Moda, melancolía y rebelión: el universo contradictorio de Enfants Riches Déprimés en París

Henri Alexander Levy redefine la alta costura con punk burgués, decadencia artística y el dilema existencial de la juventud rica

Un desfile entre el nihilismo y la sofisticación

En el corazón de París, Enfants Riches Déprimés (ERD) volvió a demostrar, una vez más, que la moda puede ser tanto una manifestación estética como una declaración filosófica. El desfile más reciente de la marca, bajo la mirada agridulce de su fundador Henri Alexander Levy, fue una muestra perfecta del choque programado entre la alta cultura y la contracultura.

El nombre de la marca, que se traduce como "Niños ricos deprimidos", no es una simple ocurrencia provocadora. Es la afirmación programática de un universo donde el privilegio convive con el vacío existencial, y donde el estilo no busca complacer sino incomodar. Nacida en Los Ángeles en 2012, ERD ha consolidado una estética elitista y anárquica que ha seducido a celebridades como Jared Leto, Miley Cyrus y Courtney Love.

Una estética de contradicciones

La colección presentada en París fue un verdadero poema visual sobre la juventud privilegiada y su deseo de rebelión. Las referencias militaristas —como un abrigo de mezclilla con botones brillantes y corte afilado— contrastaban con botas de tacón estilo años 70 y cabelleras desordenadas que parecían salidas de Woodstock.

Levy juega constantemente con dicotomías: el orden y el caos, lo tradicional y lo punk. El efecto es una estética que canaliza un anhelo de rebelión contenida; de decir "no" con chaquetas entalladas y cinturones enjoyados.

Influencias: del posh punk al existencialismo pop

ERD se ha definido desde sus inicios por una fusión improbable: una mezcla de la decadencia aristocrática europea con las punzadas crudas del punk californiano. Sus prendas exhiben alfileres de seguridad y dobladillos deshilachados, sí, pero también terciopelo, satén y cuero trabajado minuciosamente. Es como si Jean-Paul Sartre y Sid Vicious hubieran creado juntos una línea de ropa.

Henri Alexander Levy no oculta sus influencias. A menudo se le compara con Hedi Slimane por su amor por las siluetas delgadas y el dramatismo sartorial. Pero mientras Slimane trabaja desde la nostalgia y la precisión, Levy opera con un toque más nihilista, más abstracto. Esta colección lo confirma: una mezcla ecléctica que recuerda más a un performance poético que a un desfile estándar.

Teatralidad vestida de alta costura

No es la primera vez que ERD coquetea con el teatro. En colecciones anteriores hemos visto desde tanques de cartón en la pasarela hasta funerales ficticios de personajes inventados. La presentación más reciente fue menos enérgica, pero igual de emotiva, con un enfoque en la atmósfera: una nostalgia decadente por una juventud con demasiado dinero y sin propósito claro.

“Estamos deprimidos, pero tenemos dinero” parece ser la premisa central de la marca —una frase que podría llevarse impresa directamente en alguno de sus suéteres. Esta rica melancolía se refleja en pantalones palazzo blancos de pliegues aristocráticos combinados con chaquetas de cuero negras y gafas oscuras. Una imagen perfecta del niño rico rebelde que regresa a casa para el almuerzo familiar después de perderse durante el fin de semana.

Más allá de la moda: bar de vinilos y libros de arte

Desde su fundación, ERD ha desafiado las convenciones. Pero la ambición de Levy ha ido más allá de las pasarelas. En París no solo mantiene su sede creativa, sino también un singular bar de libros de arte y vinilos, donde los jóvenes bohemios y millonarios pueden revolver Nietzsche con Nirvana mientras beben café con notas de absenta.

En este espacio, la ropa comparte protagonismo con la música, la filosofía y el arte visual. Es un intento claro —y muy europeo— de devolver a la moda su posición como disciplina artística de pleno derecho. En ese sentido, ERD se parece más a un movimiento cultural que a una simple marca.

Un fenómeno de culto con seguidores ilustres

Si bien ERD comenzó como un proyecto marginal en la escena alternativa de Los Ángeles, hoy se ha convertido en un símbolo de estética gitano-intelectual con proyección internacional. Celebridades como Jared Leto —quien parece haber nacido para vestir esta ropa— han contribuido a amplificar su estatus como marca de culto.

Miley Cyrus y Rita Ora también han sido vistas vistiendo sus diseños: una validación de que el glam y la angustia pueden coexistir sin parecer forzados. Pero su mayor fanática tal vez sea Courtney Love, reina del grunge, cuya estética despeinada y discurso feminista delata una afinidad irresistible con el mundo ERD.

Moda como identidad filosófica

La indumentaria de ERD no solo transmite quién eres, sino cómo piensas. Cada atuendo articula un manifiesto: contra la banalidad, a favor del desorden expresivo, consciente de su privilegio pero sin renunciar a criticarlo. En palabras del propio Levy en una entrevista de 2021: “Nuestra ropa no pretende ser cómoda, pretende hacerte pensar.”

Esa incomodidad intelectual es probablemente lo que fideliza a sus seguidores. En un entorno social cada vez más encorsetado por lo políticamente correcto y la uniformidad de Instagram, ERD ofrece una vía de escape para los inadaptados con tarjeta Black.

Decadencia como resistencia

¿Qué sucede cuando el lujo renuncia a la exuberancia y opta, en cambio, por la desolación estética? El resultado es visceral. Cada prenda de ERD parece un fragmento de diario personal, una reliquia de fiesta, una confesión sartorial. No es moda para todos: es moda para quienes leen a Camus mientras escuchan Joy Division.

Los pesares existenciales de la juventud rica no son recientes. Sofia Coppola los retrató en The Virgin Suicides (1999), Bret Easton Ellis los narró en Menos que cero (1985) y Enfants Riches Déprimés los viste. Lo que Coppola filmó y Ellis escribió, Levy lo viste: nihilismo con collar de perlas.

¿Es esto el futuro de la moda o una sátira vestida?

Algunos críticos acusan a ERD de superficialidad pseudointelectual. Otros la ven como una crítica lúcida al vacío posmoderno. Lo indiscutible es que ha sabido ocupar un nicho con precisión quirúrgica. No es una moda para ir a la oficina ni para la pasarela de TikTok. Es una moda para asistir a una exposición de arte contemporáneo, beber vino naranjo y conversar sobre Kierkegaard.

Como todas las buenas expresiones artísticas, ERD divide opiniones e incomoda. Y justamente por eso es tan necesaria en el panorama actual de una moda que tiende peligrosamente hacia lo funcional y lo banal.

Enfants Riches Déprimés no quiere vestirte, quiere desnudarte emocionalmente. Quiere recordarte que vivir en un mundo sin necesidades no significa vivir sin dolor, y que incluso en el lujo, puede brotar poesía desde la desesperación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press