Siria después de Assad: ¿nueva democracia o más de lo mismo?
La caída de Bashar al-Assad marcó un antes y un después en la política siria, pero las elecciones parlamentarias en Damasco revelan signos preocupantes de exclusión, desinformación y falta de transparencia
Luces apagadas en las calles electorales de Damasco
A pesar de la histórica caída de Bashar al-Assad en diciembre pasado tras una ofensiva relámpago de insurgentes islamistas, las calles de la capital Siria, Damasco, presentaban este sábado un escenario más propio del olvido que de una jornada previa a unas elecciones parlamentarias. Ni carteles, ni marchas, ni debates públicos; en cambio, la mayoría de los habitantes no sabían siquiera que se celebraría una votación al día siguiente.
Elias al-Qudsi, un comerciante de la Ciudad Vieja de Damasco, lo resumía con perplejidad: “No sabía nada; me estoy enterando por casualidad. No tengo claro si estamos llamados a votar o quién puede hacerlo.”
Elecciones sin ciudadanía: entre colegios electorales y cargos asignados
Lejos de la participación ciudadana directa, el “nuevo orden político” tras Assad impone una fórmula poco inclusiva: sólo dos tercios de la Asamblea del Pueblo serán elegidos mediante colegios electorales, mientras que el tercio restante será directamente nombrado por el presidente interino, Ahmad al-Sharaa.
“La participación directa del pueblo es la base de cualquier sistema democrático, pero dadas las circunstancias del país —con millones de desplazados y documentación perdida—, era inviable seguir ese modelo,” justificó Nawar Nejmeh, vocero del comité electoral.
No obstante, muchos en la sociedad civil consideran este razonamiento un pretexto para el control político. La justificación de "no es perfecto, pero sí realista" que esgrimen las autoridades refleja una visión pragmática del poder, pero vacía de contenido democrático efectivo.
Activismo versus exclusión: el papel de la sociedad civil
Algunas organizaciones cívicas, como The Day After, han intentado involucrarse con el proceso legislativo. Su director ejecutivo, Mutasem Syoufi, explicó que, a pesar de haber entrenado a miembros de los colegios electorales sobre la ley provisional, su propuesta de incluir observadores independientes fue rechazada.
La respuesta del comité electoral fue delegar esa función de “monitoreo” a abogados del colegio sirio, cuyos vínculos con el Estado hacen dudar de su imparcialidad. Este tipo de decisiones alienta a quienes piensan que los nuevos líderes intentan moldear una apariencia de legitimidad sin permitir voces críticas.
Oportunidades perdidas y minorías marginadas
Las elecciones también han enfrentado una serie de irregularidades: cambios sorpresivos en las listas de electores, restricciones a candidatos y la supresión de nombres supuestamente ligados al régimen anterior, así como filtreos de inclusión selectiva "para añadir más mujeres y minorías religiosas", según admitió el vocero electoral.
Pero esta supuesta inclusión ha sido recibida con escepticismo. Desde la comunidad judía casi extinguida en Damasco hasta otras minorías religiosas, muchos sienten que la retórica reformista no se traduce en representación política efectiva. Incluso la candidatura de Henry Hamra –judío sirio-estadounidense que emigró y ha regresado tras décadas– ha generado más ruido en redes sociales que en las calles.
¿Progreso o una nueva forma de autoritarismo?
La disolución del parlamento y de los antiguos partidos políticos tras la caída del régimen levantó expectativas de un nuevo comienzo. Sin embargo, esas promesas parecen estar diluyéndose en un sistema tan cerrado como el anterior. Las elecciones sin el pueblo y con candidatos controlados desde el poder ejecutivo recuerdan más a los métodos autocráticos que a una etapa de reconstrucción democrática.
“¿Estamos avanzando hacia una transición creíble e inclusiva que represente a toda Siria? Creo que aún no,” afirma Syoufi. Sus palabras resuenan en las calles silenciosas de Damasco, donde reina la apatía y la resignación general.
Economía en ruinas, servicios colapsados y desinterés político
Los ciudadanos, como Shadi Shams, padre de seis hijos, no están siguiendo el proceso electoral de cerca. “Sabía que había elecciones, pero no sabía los detalles. Con la economía por los suelos, sin electricidad durante horas y un sistema educativo agonizante, tenemos cosas más urgentes de las que preocuparnos,” dijo.
Durante el gobierno de Assad, Shams votaba, pero con una sensación de inutilidad. “Todos sabíamos que los miembros de la Asamblea no decidían nada. Y de este nuevo sistema no sabremos mucho hasta ver resultados, si los hay.”
Crónica de un sistema anestesiado
La historia política moderna de Siria ha estado marcada por un control autoritario férreo desde la llegada de Hafez al-Assad en 1971. Su hijo, Bashar, continuó con la represión, la censura y maniobras institucionales que convirtieron al parlamento en una extensión del poder presidencial. Tras décadas de control del Baaz, la esperada caída del régimen suponía un antes y un después, no sólo para Siria, sino para la región.
Pero la experiencia reciente muestra que el cambio de dirigentes no siempre implica una transformación sistémica. La cooptación de las instituciones por el nuevo gobierno, los vacíos de participación real y la imposibilidad de auditoría independiente dibujan un cambio más formal que estructural.
¿Y ahora qué?: horizonte incierto
La legitimidad de las elecciones del nuevo parlamento dependerá, en última instancia, de su capacidad para responder a las urgencias de la ciudadanía siria: reconstrucción, restauración de servicios básicos, retorno de desplazados y, sobre todo, garantías de convivencia y democracia real.
En un país que ha vivido más de una década de guerra civil, reconstruir algo más que edificios es el verdadero desafío: reconstruir la confianza. Y esa confianza sólo puede surgir desde la transparencia, la inclusión y el respeto al ciudadano como sujeto político.
De momento, los nuevos líderes parecen haber heredado viejas costumbres: gobernar sin preguntar, decidir sin consultar y prometer sin cumplir. El pueblo sirio, al parecer, aún espera su verdadera primavera.
Frase para reflexionar
“No se trata de quién vota, sino de quién cuenta los votos” – Joseph Stalin.
En el contexto sirio —tristemente— estas palabras siguen resonando con inquietante actualidad.