Generación Z en pie de lucha: el despertar social que sacude a Marruecos

De la protesta digital al movimiento callejero: jóvenes marroquíes lideran manifestaciones contra la corrupción, la desigualdad y el olvido estatal

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Un Marruecos joven que ya no quiere callar

Durante más de una semana, Marruecos ha sido escenario de masivas protestas lideradas por jóvenes que muestran un nivel de descontento raras veces visto en el país. Con más de la mitad de la población menor de 35 años, el reino norafricano vive una vibrante movilización que refleja el hartazgo de una generación harta de la precariedad y el olvido por parte del Estado.

Encabezado por el colectivo Gen Z 212 —nombre derivado del prefijo telefónico nacional— este movimiento ha logrado pasar del malestar digital a la acción física en las calles. Con más de 180.000 miembros discutiendo estrategias en plataformas como Discord, este grupo lidera una causa cuyo lema es contundente: “Libertad, dignidad y justicia social.”

¿Qué está impulsando las protestas?

A simple vista, Marruecos es un referente en infraestructura africana: el único sistema de trenes de alta velocidad del continente, ciudades históricas remodeladas para el turismo y una proyección internacional dada la reciente adjudicación como sede del Mundial 2030 de fútbol. Sin embargo, este brillo oculta una cara menos glamorosa.

El desempleo juvenil alcanza el 36% entre los jóvenes de 15 a 24 años, provocando que más del 50% de los menores de 35 años hayan considerado emigrar. La inversión en megaestadios contrasta brutalmente con un sistema sanitario deficiente, escuelas saturadas y salarios mínimos que apenas rozan los 300 dólares al mes.

El sistema de salud, que cubre el 80% de la población, apenas consume un 40% del gasto en el sector, lo que implica que gran parte del costo médico recae en el bolsillo del ciudadano. En cifras, Marruecos tiene solo 7.7 profesionales médicos por cada 10.000 habitantes, concentración que reduce aún más la atención médica en regiones ya olvidadas como el sur y el este.

Un grito contra la desigualdad: “Dignidad antes que estadios”

La chispa que encendió la mecha del descontento fue la percepción —y para muchos realidad— de que el gobierno prioriza grandes eventos frente a necesidades básicas. Los cánticos populares durante las protestas incluyen frases como “¿Están los estadios, pero dónde están los hospitales?”, mostrando el claro resentimiento hacia el gasto de casi 16 mil millones de dólares en preparativos para el Mundial 2030.

Los manifestantes acusan directamente al primer ministro Aziz Akhannouch —uno de los hombres más ricos de Marruecos— y al ministro de Salud Amine Tahraoui, su exsocio, de beneficiarse del status quo. Se señalan contratos millonarios adjudicados a empresas vinculadas a sus intereses personales, incluyendo proyectos de desalinización que han sido aprobados con poca transparencia.

De lo local a lo nacional: precedentes y agravios extendidos

Las protestas actuales fueron precedidas por movimientos similares en Al Haouz, donde aún hay personas durmiendo en carpas tras el terremoto de 2023, y en Agadir, donde la muerte de ocho mujeres en un hospital público avivó las llamas del enojo social. Agadir, una ciudad conocida por su aeropuerto renovado y su destino turístico, es también la capital de una de las provincias más pobres del país.

Este sentimiento de abandono encuentra eco en todo el país. Jóvenes marroquíes no solo protestan por carencias materiales, sino por una sensación compartida de que el progreso económico no les incluye. Esto no es nuevo: en 2017, el propio rey Mohammed VI reconoció que “el desarrollo no ha llegado de forma equilibrada a todos los ciudadanos”.

Reacción del régimen: represión y calculada apertura

La respuesta de las autoridades ha sido ambivalente. Por un lado, persecuciones, arrestos masivos y uso de la fuerza; por el otro, declaraciones de apertura al diálogo. Entre el 27 y 28 de septiembre, la policía detuvo a decenas de manifestantes y hubo violentas confrontaciones que incluyeron incidentes mortales y atropellos con vehículos policiales.

No obstante, ante la presión sostenida y la magnitud de la movilización, algunos ministros sugirieron reforzar el personal médico y habilitar nuevas instalaciones sanitarias. Tahraoui declaró a la prensa local: “Estamos acelerando la ejecución del plan integral para que los ciudadanos sientan las mejoras.”

Pero, para muchos, sin propuestas concretas de redirigir fondos de estadios a servicios sociales, estas promesas saben a poco.

El reclamo formal al Rey

Gen Z 212 publicó una carta dirigida a Mohammed VI en la que solicita:

  • La disolución del actual gobierno y partidos corruptos.
  • La liberación de los detenidos durante las protestas.
  • La celebración de un foro nacional para luchar contra la corrupción y promover la transparencia.

“El pueblo quiere que el Rey intervenga,” coreaban miles, una consigna que retrata la figura del monarca no como un enemigo, sino como un último bastión frente a los abusos políticos.

Una generación sin miedo: rasgos comunes de la protesta gen Z

El caso marroquí no está aislado. Desde Chile hasta Kenia, Perú, Nepal y Madagascar, la generación Z ha pasado del escepticismo institucional a la acción directa. Son movimientos descentralizados, organizados en plataformas digitales y que rechazan estructuras tradicionales como partidos políticos o sindicatos.

Lo interesante en Marruecos es cómo esta generación se aferra a los recursos que dispone —redes sociales, memes, diseño gráfico, foros— para construir un movimiento que ha roto la pasividad ciudadana. Una revuelta cultural, política y tecnológica que pone sobre la mesa desigualdades de larga data.

Un desafío sistémico

Los jóvenes no solo están reclamando mejoras puntuales, sino una reforma estructural que reoriente las prioridades nacionales. Exigen un Estado que deje de mirar hacia los fastos internacionales y comience a construir una base sólida para el bienestar social.

En un país donde la desigualdad sigue siendo una herida abierta, acudir primero a los médicos antes que a los arquitectos de estadios parece una demanda elemental. Gen Z 212 ha abierto un debate que trasciende las fronteras de Marruecos. ¿Puede una nación modernizarse sin reconocer las voces de sus propios hijos?

En palabras de uno de los manifestantes entrevistados en Casablanca: “Queremos un futuro aquí, no tener que partir para tenerlo.”

Tal vez, la mayor infraestructura que necesita Marruecos ahora mismo no se vea en ladrillos ni canchas, sino en la construcción de un nuevo contrato social entre Estado y ciudadanía.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press