Amy McGrath vuelve al combate político: ¿la última barrera frente al auge del trumpismo en Kentucky?

La exaviadora de la Marina relanza su candidatura al Senado, esta vez con un objetivo claro: frenar el autoritarismo y proteger la democracia estadounidense desde el corazón de un estado conservador.

Una vuelta al ruedo en un campo minado

Amy McGrath, la veterana de combate y exaviadora de la Marina de los Estados Unidos, ha decidido lanzarse nuevamente a la arena política de Kentucky. Esta vez lo hace con una narrativa frontal, cargada de simbolismo patriótico y una fuerte defensa de los valores democráticos. Aquella candidata que una vez fue considerada una promesa emergente del Partido Demócrata regresa con un propósito renovado: ser, como ella misma afirma, “un muro de contención frente al autoritarismo”.

Pero ¿es esto suficiente para revertir la historia política de un estado que ha favorecido sistemáticamente a los republicanos durante décadas?

Un historial de adversidades

McGrath no es ajena a las batallas cuesta arriba. Su historia electoral no ha sido favorable: en 2018 perdió ante Andy Barr en la contienda por un escaño del Congreso y en 2020 fue derrotada de forma contundente por el poderoso Mitch McConnell, líder del Partido Republicano en el Senado, quien logró reelegirse en medio de un torrente millonario de financiación campañas en ambas filas. A pesar del respaldo financiero nacional y un perfil alto, McGrath no logró superar las tendencias conservadoras que definen a Kentucky.

Pero ahora, con McConnell anunciando su retiro y una creciente fragmentación dentro del Partido Republicano, el panorama podría estar cambiando.

Kentucky: un bastión republicano con grietas

Desde que Wendell Ford ganó su escaño en el Senado en 1992, ningún demócrata volvió a representar a Kentucky en la cámara alta. En las últimas tres elecciones presidenciales, Donald Trump arrasó con amplios márgenes en el estado. No obstante, las divisiones internas entre conservadores tradicionales, trumpistas y empresarios políticos oportunistas podrían abrir un resquicio en esa coraza roja.

McGrath no será la única carta demócrata en la contienda. Otros aspirantes, como la legisladora estatal Pamela Stevenson (también con antecedentes militares), el abogado Logan Forsythe y el exoficial de la CIA Joel Willett, también buscan arrebatar ese escaño. Sin embargo, es McGrath quien mayor notoriedad y estructura electoral posee, al menos hasta ahora.

Una narrativa democrática en tiempos oscuros

En su vídeo de presentación, McGrath no se anduvo con rodeos al referirse al actual clima político bajo la influencia de Trump: “Lo que estamos viendo en este país, desde este presidente, no es normal. Es peligroso para los ciudadanos de Kentucky y para todos los estadounidenses”.

Su declaración tiene un matiz importante: no está simplemente criticando políticas, sino advirtiendo sobre una deriva autoritaria que —según ella— amenaza la esencia misma del sistema democrático estadounidense. Este giro de discurso refleja una tendencia creciente dentro del Partido Demócrata, que busca movilizar a votantes en torno a temas institucionales más que meramente ideológicos.

“Completar la misión”

“He pasado mi vida cumpliendo misiones difíciles con apuestas altas”, dijo McGrath en su comunicado, estableciendo un paralelo directo entre su experiencia militar y su deseo de servir en el Senado. Fundadora de Honor Bound, Inc., una organización dedicada a fomentar el liderazgo femenino en funciones públicas, McGrath ha convertido su identidad de veterana en una narrativa política coherente con su campaña. También participó en la creación de diversas iniciativas pro-democracia.

Esta estrategia de campaña se apoya en los atributos de liderazgo, honor y patriotismo, elementos que suelen resonar incluso entre votantes conservadores, aunque resta por ver si serán suficientes para vencer en un campo marcadamente republicano.

Un campo republicano en disputa

Con la inminente salida de Mitch McConnell, los republicanos se preparan para una fiera pelea interna. Entre los nombres que suenan están el congresista Andy Barr, viejo rival de McGrath; el exfiscal general Daniel Cameron, respaldado por Trump; y el empresario Nate Morris. Todos ellos compiten no solo por votos, sino por asegurar la preciada bendición del expresidente Trump.

Según un portavoz de la campaña de Barr, “Andy Barr y el presidente Trump ya vencieron a Amy McGrath una vez, y lo harán de nuevo”. Un desafío directo que augura una campaña caliente, polarizada y cargada de retórica partidista —todo lo contrario a lo que McGrath intenta proyectar con su tono institucional.

¿Un electorado que pide otra cosa?

En tiempos recientes, algunos indicios muestran que ciertos segmentos del electorado —especialmente en áreas suburbanas y entre mujeres moderadas— están mostrando fatiga ante el tono divisivo del trumpismo. Si McGrath logra movilizar ese voto, podría lograr lo impensable: quebrar el dominio conservador.

Pero, más allá de la demografía, también entra en juego el mensaje. En lugar de pelear por quién representa mejor a un partido, su postura será la de representar la democracia misma. En un Estado que ha producido tanto figuras nacionalistas como legales (McConnell fue una fuerza clave para estructurar la Corte Suprema actual), no será una batalla fácil.

Una elección con ecos nacionales

McGrath no solo se disputa un asiento en el Senado. Su candidatura podría servir como barómetro de lo que está por venir en la política estadounidense. Si logra siquiera acercarse a la victoria en Kentucky, enviará un mensaje muy claro al resto del país: los votantes están dispuestos a escuchar narrativas más allá de los partidos cuando la democracia se pinta como un bien en peligro.

En contraste, una nueva derrota —especialmente frente a un candidato con soporte de Trump— podría reforzar aún más al ala dura del Partido Republicano, perpetuando el modelo de polarización extrema ahora habitual en la política norteamericana.

Como dijo el politólogo Ezra Klein en 2021: "No hay política sin estructura, pero en este momento, las estructuras se están deshaciendo. Y eso crea oportunidades y amenazas". McGrath parece entenderlo. En un entorno electoral volátil, recuperar la fe institucional podría ser su mejor arma.

¿Realismo o quijotismo político?

Los detractores de McGrath podrían considerarla una figura quijotesca, empeñada en una batalla ya perdida desde el inicio. Pero para otros, su persistencia representa un tipo de política basada en principios, que contrasta con los cálculos oportunistas y las lealtades vacilantes que marcan a muchas figuras actuales.

“Aunque no coincidamos en todas las políticas”, sostiene, “tú siempre sabrás dónde me encuentro: del lado de Kentucky y de la democracia”. Más que una frase hecha, esta idea puede calar hondo en un país donde las líneas ideológicas tradicionales están siendo constantemente reconfiguradas por el conflicto constitucional y moral planteado por el regreso de Trump.

Sea cual sea el resultado, McGrath ha colocado sobre la mesa la pregunta más importante para el electorado de 2026 y más allá: ¿Queremos representantes de un partido o defensores de la república?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press