Activismo bajo arresto: Greta Thunberg, la Flotilla hacia Gaza y el eco global del conflicto

La deportación de Greta Thunberg por Israel tras su participación en una misión humanitaria levanta una ola de protestas, tensiones diplomáticas y cuestionamientos sobre derechos humanos en conflictos internacionales.

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Una deportación que encendió la escena internacional

El reciente episodio en el que la activista sueca Greta Thunberg fue detenida y deportada por las autoridades israelíes, tras intentar romper el bloqueo impuesto sobre la Franja de Gaza como parte de la Flotilla Global Sumud, ha reavivado el debate sobre la legalidad de las acciones de Israel, el rol del activismo internacional y la percepción pública del conflicto entre Israel y Palestina.

¿Qué ocurrió en el mar?

La Flotilla Global Sumud —un convoy de barcos con activistas y ayuda humanitaria— fue interceptada en aguas internacionales por la marina israelí cuando intentaba dirigirse a Gaza, territorio que sufre desde hace más de una década un estricto bloqueo terrestre, aéreo y naval impuesto por Israel con el argumento de que busca evitar el ingreso de armas al grupo Hamás.

Entre los más de 470 activistas detenidos se encontraba Greta Thunberg, una figura emblemática en el ámbito del activismo climático, cuyo involucramiento en esta causa amplificó su visibilidad. Según Lubna Tuma, abogada de la organización Adalah que representa a los detenidos, actualmente 150 personas permanecen aún en prisión, y al menos 40 han iniciado una huelga de hambre.

Greta Thunberg: del cambio climático a los derechos humanos

Desde sus inicios como figura prominente en la lucha contra el cambio climático con su iniciativa Fridays for Future, Greta Thunberg ha expandido su activismo hacia otros frentes, incluyendo los derechos de los pueblos indígenas, la justicia social y ahora, el palestino. En palabras de Thunberg: “La lucha por la justicia climática es inseparable de la lucha por los derechos humanos.”

Su participación en la flotilla fue interpretada por algunos como un gesto de solidaridad humanitaria, y por otros —especialmente desde sectores israelíes— como una intromisión política cargada de sesgo ideológico.

Las versiones encontradas

Mientras las autoridades israelíes aseguran que los detenidos fueron tratados "conforme al derecho internacional", las denuncias de maltrato, violencia física y humillación se han multiplicado.

Roos Ykema, una activista holandesa deportada a Madrid, manifestó: “Hubo deshumanización y gritos. Aunque recibimos el ‘trato europeo’, fue una experiencia dura.”

La exalcaldesa de Barcelona Ada Colau, también detenida, declaró tras su liberación: “Nos llevaron a una prisión de máxima seguridad donde no se respetaron nuestros derechos. Pero esto no es nada comparado con lo que sufre el pueblo palestino cada día.”

La respuesta del gobierno israelí

El ministerio de Asuntos Exteriores de Israel respondió a las acusaciones reiterando que los derechos de los activistas han sido respetados. Un portavoz incluso aseguró que una activista “mordió a una miembro del personal médico femenino”, afirmando que algunas versiones de los hechos carecen de veracidad.

La presión diplomática cayó sobre Israel, especialmente tras la publicación de imágenes de los activistas —incluida Greta Thunberg— uniformados con camisetas blancas y pantalones grises dentro de instalaciones carcelarias.

Protestas en todo el mundo

La intercepción de la flotilla provocó manifestaciones frente a aeropuertos, consulados y embajadas israelíes en ciudades tan diversas como Berlín, Dublín, Estocolmo, Lisboa, Ciudad de México y Buenos Aires. En redes sociales, el hashtag #FreeTheFlotilla se volvió tendencia en menos de 24 horas.

“No se puede criminalizar la solidaridad”, rezaba una pancarta exhibida frente al Parlamento Europeo. Mientras tanto, en Atenas y Roma, se organizaron vigilias para recibir a los activistas deportados.

La flotilla como símbolo de desobediencia civil

La historia de las flotillas hacia Gaza no es nueva. En 2010, la masacre del Mavi Marmara —cuando comandos israelíes mataron a nueve activistas turcos— marcó un antes y un después. Desde entonces, los activistas han continuado sus intentos pese al riesgo. Sus acciones constituyen un acto de desobediencia civil no violenta, orientado a visibilizar lo que consideran una situación de apartheid impuesta sobre Gaza por el Estado israelí.

El papel de organizaciones como Adalah

Fundada en 1996, Adalah —que en árabe significa "justicia"— trabaja para proteger los derechos de los árabes palestinos ciudadanos de Israel. En este caso, su papel ha sido clave para denunciar judicial y mediáticamente los tratos a los que estarían siendo sometidos los activistas. La organización ha exigido el acceso inmediato de observadores internacionales a las prisiones y la liberación de los detenidos bajo principios del derecho internacional humanitario.

El bloqueo como elemento central

Desde 2007, y con el ascenso de Hamás en Gaza, Israel ha impuesto un estricto bloqueo que Naciones Unidas ha calificado como una forma de castigo colectivo. Según datos del Office for the Coordination of Humanitarian Affairs (OCHA), más del 65% de los habitantes de Gaza dependían de ayuda humanitaria en 2023.

Las restricciones incluyen alimentos, medicinas, combustible y materiales de construcción. Se reporta que cada año, decenas de pacientes mueren esperando permisos para recibir tratamiento médico en el exterior.

¿Qué sigue ahora?

Organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y B'Tselem han retomado las denuncias sobre las condiciones dentro de las cárceles israelíes y enfatizado el riesgo que representan arrestos masivos a activistas internacionales.

Con Greta Thunberg ahora de regreso en Europa, muchos se preguntan si este incidente marcará una nueva etapa en el activismo global. Su figura podría amplificar la visibilidad del conflicto israelí-palestino ante audiencias habitualmente centradas en el cambio climático.

¿Hipocresía climática o coherencia ética?

El desplazamiento de Greta del activismo climático a la causa palestina también ha despertado críticas. Sus detractores la acusan de "perder el rumbo" o "radicalizarse" políticamente, mientras que sus defensores argumentan que su evolución responde a una visión holística de la justicia global.

Como dijo en una entrevista reciente: “No hay justicia climática en un mundo donde se violan sistemáticamente los derechos humanos.”

La diplomacia en jaque

Los gobiernos de países cuyos ciudadanos fueron detenidos —entre ellos Suecia, Francia, Reino Unido, Alemania y Noruega— han solicitado explicaciones a través de sus embajadas. Mientras tanto, en la ONU, delegaciones de Irlanda y Sudáfrica pidieron una investigación independiente sobre los hechos.

Israel, por su parte, reiteró que el objetivo principal del bloqueo marítimo es preservar su seguridad nacional y evitar que Hamás reciba suministros que puedan usarse en contra de civiles israelíes.

¿Un catalizador global?

Si bien aún es temprano para saber cuáles serán las repercusiones a largo plazo, lo cierto es que este episodio ha encendido focos rojos en varias esferas: la diplomática, la humanitaria, la legal y la mediática. Greta Thunberg, una vez más, ha demostrado su capacidad de convertirse en símbolo de causas que trascienden fronteras y sectores.

Su detención ha dado visibilidad al prolongado sufrimiento en Gaza, ha cuestionado la neutralidad de las leyes internacionales y ha avivado protestas globales que podrían catalizar nuevas formas de acción civil transnacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press