Ucrania bajo asedio: El nuevo rostro de la guerra de desgaste rusa
La última ofensiva aérea rusa sobre Ucrania deja cinco muertos y muestra una preocupante intensificación de ataques a infraestructura civil
La madrugada del domingo 5 de octubre de 2025 quedará grabada en la memoria de Ucrania como una nueva escalada de la ofensiva rusa. Con más de 500 drones y 50 misiles balísticos lanzados sobre nueve regiones distintas del país, el ataque se convirtió en uno de los bombardeos más coordinados y brutales desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022.
Un país bajo fuego: los hechos
El presidente Volodímir Zelenski fue uno de los primeros en informar a la población durante la mañana del domingo. “Ha sido una de las noches más difíciles y mordaces para nuestra nación”, afirmó en un mensaje difundido mediante redes sociales.
Las regiones afectadas incluyeron zonas del este, centro y oeste del país. Particularmente impactante fue el bombardeo sobre Lviv, una ciudad históricamente considerada como un refugio momentáneo para quienes huyen del terror en el este del país. Cuatro personas murieron en el ataque, y al menos otras cuatro resultaron heridas, de acuerdo con información del servicio ucraniano de emergencias.
“Nunca pensamos que llegarían hasta aquí. Lviv siempre había sido un lugar relativamente seguro”, expresó el alcalde de la ciudad, Andriy Sadovyi, quien también confirmó que dos distritos quedaron sin electricidad y que el transporte público fue suspendido por varias horas. Un complejo empresarial en las afueras de la ciudad ardía en llamas tras el ataque.
Zaporizhzhia, una tragedia recurrente
En el sur del país, Zaporizhzhia volvió a convertirse en blanco de la aviación y drones rusos. Según informó el gobernador regional Iván Fedorov, una mujer murió y al menos nueve personas resultaron heridas, entre ellas una adolescente de 16 años. Las bombas aéreas guiadas utilizadas destruyeron bloques residenciales y provocaron que más de 73,000 hogares quedaran sin electricidad.
Zaporiyia ha sido una región frecuentemente atacada en los últimos meses, y forma parte del corredor que conecta la Rusia continental con la península de Crimea. Su control estratégico ha sido un objetivo fundamental para Moscú.
El patrón de ataques sobre infraestructura civil
Estos ataques, lejos de centrarse exclusivamente en objetivos militares, han afectado directamente a infraestructura civil crítica como centrales eléctricas, hospitales, estaciones de tren y almacenes de alimentos. En palabras del ministro del Interior de Ucrania, Ihor Klymenko, “la intención del Kremlin parece clara: minar la moral de la población civil y colapsar gradualmente nuestra capacidad logística y de resistencia interna”.
Desde enero de 2023, al menos 45% de la infraestructura energética de Ucrania ha sufrido daños severos o ha sido destruida, según datos del Ministerio de Energía ucraniano. Estos ataques no solo perjudican a los combatientes, sino que dejan a millones de civiles sin servicios esenciales, especialmente durante los duros inviernos de Europa del Este.
Una estrategia conocida: la doctrina de la presión sostenida
Militarmente, este tipo de ofensivas no son nuevas. Lo que estamos observando responde a una estrategia clásica de guerra de desgaste. Como explican analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), estas campañas buscan agotar los recursos y la moral del enemigo con ataques sostenidos a largo plazo, en vez de ganar rápidamente en el campo de batalla.
“Estos ataques masivos con drones baratos y misiles no buscan necesariamente obtener ventajas inmediatas”, explica el experto británico en estrategia militar Lawrence Freedman. “Más bien, están diseñados para estresar los sistemas defensivos, agotar las reservas de interceptores costosos como los del sistema Patriot, y crear un estado de vulnerabilidad constante para la población civil”.
Los drones Shahed: el arma estrella de Moscú
Una pieza clave en esta ofensiva ha sido el uso extensivo de drones Shahed-131 y Shahed-136, de fabricación iraní. Rusia los ha adaptado y producido en masa dentro de su territorio tras firmar acuerdos militares con Teherán en 2022.
Estos drones tienen un costo estimado de apenas 20.000 a 40.000 dólares, comparados con los millones que cuesta lanzar un moderno misil antiaéreo. Esto ha creado un importante desbalance económico en el modelo defensivo de Ucrania. El ministerio de Defensa ucraniano ha señalado que los sistemas antiaéreos occidentales, aunque eficaces, no pueden igualar la tasa de producción y despliegue de estos drones suicidas.
Impacto psicológico en la población
“Es como vivir dentro de una pesadilla sin fin”, relata Yaroslava Kovalchuk, una residente de Dnipro que también fue atacada en septiembre. “Las sirenas nos despiertan cada madrugada, dormimos vestidos, con una mochila lista. No sabemos si esa noche será la última”.
De acuerdo con el Centro Ucraniano de Salud Pública, uno de cada tres ciudadanos ucranianos ha desarrollado síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT) desde el inicio de la invasión en 2022. Decenas de psicólogos se han movilizado al oeste de Ucrania para ofrecer apoyo emocional a desplazados y supervivientes de ataques.
La reacción internacional: ¿basta con condenas?
La comunidad internacional ha condenado enérgicamente los ataques. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, manifestó: “Esta brutalidad no quedará sin respuesta. Europa se solidariza con Ucrania hoy más que nunca”.
Sin embargo, muchas voces acusan a estos pronunciamientos de ser insuficientes. “Cada declaración sin acciones concretas es un salvavidas de papel”, criticó el alcalde de Kiev, Vitaliy Klitschko. Varios países han demandado acelerar el envío de sistemas de defensa aérea y munición de precisión.
¿Se avecina una nueva fase del conflicto?
El patrón reciente de ataques plantea preguntas cruciales: ¿Está Rusia preparando el terreno para una nueva ofensiva terrestre? ¿Podría tratarse de una maniobra para presionar a Ucrania en eventuales negociaciones de paz?
“Estamos ante un punto de inflexión”, asegura Mykhailo Podolyak, asesor presidencial ucraniano. “Nuestra resistencia no está en duda, pero dependemos del apoyo constante y ágil de nuestros aliados democráticos. La guerra no solo se libra con balas, también con generadores eléctricos, líneas de suministro y acceso al agua potable”.
Una población que resiste
En medio del caos, la resiliencia del pueblo ucraniano sigue sorprendiendo al mundo. En Lviv, decenas de ciudadanos se ofrecieron como voluntarios para limpiar los escombros pocas horas después del ataque. En Zaporizhzhia, equipos civiles estabilizaban líneas eléctricas bajo amenaza continua de nuevos bombardeos.
Mientras tanto, los ucranianos continúan intentando vivir con normalidad: los niños van a clases en estaciones de metro adaptadas, las personas mayores conservan la tradición de hornear pan en hornos comunitarios bajo tierra, y los hospitales improvisan quirófanos en sótanos escolares.
La guerra continúa. Pero también continúa la vida, con dignidad, valentía y el anhelo inquebrantable de libertad.