El periodismo como campo de batalla: Voces desde Gaza, donde informar puede costar la vida

Casi 200 periodistas palestinos han muerto desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, dejando un legado de valentía, dolor y resistencia poco contado

“Vivimos junto a la muerte”. Así lo resumió el periodista Ibrahim Qannan mientras transmitía en vivo y veía cómo un misil impactaba sobre sus colegas frente a sus ojos. Una imagen insoportable para muchos, pero cotidiana para los reporteros que cubren la guerra desde la Franja de Gaza. Este conflicto no solo ha transformado el paisaje urbano y social de la región, sino que ha redefinido también la cobertura periodística en zonas de guerra.

Periodismo en Gaza: una misión letal

A lo largo del conflicto entre Israel y Hamás, que estalló con intensidad renovada en 2022, 195 periodistas palestinos han perdido la vida, según cifras del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ). Esta cifra supera las muertes combinadas de reporteros en la Guerra Civil estadounidense, las dos guerras mundiales, Vietnam, Corea y Afganistán juntas.

No se trata solo de estadísticas. Se trata de historias como la de Mariam Dagga, una talentosa periodista visual de 33 años que colaboraba como freelance para medios internacionales, incluida Associated Press. Fue una de las víctimas del ataque a un hospital en Rafah el pasado 25 de agosto, donde también fallecieron otros cuatro periodistas. Un total de 22 personas murieron en ese ataque.

¿Periodismo o militancia?

Israel ha sostenido que los ataques no están dirigidos a periodistas, sino a objetivos militares. En el caso del ataque de agosto, el ejército israelí afirmó haber apuntado a una supuesta cámara de vigilancia de Hamás y sostuvo que seis de los fallecidos eran militantes. Sin embargo, hasta la fecha no ha presentado evidencia que respalde estas acusaciones.

Asimismo, algunos reporteros asesinados han sido objeto de campañas de difamación por parte del gobierno israelí, como fue el caso de Anas al-Sharif, de Al Jazeera. Al-Sharif fue acusado de ser miembro de Hamás, poco después de que mostrara sus emociones al cubrir el aumento del hambre en Gaza. Posteriormente, murió en un ataque a una carpa de prensa.

Sin margen para la neutralidad

Para los reporteros locales, la diferencia entre ejercer periodismo y ser parte de la historia es inexistente. “No tienes el lujo de separar tu alma de lo que pasa en el terreno”, explicó Mohamed Salama, exreportero y actual investigador en la Universidad de Maryland, quien entrevistó a más de 20 periodistas de Gaza para su estudio académico.

El desafío va más allá de la narrativa profesional. Las cifras son alarmantes: nueve de cada diez periodistas consultados en una encuesta de Arab Reporters for Investigative Journalism afirmaron que sus casas fueron destruidas. Uno de cada cinco fue herido o perdió a un familiar. Y todo esto, antes de la reanudación de las hostilidades en marzo de 2024.

Resistir desde la pantalla

Nour Swirki, una reportera de Asharq News, relató que ha sido desplazada siete veces desde que inició la guerra. Ella y su esposo, también periodista, tomaron la difícil decisión de enviar a sus hijos a Egipto. “Preferí su seguridad a mi maternidad”, dijo.

Al revisar las fotos en su teléfono, Swirki revive los rostros de colegas caídos. “La muerte está allí en cada segundo”, dijo, evidenciando la macabra normalización del conflicto.

Otro periodista, Mohammed Subeh, sigue trabajando a pesar de tener metralla en la espalda y una pierna lesionada por un ataque. Los hospitales están colapsados, y recibir tratamiento se vuelve casi imposible. “El periodismo no es solo un trabajo, es una misión”, explicó.

Sin extranjeros. Sin respiro.

Desde el inicio del conflicto, Israel ha prohibido la entrada de periodistas extranjeros a Gaza, aumentando la presión sobre los reporteros locales. “No hemos descansado ni un solo día”, relató Qannan, quien también ha sido desplazado múltiples veces junto a su familia.

La vida cotidiana para estos periodistas incluye hambre, miedo y agotamiento. En una reciente publicación en redes sociales, Qannan mostró cómo él y un grupo de colegas cocinaban un kilo de pasta que les costó $60. Un reflejo del colapso económico que acompaña al conflicto.

La Franja, una fosa sin lápida para la prensa

El Proyecto Costes de Guerra de la Universidad de Brown denominó recientemente a Gaza como un cementerio de periodistas. ¿Cuál es el impacto de esta descripción? Implica que las condiciones actuales ya no son comparables con otras zonas de guerra. Gaza se distingue no solo por la violencia, sino por su carácter indiscriminado y constante hacia quienes hacen periodismo.

A diferencia de los corresponsales extranjeros, los periodistas palestinos no cuentan con la posibilidad de salir por seguridad emocional o física. Viven lo que cubren. Lo sufren en carne propia.

¿Dónde está la comunidad internacional?

Pese a las súplicas de organizaciones como la AP y Reuters, que también han perdido personal, Israel ha evitado hacer públicas investigaciones completas sobre los ataques. El ausencia de transparencia alimenta la impunidad y desprotege aún más a quienes siguen arriesgándolo todo para informar.

Se ha pedido, sin éxito, la intervención de organismos como las Naciones Unidas para garantizar la seguridad de los periodistas y facilitar el ingreso de medios extranjeros. Sin embargo, la situación no ha cambiado en meses.

La prensa no es un objetivo militar

El artículo 79 del Protocolo Adicional I de los Convenios de Ginebra reconoce explícitamente la protección de los periodistas como civiles en conflictos armados. Aunque Israel ha ratificado estos protocolos, la práctica en Gaza contradice cualquier compromiso legal internacional.

En palabras de Reporteros Sin Fronteras, “Los ataques contra periodistas deben ser investigados como crímenes de guerra”.

El deber de contar la verdad, cueste lo que cueste

Desde el lugar de los hechos, los reporteros de Gaza envían imágenes, testimonios y noticias que permiten al mundo conocer las atrocidades de esta guerra. Sin ellos, habría solo silencio entre los escombros. Y como dijo Subeh: “Mi presencia aquí es importante. La voz de Gaza debe venir de los que vivimos en ella.”

Un periodista puede elegir contar una historia con palabras, fotografías o imágenes en movimiento. En Gaza, lo hace con su vida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press