El auge irresistible del chocolate de Dubái: textura, lujo y viralidad que conquistan el mundo
De una barra de chocolate artesanal en los Emiratos a una obsesión global, exploramos cómo y por qué el chocolate de Dubái ha conquistado el paladar de millones
¿Una moda más o el inicio de una revolución chocolatera?
Cuando una tendencia culinaria emerge, suele tener dos caminos: esfumarse rápidamente o consolidarse como un nuevo clásico. Hace apenas unos años, nadie fuera de los Emiratos Árabes Unidos había escuchado hablar del chocolate de Dubái. Hoy, este fenómeno gastronómico se ha incrustado en el mercado global, fusionando recetas tradicionales del Medio Oriente con técnicas y ambiciones propias del lujo moderno.
¿Qué tiene esta barra de chocolate que está rompiendo esquemas hasta en gigantes como Walmart, Lindt y Costco? ¿Es un hype de TikTok o estamos frente a una nueva categoría gourmet con posibilidades reales de permanencia?
Origen: el arte de la indulgencia
El chocolate de Dubái fue creado en 2021 por Fix Chocolatier, una pequeña marca fundada en los Emiratos Árabes Unidos. Desde el primer momento, quedó claro que se trataba de algo más que una barra de chocolate común: su característica textura gruesa, sus rellenos cremosos de pistacho con ocasional tahini y crujientes capas de kadayif (un tipo de masa similar al hojaldre pero más delgada y crocante), cautivaron no solo a influencers sino también a chefs y distribuidores globales.
En 2023, el universo digital terminó por catapultarlo al estrellato con millones de vistas en redes sociales, convirtiéndose en el nuevo símbolo del lujo asequible.
Más que chocolate: una experiencia multisensorial
Lo que distingue al chocolate de Dubái no es solo su sabor, sino su estructura innovadora. Según Din Allall de The Nuts Factory, el secreto está en su composición:
“No lo llamo una moda; esto ya es una categoría por sí sola. Lo que diferencia esta barra es que es enorme, gruesa y con súper rellenos.”
Allall actualmente comercializa 12 sabores diferentes: desde el tradicional de pistacho hasta versiones con matcha, crema de cacahuate con mermelada, s’mores o incluso una chocobarra dorada con oro comestible de 24 quilates por USD$79.99. La versión estándar de 6.5 onzas se vende por USD$18.99.
Textura, sabor e indulgencia son los pilares. Erica Lefkowits, consumidora en Dublín, comenta:
“Para mí, es el crujido. El chocolate se derrite, el relleno es cremoso y de repente el crocante del kadayif. Es todo sobre las sensaciones. Además, claro, es azúcar.”
Expansión global: de barritas a helados y pancakes
Grandes marcas han volteado la mirada al fenómeno:
- Trader Joe’s vende una barra hecha por Patislove, con ingredientes inspirados en los originales.
- IHOP lanzó una edición limitada de pancakes al estilo Dubái.
- Baskin-Robbins y Costco publicitan productos como helados, pasteles y croissants con toque “dubaití”.
- Stew Leonard’s, cadena de supermercados en el área metropolitana de Nueva York, identificó al chocolate de Dubái como el producto más vendido de su historia reciente. Según su CEO, lo superaron incluso en ventas navideñas, lo cual los llevó a lanzar su propia línea bajo marca privada.
Otros actores en el mercado estadounidense como Moda, Magno y Leonessa también se han subido al tren, lanzando versiones originales o remixadas del concepto. Incluso sorpresa: Chocolove y Matteo’s Coffee Syrups han traducido la idea en dulces y jarabes para café sin azúcar.
El factor aspiracional: lujo, cultura y sabor
El éxito radica también en su propuesta estética. Está diseñado para vender placer visual tanto como gustativo. Hay algo muy “Instagrammable” en un corte transversal que muestra capas brillantes de crema, masa crujiente y una cobertura que a veces incluye pétalos de rosa o polvo de oro.
Además, ingredientes como el azafrán, la rosa, el cardamomo y, por supuesto, el pistacho evocan imágenes de mercados antiguos, perfumes árabes y viajes exóticos. Es una mezcla poderosa de herencia ancestral y packaging contemporáneo. Como apunta el analista gastronómico Jonathan White, “el chocolate de Dubái se saborea con los ojos antes que con la lengua”.
¿Durará la fiebre?
La gran incógnita ahora es si esta tendencia puede consolidarse. Por el momento, las señales son prometedoras:
- El chocolate de Dubái mantiene un crecimiento constante de ventas desde 2022.
- Se ha adaptado a múltiples formatos: helados, coberturas de frutas secas, syrups, brownies, bombones, etc.
- Su presencia se ha expandido a más de 30 países y ha sido traducido por chefs y panaderías en contextos locales.
Pero su punto débil podría estar en los precios. A USD$18.99 por barra, y hasta más de USD$70 por una edición dorada, sigue siendo un producto aspiracional. Aun así, el consumidor moderno, especialmente entre los 25–45 años, valora la experiencia sobre la cantidad. En un mundo donde el café vale USD$8 y el skincare $200, una barra de glamour comestible no es tan descabellada.
¿Y el futuro?
Es casi seguro que el concepto se diversifique hacia productos derivados:
- Línea de skincare con aromas y propiedades “dubaitíes”.
- Cafés y concept stores temáticos en ciudades como Nueva York, Londres, Tokio y Dubái.
- Maridajes gourmet con vinos del Medio Oriente o tés artesanales.
También es probable que surjan colaboraciones con grandes diseñadores de moda y experiencias multisensoriales (como ya se ha visto con Ladurée o La Maison du Chocolat). El Dubai Chocolate Bar podría convertirse en la fragancia Louis Vuitton del mundo dulce.
Una indulgencia globalizada
Con una ejecución extraordinaria del marketing, una receta impecable y una estética visual mente viralizable, el chocolate de Dubái ha dejado de ser un experimento exótico para convertirse en protagonista. Representa lujo, sabor, herencia cultural y placer sensorial. Es probable que, como dice Din Allall, no estemos frente a una tendencia más, sino frente a una nueva categoría gourmet para el siglo XXI.
Y tú, ¿ya lo probaste?