Terror, fe y antisemitismo: el atentado en una sinagoga británica que sacudió a una nación

En pleno Yom Kippur, un acto de violencia desata el debate sobre el odio antisemitista y la seguridad en Reino Unido

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Septiembre de 2025 pasará a la historia de Reino Unido como un mes oscuro para su comunidad judía. El jueves 2, un atentado estremeció al país cuando un hombre embistió con su coche y apuñaló a fieles congregados en la sinagoga Heaton Park de Manchester, en pleno Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío.

El ataque: una embestida mortal en día de reflexión

Los hechos ocurrieron en la mañana del jueves, en el suburbio de Crumpsall, al noroeste de Manchester. Mientras los fieles se reunían en oración, Jihad Al-Shamie, un británico de origen sirio de 35 años, arremetió con su vehículo contra los asistentes y luego descendió armado con un cuchillo, atacando a varias personas.

En sólo siete minutos, el horror se apoderó de la sinagoga. La policía respondió rápidamente y abatió al atacante, quien portaba un falso cinturón de explosivos. Dos personas, Adrian Daulby (53) y Melvin Cravitz (66), fallecieron en el ataque, y otras tres se encuentran hospitalizadas en estado grave.

Un crimen con connotaciones profundas

La elección del día y del lugar no fue casual. Yom Kippur es reconocido como el Día de la Expiación, momento sagrado de introspección, enmienda y conexión espiritual para el judaísmo. Que el ataque se haya producido en esta fecha causó profundo dolor y simbolismo.

El Gran Rabino de Reino Unido, Ephraim Mirvis, declaró sin titubeos: “Este ataque es resultado de una ola implacable de odio hacia los judíos. Es un día que temíamos, pero sabíamos que podía llegar”.

Una escalada preocupante de antisemitismo

El ataque dejó en evidencia el crecimiento del antisemitismo en Reino Unido. Según datos del Community Security Trust (CST), una organización que monitorea actos antisemitas, en 2022 se registraron más de 1.600 incidentes antisemitas en el país. Aunque bajó respecto a 2021 (año marcado por la escalada entre Israel y Gaza), la tendencia de los últimos cinco años continúa al alza.

La tipología es variada: desde insultos callejeros, destrucción de lápidas en cementerios judíos, grafitis en sinagogas, hasta ataques físicos o amenazas institucionales. El temor, como en otras partes del mundo, no es infundado.

¿Quién era el atacante?

Jihad Al-Shamie, identificado como ciudadano británico desde 2006, nació en Siria y llegó al Reino Unido como niño refugiado. Nunca había estado en el radar de la policía ni del programa Prevent, diseñado para detectar señales de radicalización.

No obstante, se confirmó que el ataque está siendo investigado como acto de terrorismo. Además, tres personas más fueron detenidas el mismo jueves por sospecha de colaborar en la preparación o comisión del ataque: dos hombres en sus 30 y una mujer en sus 60. Todavía no se ha determinado si actuaron como parte de una célula organizada o eran cómplices próximos.

La respuesta gubernamental: firmeza con dosis de empatía

El primer ministro británico, Keir Starmer, condenó enérgicamente el atentado, calificándolo como “vil” y afirmando: “Atacó a judíos por el simple hecho de ser judíos”. En un discurso que recorrió medios y redes sociales, prometió protección y solidaridad:

“Les prometo que, en los próximos días, verán a la otra Gran Bretaña: la de la compasión, la decencia y el amor. Este país se unirá para abrazar a la comunidad judía y demostrar que aquí pertenecen y están seguros.”

También se reforzó la seguridad en sinagogas y escuelas judías en Londres, Manchester, Leeds y Birmingham como una muestra clara de respaldo institucional.

Un temor internacional: la fragilidad del equilibrio religioso

Este atentado no puede analizarse en aislamiento. Se enmarca dentro de un contexto global de tensiones religiosas, racismo y radicalización. Desde ataques en sinagogas en Pittsburgh (2018) y Poway (2019) en Estados Unidos, hasta incidentes graves en Francia como el asesinato de Sarah Halimi o el ataque en el colegio judío Ozar Hatorah en Toulouse (2012), la comunidad judía internacional se encuentra en una alerta constante.

El antisemitismo ha cambiado de forma. Ya no se limita al odio clásico basado en estereotipos —aunque persisten—, sino que también se nutre de conspiraciones digitales, desinformación en redes y narrativa polarizante con raíces ideológicas o religiosas. Esto lo convierte en un enemigo más difícil de identificar y combatir.

La criminalización del odio como prioridad de Estado

Pese a que Reino Unido cuenta con leyes del siglo XXI para combatir crímenes de odio, varias voces reclaman una aplicación más contundente. La periodista judía británica Melanie Phillips escribió recientemente en “The Times”:

“El antisemitismo es el canario en la mina del extremismo. Cuando se permite que el odio a los judíos florezca, nadie está seguro.”

El debate parlamentario posterior al ataque incluyó propuestas para endurecer penas por crímenes de odio religioso, ampliar el alcance del programa Prevent y aumentar fondos para el CST y organizaciones de seguridad comunitaria.

¿Y ahora qué? El duelo colectivo y el miedo persistente

Mientras las víctimas son lloradas y la comunidad intenta recomponerse, queda una inquietud flotando: ¿es este un episodio aislado, o un síntoma de una enfermedad más profunda?

El miedo de los judíos británicos va más allá de un atentado. Se alimenta de una percepción creciente de impunidad, invisibilización o falta de empatía. En un estudio del Instituto para la Investigación Política Judía (JPR), el 34% de los encuestados judíos en Reino Unido afirmaba haber considerado emigrar por razones de seguridad.

Solidaridad vs. invisibilidad

Un punto álgido se vuelve el tratamiento mediático y público de estos eventos. Varias organizaciones denunciaron que, al comparar la cobertura de este hecho con otros atentados, el énfasis fue menor o menos enfático, como si el antisemitismo aún fuera un crimen "menos urgente".

Y sin embargo, la lucha contra este odio —como también el Islamofobia o la Xenofobia— exige la misma movilización, visibilidad y resolución.

Una comunidad resiliente

Pese al dolor, la comunidad judía británica ha demostrado una fortaleza admirable. Ya el día después del ataque, cientos acudieron a una vigilia interreligiosa en Manchester. Líderes musulmanes locales se sumaron, condenando el acto y manifestando su apoyo. “Esto es terrorismo, no religión. Al igual que nosotros condenamos el antisemitismo, esperamos que se condene también el islamofobia”, señaló el imán Ahmed Majid.

En medio del desastre, esas muestras de solidaridad y humanidad brillan como la llama de una menorá: resistentes, firmes, necesarias.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press