Un choque más allá del deporte: India vs. Pakistán y el críquet como reflejo de las tensiones geopolíticas
El clásico del críquet femenino entre India y Pakistán se convierte en una vitrina de tensiones políticas, gestos evitados y rivalidades históricas intensificadas
El críquet como escenario político: mucho más que un juego
Cuando India y Pakistán se enfrentan en un campo de críquet, el mundo del deporte se paraliza. Pero lo que ocurre fuera del terreno es igual de significativo. El reciente choque entre las selecciones femeninas de ambos países en el Premadasa Stadium de Colombo, Sri Lanka, durante la Copa Mundial Femenina de Críquet, no solo captó la atención por la calidad del juego, sino por los claros simbolismos políticos que rodearon al evento.
La capitana paquistaní Fatima Sana decidió lanzar primero tras ganar el sorteo, pero lo que realmente hizo ruido fue la ausencia de un apretón de manos entre ambas capitanas. No es un hecho aislado: esta tendencia ha sido una constante en los enfrentamientos recientes entre India y Pakistán, tanto en las ramas masculina como femenina del críquet.
La tensión diplomática trasladada al campo
Históricamente, el críquet ha funcionado como puente cultural y diplomático entre India y Pakistán. Desde los años 50, cuando comenzaron las primeras giras oficiales tras la partición de 1947, el deporte sirvió para acercar a los pueblos. Pero en esta última década, ese rol se ha visto cooptado por el enrarecido panorama político. India acusa a Pakistán de apoyar sí o sí en ataques terroristas a turistas, lo que ha enfriado aún más las relaciones ya tensas entre ambos gobiernos.
Durante la pasada Copa Asia masculina celebrada en los Emiratos Árabes Unidos, el capitán del equipo indio masculino, Surya Kumara Yadav, se negó también a estrechar la mano de su contraparte paquistaní. El gesto generó rechazo por parte de sectores del público, analistas deportivos y críticos bálticos que vieron esa actitud como una “violación del espíritu deportivo”.
¿Dónde queda el "espíritu del juego"?
El críquet cuenta con una tradición histórica casi sacra del denominado “espíritu del juego”, que incluye el respeto y la camaradería, incluso entre rivales. Sin embargo, lo sucedido durante la final de esa misma Copa Asia reventó cualquier ilusión de neutralidad deportiva: cuando India ganó el trofeo, su capitán se negó a aceptarlo de manos del jefe del Consejo Asiático de Críquet, Mohsin Naqvi, quien además es el ministro del Interior de Pakistán.
“Es un símbolo de cómo la política ha penetrado en hasta el último rincón de nuestras sociedades”, dijo el periodista deportivo Ashok Khanna del diario The Hindu. De acuerdo con un informe de la BBC, el incidente se convirtió en uno de los temas más comentados de X (anteriormente Twitter) en el sur de Asia, con millones de interacciones en pocas horas.
Símbolos potentes: las mujeres, en el centro de la escena
El duelo entre las selecciones femeninas también puso de manifiesto cómo el críquet femenino está ganando protagonismo en medio de estas pugnas. Harmanpreet Kaur, la líder india, y Fatima Sana, capitana paquistaní, representan a una nueva generación de deportistas que tienen que lidiar, además de con la presión competitiva, con un pesado conflicto político que no eligieron.
India presentó alineaciones con jugadoras clave como Smriti Mandhana, Jemimah Rodrigues y Deepti Sharma, mientras que Pakistán reemplazó a Omaima Sohail con Sadaf Shamas, tras caer contra Bangladesh.
No obstante, Amanjot Kaur, quien triunfó en la apertura del torneo con una valiosa media centena contra Sri Lanka, fue excluida de este choque por enfermedad, lo que desequilibró momentáneamente al equipo indio.
Rivalidad histórica: una saga desde 1947
No se puede entender este contexto sin considerar la historia. Tras la partición de la India, que dio lugar a la creación de Pakistán en 1947, ambos países se han enfrentado en cuatro guerras y múltiples crisis diplomáticas. En el deporte, la rivalidad ha sido igual de intensa. En críquet específicamente, han evitado enfrentarse en series bilaterales desde 2012, limitando los encuentros solo a torneos oficiales como la Copa Mundial o la Copa Asia.
Según datos del International Cricket Council (ICC), los enfrentamientos entre India y Pakistán figuran entre los más vistos en la historia de este deporte. El clásico de la Copa Mundial masculina de 2019 atrajo a más de 273 millones de espectadores, un número que superó incluso a la final del torneo.
¿Deporte como diplomacia? Un arma de doble filo
El concepto de “diplomacia deportiva” se ha usado varias veces para intentar suavizar las tensiones bilaterales. En 1987, en medio del conflicto de Cachemira, el entonces presidente pakistaní, Zia-ul-Haq, visitó India para presenciar un partido de críquet. Fue un gesto que ayudó a relajarse momentáneamente la situación y se le denominó “cricket for peace”.
Pero eso parece una reliquia del pasado. Hoy, el críquet actúa más como un campo de batalla político. Según el profesor Amitabh Mattoo, experto en relaciones Indo-Pakistaníes de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, “el deporte ha dejado de ser un terreno neutral. Cada gesto, cada silencio, cada negativa, se interpreta a través del lente político.”
El rol de los medios y las redes sociales
Otro elemento que ha inflamado los ánimos es la cobertura mediática. Cadenas como ARY en Pakistán y Republic TV en India adoptan tonos nacionalistas, generando narrativas incendiarias. Las redes sociales amplifican aún más estas posturas, con hashtags como #NoHandshake y #SpiritOfCricket que se vuelven trending global.
Además, figuras políticas utilizan estos eventos para capitalizar apoyo. Líderes populistas como Narendra Modi utilizan el éxito del críquet como símbolo de fortaleza nacional, mientras que militares pakistaníes a menudo resaltan las victorias deportivas como triunfos morales sobre India.
Una audiencia joven con visiones distintas
Sin embargo, una nueva generación de seguidores en ambos países dice basta. Encuestas realizadas por Pew Research Center en 2022 revelaron que el 61% de los indios menores de 30 años y el 58% de los paquistaníes jóvenes están a favor de una distensión bilateral y ven en el críquet una oportunidad de encuentro más que de confrontación.
“Queremos ver buen críquet, no discursos vacíos ni desplantes nacionalistas”, escribió en su cuenta de X Ariba Malik, una aficionada paquistaní. Por su parte, un fanático indio, Ravi Mehta, comentó: “Que nuestras estrellas femeninas inspiren admiración, no odio. El futuro debería ser el críquet y nada más.”
Entonces, ¿puede el críquet sanar divisiones?
El último encuentro fue solo un episodio más en la larga saga entre India y Pakistán. A pesar de los aspavientos políticos, el hecho de que ambos países sigan enfrentándose sobre el campo demuestra que aún hay una llama de unidad cultural que persiste, por delgada que sea.
Pero para que esa chispa tenga oportunidad real de crecer, será necesario algo más que buenos bateos y espectaculares wickets. Se necesita que las autoridades deportivas sean más tajantes en separar política y deporte, que los líderes de ambos países dejen de ver el críquet como plataforma nacionalista y que los medios comuniquen con responsabilidad.
Hasta entonces, seguiremos viendo partidos fascinantes… y gestos que valen más que mil palabras.