La catástrofe del HMNZS Manawanui: Lecciones de un desastre naval entre Nueva Zelanda y Samoa

Una mirada crítica a los errores humanos, ambientales y diplomáticos detrás del naufragio histórico que marcó tensiones en el Pacífico

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Una cadena de errores con consecuencias históricas

El 6 de octubre de 2024, un evento sin precedentes afectó las relaciones entre Nueva Zelanda y Samoa: el buque de la marina neozelandesa HMNZS Manawanui encalló en un arrecife cercano a la costa sur de Upolu, la segunda isla más grande de Samoa. El impacto fue devastador, no por la pérdida de vidas humanas (afortunadamente, los 75 tripulantes fueron evacuados a salvo), sino por el daño ambiental, diplomático y reputacional desencadenado por un error humano que pudo haberse evitado.

¿Cómo es que una nación eminentemente marítima como Nueva Zelanda, con su estrecha relación con las islas del Pacífico, terminó cometiendo un fallo de esta magnitud? Hoy analizamos, paso a paso, lo ocurrido, las implicancias para ambos países, y el precedente que este desastre establece para las operaciones militares y diplomáticas en la región.

Una falla evitable: el piloto automático y la falta de experiencia

La investigación oficial encabezada por una Corte de Investigación interna de la Marina de Nueva Zelanda dejó en evidencia un sistema plagado de fallos: desde la falta de entrenamiento, la insuficiencia de certificaciones, hasta la escasa experiencia de la tripulación a bordo. Según el reporte, el personal no fue consciente de que el buque todavía estaba en piloto automático, y por ende, interpretaron erróneamente la dirección y comportamiento de la nave mientras se dirigía directamente hacia el arrecife.

"Este incidente fue producto de un cúmulo de errores humanos y organizacionales", concluyó la investigación. En otras palabras, no fue un accidente desafortunado, sino una muestra cruda de un fallo institucional.

Impacto ambiental: dañado pero vigilado

El hundimiento del HMNZS Manawanui, una embarcación especializada en buceo e hidrográfica, provocó inicialmente temor en las comunidades locales sobre un posible desastre ambiental. El arrecife en cuestión es parte de un frágil ecosistema marino del que muchos samoanos dependen para pesca y turismo.

Sin embargo, estudios recientes de la Organización Científica de Samoa muestran que, afortunadamente, no se detectaron hidrocarburos en niveles peligrosos en el agua, y la alerta sobre la pesca fue levantada en febrero de 2025. Cap. Rodger Ward, portavoz de la Defensa de Nueva Zelanda, señaló: "Es tranquilizante ver que el mar se mantiene limpio y sin contaminación química visible".

¿Qué hacer con el naufragio?

Uno de los dilemas actuales es decidir si se removerá o no el barco. Aún se encuentra en el fondo marino y no se ha tomado una resolución definitiva sobre su futuro. Mientras tanto, continúan los esfuerzos técnicos para extraer cualquier resto de material contaminante o tecnológico del sitio del naufragio. Alguna facciones políticas y comunidades en Samoa han expresado su deseo de remover totalmente el buque por razones ambientales y simbólicas.

Hasta ahora, se han eliminado contenedores, residuos militares y se llevó a cabo una evaluación de impacto ambiental, pero la discusión se encuentra en pausa mientras ambos gobiernos negocian.

Una compensación inédita: ¿acto de justicia o simple diplomacia?

El gobierno de Nueva Zelanda, encabezado por el ministro de Relaciones Exteriores Winston Peters, anunció el 6 de octubre de 2025 el pago de 10 millones de tala samoanos (3,6 millones de dólares) como compensación íntegra solicitada por Samoa. Este pago proviene directamente del fondo militar nacional, en un gesto que Peters describió como parte de un compromiso con "hacer lo correcto".

“Respondimos a la petición del gobierno de Samoa en su totalidad y con buena fe” — Winston Peters

El gobierno de Samoa no ha ofrecido aún comentarios oficiales, aunque diversas fuentes indican que la cifra fue aceptada como justa dado el impacto emocional y ecológico en las comunidades implicadas.

Reacciones locales: orgullo herido y temor ambiental

Para muchos samoanos, este incidente no se resume en números o cifras. Se trata de un símbolo de vulnerabilidad ante decisiones extranjeras tomadas sin consultar ni evaluar adecuadamente las consecuencias. Varias organizaciones ecologistas y voces comunitarias han expresado preocupación por la falta de control que tienen naciones pequeñas cuando potencias regionales ejecutan operaciones militares en sus aguas.

El gobierno de Samoa, aunque diplomáticamente sutil, ha estado abogando por protocolos más claros sobre presencia militar extranjera. Además, el hecho de que este sea el primer buque perdido por Nueva Zelanda en tiempo de paz desde la Segunda Guerra Mundial también refuerza la percepción de la gravedad del suceso.

Implicaciones geopolíticas en el Pacífico

Este evento también se enmarca en un contexto más amplio de la creciente presencia militar de potencias regionales en el Pacífico. Desde Australia hasta Estados Unidos y China, numerosos países están intensificando su influencia en la región, mediante bases, ejercicios militares y asistencias "educativas" a fuerzas locales.

Nueva Zelanda, históricamente percibida como una potencia "suave" y cercana a los valores pacíficos, ve parte de su imagen desvanecerse tras incidentes como este. El futuro de sus relaciones diplomáticas con los Estados Insulares del Pacífico parece obligado ahora a reconsiderar la cooperación naval, priorizando el consentimiento y las prácticas responsables.

Lecciones aprendidas (y pendientes)

  • Formación y experiencia son claves: Este naufragio fue producto, en gran parte, de una falta de pericia técnica dentro de la tripulación. Si algo enseñó este desastre, es que ninguna tecnología es útil si el factor humano falla.
  • Compensación no reemplaza responsabilidad: Nueva Zelanda cumplió rápidamente con la parte económica, pero aún deben resolverse los procesos disciplinarios contra los responsables.
  • Transparencia y monitoreo ambiental: Las medidas preventivas adoptadas post-desastre han sido elogiadas, pero no deberían haberse implementado después, sino antes.
  • Diplomacia preventiva: Para evitar futuros conflictos, conviene que naciones como Nueva Zelanda consulten y elaboren acuerdos más explícitos antes de navegar en aguas cercanas a sus aliados regionales.

Una marca en la historia marítima neozelandesa

El HMNZS Manawanui fue comisionado en 2019 como parte esencial de la flota de nueve navíos de la armada neozelandesa. Su pérdida representa más que una cifra o tragedia puntual: nos recuerda que ni siquiera las fuerzas militares mejor financiadas están exentas de fallos humanos y estructurales, y que la confianza entre naciones vecinas puede verse erosionada por una sola inmersión mal calculada.

Mientras la estructura del barco yace bajo las aguas de Upolu, su memoria seguirá flotando en los foros diplomáticos y académicos por años. Y quizás, algún día, sea utilizada como caso de estudio sobre cómo no diseñar ni ejecutar una operación naval.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press