Tesoros bajo el mar: La historia y el negocio detrás de la búsqueda de riquezas en la Costa del Tesoro de Florida
El hallazgo reciente de monedas de oro y plata valoradas en un millón de dólares revive la pasión por los naufragios y cuestiona quién es dueño de la historia submarina
Un resplandor dorado bajo las aguas turquesas
En las aguas de un tramo del Atlántico conocido como la Costa del Tesoro de Florida, buceadores de la compañía 1715 Fleet – Queens Jewels LLC encontraron recientemente lo que muchos sueñan descubrir: más de 1,000 monedas de oro y plata de origen colonial español, con un valor estimado de 1 millón de dólares.
Este descubrimiento no solo suma un nuevo capítulo a la rica historia de este litoral, sino que despierta nuevamente el interés por el oficio romántico e intrépido de la caza de tesoros. Pero, ¿qué hay realmente detrás de estas excavaciones marinas modernas? ¿Quién se queda con los tesoros? ¿Qué leyes los regulan? Y sobre todo, ¿por qué esta zona es tan prolífica en hallazgos?
La tragedia detrás del oro: El naufragio de la Flota de 1715
Todo comenzó el 31 de julio de 1715 cuando una flota de galeones españoles, transportando tesoros del Nuevo Mundo hacia la metrópolis, fue sorprendida por un huracán. Las naves se hundieron frente a la costa este de Florida, esparciendo joyas, lingotes y monedas por el lecho marino.
La flota había zarpado de Cuba, presumiblemente cargada con riquezas de América Latina, especialmente plata de Bolivia y México, y oro del Perú. Fueron *11 barcos en total*, y aunque las autoridades españolas recuperaron algo del cargamento, grandes cantidades quedaron enterradas entre corales y arena.
Desde entonces, este tramo costero entre Melbourne y Fort Pierce ha sido rebautizado como la Costa del Tesoro, y ha dado origen a decenas de hallazgos, historias de fantasía y una industria completa de exploradores y empresas de salvamento marítimo.
La empresa detrás del hallazgo
Queens Jewels LLC tiene la exclusiva, otorgada por un juez federal, para realizar labores de rescate en estos naufragios históricos. Cada hallazgo se somete luego a una revisión detallada, legal e histórica, antes de proceder a su clasificación y potencial venta o conservación.
Sal Guttuso, director de operaciones de la compañía, explicó que el proceso implica inventariar, limpiar, conservar y fotografiar cada moneda. Algunas han resultado ser verdaderas joyas históricas: monedas con marcas reales, sellos de cecas coloniales y fechas anteriores a la fundación de muchas de nuestras repúblicas.
Cada moneda, una joya histórica
En el laboratorio arqueológico de la empresa, las monedas se someten a un proceso de limpieza mediante electrólisis inversa, para retirar óxidos y minerales sin dañar el metal. Posteriormente, se documentan en alta resolución y se analizan meticulosamente para determinar su valor histórico y monetario.
Los expertos estudian su peso, ceca, año de acuñación, y a veces incluso especulan sobre la ruta que pudo haber seguido esa moneda desde su origen en América Latina hasta el galeón que la transportaba.
¿Quién se queda con el tesoro?
Bajo la ley estatal de Florida, todo artefacto arqueológico hallado en aguas o terrenos públicos pertenece al estado. Sin embargo, existe una regulación que permite a empresas privadas obtener permisos especiales para explorar y recuperar lo que yace bajo las olas.
Una vez autorizados, los salvadores deben negociar con las autoridades. Por lo general, hasta un 20% de las piezas queda en manos del estado (destinado a museos o investigaciones), mientras que el 80% restante se reparte entre la compañía y sus subcontratistas.
No todo es oro: el trabajo detrás de la búsqueda
Guttuso confiesa que muy pocos viven exclusivamente de esta actividad. Muchos buceadores que participan lo hacen como trabajo de verano, y financian sus futuras inmersiones con los descubrimientos realizados.
Aún así, hay temporadas inolvidables. En 2015, la empresa rescató más de 350 monedas de oro, una de las cuales se vendió por $250,000 debido a su rarísimo simbolismo. Estos momentos son los que mantienen viva la pasión entre tempestades de escepticismo y olas legislativas.
Regulación e historia: una danza delicada
No cualquiera puede lanzarse al agua con una pala y una máscara. Florida prohíbe expresamente la exploración sin autorización de su División de Recursos Históricos, y violaciones a estas reglas pueden acarrear cargos criminales.
El estado no desalienta el interés por su patrimonio submarino. Al contrario. Promueve su estudio, pero con fines académicos o museográficos. “El verdadero tesoro de un naufragio se obtiene mediante la participación e interpretación pública”, afirma un documento oficial.
Una historia compartida con América Latina
Resulta fascinante que estos hallazgos representen también una conexión tangible con la historia de América Latina. Muchas de las monedas rescatadas fueron acuñadas en cecas como Potosí (Bolivia), Ciudad de México o Lima. Estas piezas circularon en mercados coloniales, formando parte de pagos de encomiendas, sueldos de soldados o dotes de matrimonio.
Los metales preciosos, extraídos en condiciones frecuentemente inhumanas, eran embarcados hacia España junto con otras riquezas del continente. El viaje atlántico estaba siempre plagado de riesgos: tormentas, enfermedades, y piratería.
Las monedas encontradas no son solo bienes coleccionables o materias primas valiosas. Son testimonios silentes de una economía globalizada temprana, de conquistas, esclavitud, comercio y cultura. Algunas llevan inscritos los nombres de virreyes, otras los de reyes como Carlos II o Felipe V.
Tesoro colectivo o propiedad privada: el debate sigue
Aunque haya regulación, existe una tensión latente entre el valor histórico y el comercial. Organizaciones de arqueología y patrimonio han criticado por décadas que los hallazgos se repartan entre exploradores y coleccionistas, en lugar de permanecer en museos.
Sin embargo, empresas como Queens Jewels señalan que sin su inversión, equipo y conocimiento, muchos de estos objetos seguirían olvidados bajo los arrecifes. Y como en toda historia de mar y tesoros, las aguas seguirán divididas.
Hoy, mientras Florida continúa siendo epicentro de caza de tesoros, es imposible negar la fascinación que estos hallazgos provocan. Nos recuerdan que bajo la superficie del presente, aún quedan rastros del pasado brillando con la intensidad del oro... o del mito.