copa del Mundo de 2030, mientras hospitales colapsan, escuelas se caen a pedazos y oportunidades laborales son escasas. El lema que ha inundado las redes y las calles lo resume todo: “Hay estadios, ¿pero dónde están los hospitales?”.

La chispa que encendió el fuego

La situación explotó cuando, el miércoles 1 de octubre, fuerzas de seguridad abrieron fuego contra manifestantes en Leqliaa, una localidad cercana a Agadir. Tres jóvenes perdieron la vida. El Ministerio del Interior alega que intentaban incautar armas de policías, pero testigos no han podido confirmar esa versión. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos sostiene que las detenciones ya superan el millar, muchas de ellas documentadas en videos difundidos en redes sociales.

Las protestas han sido particularmente virulentas en zonas del oriente y sur del país, regiones históricamente descuidadas por los planes de desarrollo y marginadas del turismo y la inversión extranjera. Agadir se volvió un punto emblemático tras la muerte de ocho mujeres en un hospital público por falta de insumos, caso que desató masiva indignación.

Una protesta descentralizada al estilo Generación Z

Lo que hace estas protestas especialmente difíciles de contener es la naturaleza horizontal y descentralizada del movimiento. No hay un líder visible. Nacida en redes como Discord y Instagram, la protesta denominada “Gen Z 212” (por el código telefónico de Marruecos) ha viralizado mensajes de resistencia, convocatorias pacíficas y denuncias de represión.

El derecho a la salud, la educación y una vida digna no es un eslogan; es una exigencia seria”, reza un comunicado difundido por este grupo en internet. Pese a múltiples llamados a mantener la protesta sin violencia, escenas captadas en video muestran cómo la rabia ha dado paso también a disturbios, quema de vehículos y ataques a edificios públicos.

Desigualdad estructural y prioridades equivocadas

Las tensiones sociales que vive Marruecos tienen raíces profundas. Según el índice de Gini, que mide la desigualdad, Marruecos se encuentra entre los países más desiguales del norte de África. Mientras Rabat y Casablanca gozan de inversiones millonarias en infraestructura moderna, zonas rurales en el Atlas o ciudades como Ouarzazate y Zagora siguen sin acceso digno a sanidad y educación básica.

“Estamos construyendo estadios con tecnología de punta para ver jugar a estrellas internacionales, pero nuestras escuelas no tienen baños y nuestros hospitales no tienen camas”, cita un joven manifestante en Agadir recogida por la prensa local.

Copa del Mundo 2030: ¿orgullo nacional o cortina de humo?

El anuncio de que Marruecos, junto con España y Portugal, será sede del Mundial de fútbol 2030 generó orgullo en muchos sectores. No obstante, las cifras son impactantes. Se estima que Marruecos gastará entre 9.000 y 12.000 millones de dólares para modernizar sus estadios, redes de transporte y zonas hoteleras. Esta cifra contrasta fuertemente con los 2.500 millones al año que destina a todo su sistema de salud pública (según el Ministerio de Salud Marroquí).

Mientras el gobierno defiende la inversión como “motor de desarrollo” y “generador de empleo”, muchos analistas y organizaciones civiles lo consideran una distracción diseñada para proyectar una imagen de modernidad que no se corresponde con las necesidades del día a día.

Una estrategia gubernamental que no convence

El primer ministro, Aziz Akhannouch, ha intentado calmar las aguas con un discurso conciliador: se muestra “preparado para el diálogo dentro de las instituciones y en espacios públicos”. Sin embargo, no mencionó ni una sola reforma concreta. Su declaración fue interpretada por activistas como una evasiva. En paralelo, el gobierno ha elogiado a las fuerzas del orden por “mantener la estabilidad”, generando más ira entre los familiares de los fallecidos y los miles de detenidos.

En muchos sectores, la figura de Akhannouch es vista como símbolo de la connivencia entre poder político y económico. Dueño del grupo Akwa, uno de los conglomerados más grandes del país, es considerado por muchos parte del problema, no de la solución.

Un patrón global de insurrección juvenil

Lo que ocurre en Marruecos no es un fenómeno aislado. En los últimos dos años, países como Nepal, Kenya y Madagascar han vivido protestas similares protagonizadas por jóvenes ultraconectados, organizados horizontalmente y con demandas centradas en justicia social y transparencia gubernamental. La llamada “generación TikTok” parece haber pasado a la acción ciudadana con una fuerza inédita.

El analista político marroquí Driss El Aouam señala: “La juventud marroquí ya no quiere discursos bonitos. Quiere hechos, derechos tangibles, servicios accesibles y una vida digna en su propio país, sin tener que emigrar para buscar un futuro mejor.”

¿Hacia dónde va Marruecos?

La gran incógnita es si estas protestas lograrán forzar cambios reales o si se repetirán los patrones de represión, cooptación o silencio institucional. La historia reciente ofrece señales preocupantes. Tras el Movimiento del 20 de Febrero en 2011, muchos líderes juveniles fueron perseguidos o asumieron cargos simbólicos sin cambios estructurales.

Hoy, con un sistema más sofisticado de vigilancia online, campañas de desprestigio en redes y alianzas entre medios y poder político, les será aún más difícil sostener el impulso. Pero la indignación está ahí. Y con elecciones parlamentarias en 2026 y la mira internacional sobre la organización del Mundial, la presión se intensificará.

El mensaje potente de una generación despierta

Más allá de los disturbios o de los titulares sobre violencia, el mensaje central de esta nueva oleada juvenil es poderoso: los jóvenes no quieren irse de Marruecos; lo que quieren es quedarse en un país donde valga la pena vivir.

Y para ello, exigen algo sencillo pero fundamental: Una educación de calidad, un sistema de salud digno, oportunidades de empleo reales y un estado que no robe, sino que sirva. ¿Está listo el poder político marroquí para escuchar antes de que la llama se les salga de control por completo?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press