Georgia al borde del colapso político: Protestas, represión y una elección municipal vacía

El conflicto entre gobierno y oposición escala en Tiflis mientras la democracia georgiana se enfrenta a su prueba más dura

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Por décadas, Georgia ha sido vista como una de las democracias emergentes más prometedoras del Cáucaso. Sin embargo, los eventos recientes ocurridos en su capital, Tiflis, muestran una democracia paralizada, conflictiva y en crisis.

La chispa: unas elecciones sin oposición

El pasado sábado 4 de octubre de 2025, Georgia celebró elecciones municipales. Pero lo hizo en circunstancias que ponen en tela de juicio el estado de su democracia. Los principales bloques de oposición decidieron boicotear los comicios, alegando una persecución política sistemática y condiciones que distorsionan la competencia electoral.

La jornada electoral fue tensa y estuvo marcada por protestas multitudinarias en el centro de Tiflis. Miles de ciudadanos y simpatizantes opositores salieron a las calles ondeando las banderas nacionales y de la Unión Europea, en señal de rechazo al actual gobierno y exigiendo la liberación de presos políticos.

Un gobierno cada vez más autoritario

La respuesta del gobierno fue contundente. La policía utilizó cañones de agua y gas pimienta para dispersar a los manifestantes cuando estos intentaron acercarse al Palacio Presidencial. Las imágenes de la brutalidad policial, con agentes bloqueando calles y extinguiendo bengalas lanzadas por los manifestantes, recorrieron el mundo.

En los últimos años, organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado un aumento en las detenciones arbitrarias y restricciones a la libertad de expresión en Georgia. Según Amnistía, entre 2021 y 2024 el gobierno georgiano detuvo a más de 50 opositores en procesos considerados poco transparentes.

La importancia simbólica de las protestas

Las protestas no fueron solo contra las elecciones; representaron el punto culminante de un creciente descontento popular. Cientos de ciudadanos portaban pancartas con mensajes como “¡Europa sí, corrupción no!” y “¡Libertad para los presos políticos!”.

Destaca la presencia de pancartas con la bandera de Estados Unidos, simbolizando el deseo de muchos georgianos de que Occidente intervenga diplomáticamente para contener el autoritarismo rampante en el país.

Georgia y su encrucijada europea

Georgia ha buscado durante años ingresar en la Unión Europea y la OTAN. En 2014, firmó un Acuerdo de Asociación con la UE, y en 2020, se propuso formalmente solicitar la adhesión. Sin embargo, el deterioro institucional reciente ha frenado estos esfuerzos.

El Parlamento Europeo ha mostrado preocupación por el rumbo autoritario del país. En una resolución de abril de 2024, denunció que Georgia estaba retrocediendo en los estándares democráticos necesarios para su adhesión.

¿Por qué la represión ahora?

Analistas consideran que el gobierno actual, liderado por el partido Sueño Georgiano, intenta consolidar su poder antes de las elecciones presidenciales previstas para 2026. Esta consolidación muchos la ven como un acelerado proceso de concentración de poder, muy similar al observado en otras jovenes democracias post-soviéticas.

“El partido gobernante ha instrumentalizado el sistema judicial, los medios y las fuerzas de seguridad para aplastar a la oposición”, declaró Tamar Beruchashvili, exministra de Asuntos Exteriores de Georgia, en una entrevista reciente.

Una juventud que no calla

Particularmente llamativa ha sido la participación de jóvenes en las protestas. Equipados con máscaras antigás y escudos improvisados, muchos enfrentaron a la policía con una determinación que evoca las grandes protestas pro-democracia de Ucrania en 2014.

“Somos una generación que quiere mirar a Europa, no a Moscú”, gritó un joven manifestante captado en transmisión en vivo por medios locales independientes.

Escenario internacional: ¿Y Occidente?

Hasta ahora, la condena internacional ha sido tibia. Estados Unidos emitió una declaración pidiendo “contención y diálogo”, evitando criticar directamente al gobierno georgiano. La Unión Europea ha limitado su respuesta a comunicados diplomáticos y advertencias de congelamiento de fondos de ayuda.

Mientras tanto, Rusia observa atentamente el conflicto. Si Georgia continúa debilitando sus lazos con Occidente, Moscú podría ver una oportunidad para aumentar su influencia en el país, como ya ha hecho en partes de Abjasia y Osetia del Sur, regiones separatistas apoyadas militarmente por el Kremlin.

La participación: una nota sombría

A pesar del ambiente caldeado, los centros de votación abrieron con normalidad. Pocos acudieron a las urnas. Imágenes muestran mesas electorales casi vacías, con votantes ocasionales y funcionarios que esperaban con aburrimiento frente a las urnas.

Según datos preliminares de la Comisión Electoral Central, la participación fue de apenas un 34%, la cifra más baja registrada desde 1991.

¿Qué sigue para Georgia?

Lo que está claro es que Georgia está al borde de una crisis política de grandes proporciones. Si el diálogo no se restablece y la comunidad internacional no toma una postura más fuerte, la inestabilidad podría escalar y arrastrar al país a un conflicto interno prolongado.

Las próximas semanas serán claves. ¿Entrará Georgia en una nueva espiral de represión, o resistirá la presión social y volverá a la vía democrática? La respuesta, según muchos analistas, dependerá tanto de la presión interna como del nivel de compromiso internacional por salvaguardar los valores democráticos en esta nación caucásica.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press