Elecciones en el Partido Liberal Demócrata de Japón: ¿Nuevo liderazgo, mismo sistema?
Con un país en crisis, una oposición fragmentada y un partido que rehúye el debate profundo, ¿cuánto puede cambiar Japón con un nuevo primer ministro?
Una encrucijada política para Japón
El Partido Liberal Demócrata (PLD) de Japón, en el poder durante casi siete décadas con breves interrupciones, se enfrenta a una decisión crítica: elegir a su nuevo líder, quien probablemente asumirá el cargo de primer ministro, en medio de una crisis de confianza del electorado y profundas tensiones internas y externas.
Tras consecutivas derrotas en elecciones parlamentarias, el PLD ha perdido su mayoría tanto en la Cámara Alta como en la Baja. Aun así, debido a la fragmentación de la oposición, el partido conserva su peso y puede imponer a su líder como primer ministro, una maniobra repetida en la política japonesa desde la posguerra.
Los candidatos: ¿renovación o más de lo mismo?
Los cinco aspirantes a liderar el PLD representan diferentes generaciones y corrientes internas del partido, pero todos se definen como “conservadores moderados”, una etiqueta que busca conjurar unidad sin comprometer posturas polémicas.
- Shinjiro Koizumi, actual Ministro de Agricultura e hijo del ex primer ministro Junichiro Koizumi. Con 42 años, podría convertirse en el jefe de gobierno más joven en más de un siglo. Su discurso está centrado en políticas económicas y defensa, evitando posturas sociales divisivas.
- Sanae Takaichi, exministra de Seguridad Económica y figura del ala más conservadora y nacionalista del partido. Sería la primera mujer en llegar al liderazgo del PLD y posiblemente a la jefatura del estado japonés.
- Yoshimasa Hayashi, jefe del gabinete y político veterano, es percibido como una figura de continuidad que podría atraer alianzas con partidos centristas de la oposición.
- Toshimitsu Motegi y Takayuki Kobayashi, ministros de Comercio y Economía respectivamente, parecen tener pocas posibilidades en las encuestas actuales.
Todos los contendientes fueron discretos al abordar temas sociales, históricos e ideológicos. Omisiones notorias incluyen discusiones sobre matrimoni igualitario, el escándalo de financiamiento político del PLD y la representación de minorías.
Un partido en fuga hacia adelante
El PLD enfrenta una paradoja. Si bien continúa siendo el partido dominante, ha visto evaporarse buena parte de su respaldo popular. Según una encuesta realizada por Nikkei a finales de septiembre de 2025, solo el 29% de los japoneses confían en el PLD para liderar una renovación política. Esta cifra contrasta con el 48% que expresó desconfianza abierta hacia el partido liderado ahora por Shigeru Ishiba, quien anunció recientemente su retiro del liderazgo tras los fracasos electorales.
Pese a ello, la elección que determinará al próximo primer ministro solo involucra a los 295 parlamentarios del PLD y alrededor de un millón de afiliados cotizantes —es decir, menos del 1% de la población japonesa. Para muchos observadores, esto ilustra el carácter endogámico de la política japonesa, donde los cambios aparentes rara vez transforman las estructuras de poder subyacentes.
Temas evitados: el elefante en la habitación
De manera reveladora, ninguno de los aspirantes se pronunció sobre los recientes escándalos financieros que sacudieron al PLD en 2024, involucrando a miembros claves del partido y generando protestas en Tokio, Osaka y Sendai. Tampoco hubo propuestas concretas sobre cómo abordar temas largamente postergados como:
- La igualdad de género: Japón ocupa el lugar 125 de 146 países en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (2023).
- La diversidad sexual: Japón es el único país del G7 sin legislación que reconozca las uniones del mismo sexo a nivel nacional.
- La transparencia financiera, en un contexto donde el escándalo de desvíos de fondos políticos ha dejado al partido sin suficiente credibilidad ante amplios sectores ciudadanos y medios de comunicación independientes como Shūkan Bunshun.
¿Un nuevo primer ministro para responder ante Washington?
En medio de la turbulencia interna, el próximo primer ministro deberá enfrentar una prueba inmediata: una cumbre bilateral con el presidente estadounidense Donald Trump a finales de octubre, durante la cumbre del APEC en Corea del Sur. La visita promete tensiones en torno a temas espinosos como:
- El aumento del gasto marítimo y militar japonés, solicitado insistentemente por Washington bajo el argumento de contrarrestar la expansión china en el Mar de la China Oriental y Meridional.
- La cooperación comercial, especialmente frente a la presión sobre Japón para reducir los aranceles de productos agroalimentarios estadounidenses.
- El papel de Japón en la seguridad cibernética regional, tras las recientes filtraciones de espionaje a empresas tecnológicas japonesas presuntamente vinculadas a hackers chinos.
Una oposición que no logra consolidarse
Parte del problema político de Japón es que la oposición —compuesta por fragmentos del Partido Constitucional Democrático, el innovador pero pequeño Reiwa Shinsengumi y otras formaciones centristas— no logra constituirse como alternativa real. Esto ha permitido que el PLD, pese a reiterados fracasos, se mantenga como actor dominante gracias al juego institucional y al clientelismo tradicional en provincias más conservadoras.
Según el analista político Takashi Mikuriya, “el sistema japonés favorece más la continuidad que el cambio. El electorado busca estabilidad, incluso a costa de reformas profundas que necesita el país”.
Los grandes retos de Japón: demografía, economía y migración
Mientras tanto, Japón lidia con desafíos estructurales que ningún líder puede ignorar por mucho tiempo:
- Crisis demográfica: con una tasa de natalidad de 1.26 hijos por mujer (2023), Japón se enfrenta a una disminución acelerada de su población laboral. Esta situación genera presiones en los sistemas de pensiones y salud.
- Estancamiento económico: el Índice Nikkei 225 apenas ha mostrado crecimiento real desde los años 90, y Japón ha recurrido reiteradamente a políticas monetarias ultraexpansivas sin resultados estructurales.
- Política migratoria restrictiva: en uno de los países más homogéneos del mundo, el recelo hacia extranjeros continúa siendo fuerte, dificultando soluciones realistas a la falta de mano de obra.
Los cinco candidatos del PLD han esgrimido vagamente propuestas para mejorar los ingresos salariales y reducir el efecto de la inflación, pero ninguna de estas propuestas ha sido acompañada por planes detallados sobre financiación, impacto a largo plazo ni mecanismos de control parlamentario.
El veredicto del electorado: paciencia agotada
Aunque la maquinaria interna del PLD elija a un nuevo líder en cuestión de días, la verdadera prueba será la capacidad de recuperar legitimidad ante una ciudadanía cada vez más escéptica. La participación en las últimas elecciones locales fue la más baja en 30 años, y los jóvenes entre 20 y 30 años muestran desconexión con el sistema tradicional de pequeños favores y promesas de empleo burocrático que sostuvieron al PLD por décadas.
“No me importa quién gane. Siempre son los mismos apellidos, las mismas ideas disfrazadas”, dijo Rie Tanaka, una profesora de secundaria de Yokohama, al diario Mainichi Shimbun.
El tiempo dirá si esta elección es un nuevo capítulo o solo una repetición del guión de siempre. Lo que está claro es que Japón se encuentra ante una encrucijada donde el cambio no solo debe parecerlo, debe serlo.