Drones, defensa y desconcierto: Europa se enfrenta a su nueva amenaza aérea
La oleada de vuelos de drones no identificados sobre territorios de la UE expone la vulnerabilidad europea ante posibles operaciones de inteligencia y sabotaje
Una amenaza en pleno vuelo: drones cruzando fronteras europeas
Europa se encuentra en alerta máxima. En las últimas semanas, numerosos incidentes con drones desconocidos han puesto en jaque a las autoridades de varios países de la Unión Europea. Desde sistemas críticos de infraestructura hasta aeropuertos internacionales y bases militares, los objetivos han sido especialmente delicados, despertando serias sospechas sobre la autoría y los motivos detrás de estos vuelos. La mayoría de los focos apuntan hacia Rusia.
El 10 de septiembre de 2025 marcó un punto de inflexión. Una especie de enjambre de drones rusos penetró el espacio aéreo de Polonia. En respuesta, aviones de la OTAN despegaron de inmediato para interceptarlos. Algunos drones fueron derribados. Era la primera confrontación directa en el aire entre la alianza atlántica y Moscú desde el inicio de la guerra en Ucrania, en febrero de 2022.
¿Provocación o prueba?
La interpretación de los hechos varía entre los expertos. Algunos consideran que estos vuelos no tripulados podrían ser maniobras de provocación, destinadas a medir en tiempo real la capacidad de respuesta de la OTAN. Otros sugieren una estrategia más sofisticada: una operación de inteligencia a gran escala.
“Estamos viendo una expansión de las llamadas ‘guerras grises’, donde las líneas entre paz y guerra se difuminan”, afirma Tobias Kühn, analista de seguridad europea. “Los drones ofrecen una herramienta versátil para espiar, evaluar defensas y generar caos psicológico sin disparar una sola bala”.
Amenazas en el cielo: cierre de aeropuertos y pánico institucional
El Aeropuerto de Múnich, uno de los más transitados de Alemania, fue cerrado dos veces en menos de 24 horas por avistamientos de drones. El incidente afectó directamente a más de 6,500 pasajeros, provocando retrasos significativos y dejando cientos de vuelos suspendidos.
En Dinamarca, el aeropuerto de Copenhague sufrió un episodio similar el 22 de septiembre. La primera ministra danesa Mette Frederiksen lo calificó como “el ataque más grave contra infraestructura crítica danesa hasta ahora”. Poco después, el aeropuerto de Oslo en Noruega también activó protocolos de emergencia por un dron sospechoso.
Infraestructura crítica bajo vigilancia
Los drones no sólo han interferido con el transporte aéreo. En Schleswig-Holstein, Alemania, fueron avistados drones sobre una planta eléctrica, un hospital universitario y los terrenos de la empresa TKMS, un proveedor de tecnología marítima para defensa. También fueron reportadas incursiones en bases militares como la de Sanitz, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental.
El semanario Der Spiegel reportó la observación de formaciones combinadas de drones, lo cual sugiere un alto nivel de coordinación profesional. La fiscal jefa Stephanie Gropp confirmó que hay una investigación abierta, aunque los detalles aún no se han divulgado de forma oficial.
Silencio y secretismo: la falta de respuestas oficiales
En muchos casos, las autoridades se han negado a divulgar información, citando razones de seguridad. En Dinamarca, avistamientos sobre la Base Aérea de Karup, la más grande del país, no fueron confirmados ni desmentidos por el Ministerio de Defensa. “Por motivos de seguridad operacional y la investigación en curso, no podremos realizar comentarios adicionales”, señaló una fuente oficial.
La falta de transparencia, sin embargo, ha alimentado la especulación pública e incrementado la presión política sobre los gobiernos involucrados.
Países europeos se movilizan: el plan para una ‘muralla de drones’
Como respuesta, varios ministros de defensa europeos han acordado crear una ‘muralla de drones’ en las fronteras exteriores de la UE. Este sistema incluiría radares especializados, interrupción de señales, redes de vigilancia de inteligencia, y unidad de intercepción.
La estrategia recuerda proyectos como Iron Dome en Israel, aunque con el enfoque puesto en aparatos pequeños, económicos y difíciles de rastrear. “Se trata de adaptarnos a una nueva era de amenazas asimétricas”, afirmó Annegret Schultz, oficial de seguridad alemana. “No podemos seguir utilizando tácticas del siglo XX para hacer frente a enemigos del siglo XXI”.
¿Por qué los drones son tan difíciles de detener?
Los drones comerciales y militares han crecido exponencialmente en los últimos años. Según el European Union Aviation Safety Agency (EASA), se espera que en 2030 haya más de 7 millones de drones operando en el continente, tanto para uso recreativo como profesional.
Su tamaño compacto, bajo costo y facilidad para ser operados remotamente los convierten en herramientas ideales para misiones encubiertas. Además, es prácticamente imposible rastrear su origen cuando se lanzan desde embarcaciones en altamar o zonas remotas, fuera del radio de cobertura de radares terrestres.
“Un dron puede costar 500 euros y causar millones en pérdidas si logra cerrar un aeropuerto durante tres horas”, explicó Jared Nicolet, experto en seguridad de aviación. “Son armas de bajo costo y alta eficacia psicológica”.
¿Casualidad o campaña sistematizada?
Rusia ha negado cualquier participación directa. Desde Moscú, las autoridades argumentan que los vuelos son “accidentales” y que no hay evidencia de acción intencional. Sin embargo, múltiples analistas e informes filtrados sugieren una campaña sistemática de provocación y testeo de las capacidades defensivas europeas.
Las sospechas se enmarcan en un contexto más amplio de tensión creciente con la OTAN y la UE, agravado por las sanciones internacionales contra Rusia tras su invasión de Ucrania y sus recientes acciones en el Ártico y el mar Báltico.
La delgada línea entre espionaje y ofensiva militar
Mientras los avistamientos continúan y los gobiernos buscan respuestas, la verdadera amenaza puede no estar en el daño físico, sino en el daño psicológico y estratégico. Los drones están logrando lo que muchos bombarderos no han podido: poner a Europa en un estado constante de vigilancia, miedo, y disrupción operacional.
“No hace falta que un dron dispare misiles. Basta con que sobrevuele un hospital, o una planta eléctrica, para sembrar el caos operativo y político”, resume Claudia Franzen, profesora de estudios estratégicos.
Europa, ¿lista para las guerras invisibles?
Lo que queda claro es que Europa está entrando en una nueva era de conflictos —menos visibles, más tecnológicos, y profundamente psicológicos. La crisis de los drones representa un llamado de atención para actualizar no sólo la tecnología defensiva, sino también las estructuras legales, los protocolos de emergencia y la cooperación internacional.
Mientras tanto, los ciudadanos, sobre todo aquellos que viven cerca de bases militares, infraestructuras críticas o grandes aeropuertos, se preguntan: ¿cuándo será el próximo dron?
Y más importante aún: ¿qué finalidad tendrá?