Surfear trenes: el mortal desafío que alimenta las redes sociales y reta al sistema de transporte de Nueva York
La tragedia de Ka’Von Wooden y el auge del 'subway surfing' exponen fallas en seguridad, cultura juvenil y responsabilidad institucional
Una moda peligrosa con un alto costo humano
Ka’Von Wooden, un adolescente de 15 años con una pasión infinita por los trenes de Nueva York, soñaba con ser conductor del metro. Su historia no terminó como hubiera anhelado. En diciembre de 2022, Ka’Von falleció luego de treparse al techo de un tren en movimiento de la línea J en Brooklyn y caer sobre las vías mientras el convoy se dirigía hacia el puente de Williamsburg. Su muerte no fue un caso aislado. Desde ese momento, más de una docena de jóvenes han muerto o han resultado gravemente heridos por intentar esta peligrosa práctica conocida como "subway surfing".
Este fenómeno, consistente en montar sobre los techos de trenes en movimiento, no es nuevo. Ya tenía presencia hace un siglo, pero en la actualidad ha resurgido con fuerza, incentivado por las redes sociales. Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube ofrecen recompensas sociales —visitas, "likes" y seguidores— a cambio de estos actos suicidas disfrazados de adrenalina juvenil.
Las estadísticas detrás del fenómeno
- En 2023, seis personas murieron surfeando trenes en Nueva York, una cifra superior a las cinco reportadas en 2022.
- El promedio de edad de los jóvenes arrestados por realizar esta práctica es de 14 años. El más joven tenía apenas 9.
- En 2023, el NYPD reportó 229 arrestos relacionados con subway surfing, comparado con 135 en 2022.
- Más de 300,000 niños y adolescentes utilizan el metro de Nueva York para ir a la escuela diariamente.
Redes sociales y la glorificación de lo prohibido
Las campañas de concientización han llegado tarde. El MTA (Metropolitan Transportation Authority) ha solicitado a las empresas de redes sociales bajar más de 1,800 videos que glorifican esta práctica. Además, ha lanzado anuncios de servicio público usando la frase "Ride inside, stay alive" ("Viaja dentro, mantente con vida"), incluso con la colaboración de artistas como Cardi B.
Pero el problema va más allá de los videos virales. La raíz está en el glorificado status que adquieren los jóvenes al vencer el sistema: desafiar a la autoridad, burlar la seguridad, obtener fama. La participación de redes sociales es esencial, pero no puede ser la única pieza del rompecabezas.
Fallas en la infraestructura: ¿por qué es tan fácil subirse?
Lo que desconcierta aún más es la facilidad con la que los jóvenes pueden escalar a los techos de los vagones. Puertas entre los carros desbloqueadas, empuñaduras externas en los trenes, falta de sensores de movimiento, cámaras o personal de vigilancia visible convierten al metro en un parque de diversiones sin seguridad.
Y’Vonda Maxwell, la madre de Ka’Von, no puede comprender por qué nada se hizo tras la muerte de su hijo. “Dos semanas después murió otro niño. Y luego, otro,” dijo con frustración. “¿Por qué mi hijo no fue el último?”
Las soluciones en estudio… o en pausa
El MTA ha dicho que estudia cambios estructurales para impedir el acceso al techo de los trenes: tubos de caucho entre carros, nuevas puertas, sensores. Pero hasta ahora, nada se ha implementado de forma extendida.
Tyesha Elcock, conductora del tren que Ka’Von abordó esa trágica mañana, sostiene que una simple medida podría haber cambiado el destino del joven: bloquear las puertas entre los vagones. “Ciérrenlas cuando estemos en servicio,” dijo. “Así la gente no puede escalar ni estar en la cima del tren.”
Richard Davey, exdirector del área de buses y trenes del MTA, indicó que bloquear esas puertas también tiene riesgos. Podría impedir que pasajeros escapen de un vagón peligroso durante una emergencia. Los dilemas de seguridad se entremezclan con derechos de movilidad y evacuación.
Referencias internacionales: ¿qué hacen otras ciudades?
Algunas redes de metro como Hong Kong y Dubái tienen diseños que dificultan estas prácticas. Sus trenes no poseen manijas externas, no permiten pasajes abiertos entre carros y cuentan con cuerpos más lisos. En Indonesia, llegaron a medidas drásticas como pintar de rojo a quienes iban en el techo o golpear con escobas a los viajeros "ilegales".
¿Cuál es el límite entre prevención y abuso? ¿Qué medidas pueden adaptarse eficazmente en una ciudad como Nueva York sin cruzar la línea de lo éticamente aceptable?
El papel del presupuesto y la voluntad política
El profesor Branislav Dimitrijevic del New Jersey Institute of Technology sostiene que modificar físicamente todos los trenes para evitar el acceso al techo costaría cifras astronómicas. “La pregunta es si el público está dispuesto a asumir ese costo,” dijo. “Cuando se les dice que sus impuestos subirán, la mayoría responde que no.”
Hoy en día, algunos trenes nuevos incorporan diseños más seguros, pero representan solo una fracción del total de la flota. Y, aún más preocupante, no serán asignados a las rutas más utilizadas por los subway surfers en el corto plazo.
Vigilancia con inteligencia artificial y drones
Una de las medidas prometedoras es la incorporación de inteligencia artificial. Cámaras con IA podrían detectar movimientos irregulares cerca de los techos o puertas y alertar en tiempo real a personal del metro o autoridades. Sin embargo, hasta ahora, el MTA no ha hecho pública ninguna iniciativa operativa concreta en esa línea.
La policía, por su parte, ha redoblado esfuerzos en rutas populares con equipos de campo y drones. Solo entre enero y julio de 2023 se hicieron 200 rescates de jóvenes intentando surfear. También han comenzado a realizar visitas domiciliarias a las familias de quienes han sido identificados en estas prácticas.
¿Por qué lo hacen? El vacío detrás del riesgo
Detrás de cada video hay una historia. Y muchas veces es una historia de abandono, falta de oportunidades, deseo de reconocimiento o simple hambre de adrenalina. El subway surfing se convierte en una válvula de escape en una ciudad desigual, una forma de gritar “¡aquí estoy!” cuando el mundo parece ignorarte.
Lo más trágico es que muchas de estas muertes podrían haberse evitado. No con una sola medida, sino con un enfoque coordinado: redes sociales comprometidas, sistemas de transporte actualizados, padres vigilantes y una sociedad que brinde alternativas atractivas y seguras a su juventud.
Una pregunta clave: ¿Por qué nadie actuó antes?
Quizás lo más inquietante no sea el hecho de que los jóvenes desafían la muerte por un video viral. Lo verdaderamente alarmante es que las autoridades responsables sabían de esta práctica, conocían los riesgos y, aún así, actuaron con morosidad.
Como dijo la madre de Ka’Von: “¿Por qué mi hijo no fue el último?”