El resurgir del búfalo tailandés: tradición, orgullo y velocidad sobre cuatro patas

La transformación de un animal de trabajo en símbolo cultural durante el famoso festival de carreras de búfalos en Chonburi

En el corazón agrícola de Tailandia, algo sorprendente sucede cada año en la ciudad de Chonburi. No se trata solo de un espectáculo folclórico, sino de una celebración vibrante donde los antiguos símbolos rurales del país compiten con orgullo en concursos de belleza y emocionantes carreras.

La tradición de Chonburi: más que una carrera

Conocido por ser un evento único en el sudeste asiático, el festival anual de carreras de búfalos en Chonburi se celebra al final del undécimo mes lunar, marcando simbólicamente el inicio de la temporada de cosechas. Esta tradición, que data de hace más de un siglo, ha evolucionado para convertirse en una expresión espectacular de orgullo cultural, donde los búfalos de agua —antiguamente eclipsados por la modernización del campo— resplandecen como verdaderos protagonistas.

Mientras antaño eran utilizados para arar campos y transportar cargas pesadas, hoy en día los búfalos son bañados, alimentados con dietas personalizadas y entrenados para desfilar y correr con gracia. Su relevancia ha pasado del campo de arroz a las pasarelas decoradas y pistas de carreras de tierra.

Los concursos de belleza: donde los cuernos también brillan

Uno de los eventos más esperados es el concurso de belleza de búfalos. Este año, Tod, un búfalo de cinco años con pelaje negro y orejas de rojo brillante, hizo su debut. Su dueño, Thawatchai Daeng-Ngam, un humilde vendedor de comida, lo describe como "el macho más valioso de la familia". Aunque para Thawatchai solo representa un pasatiempo, su dedicación no pasa inadvertida.

Los jueces, vestidos con sombreros vaqueros y corbatas tejanas, evalúan a los búfalos según el tamaño y simetría de sus cuernos, la suavidad de sus pezuñas, el color de su pelaje y su complexión física. Algunos animales reciben tratamientos de spa: baños diarios, masajes, y una dieta especial compuesta por maíz, soja, salvado y vitaminas.

La carrera del siglo: búfalos a toda velocidad

El punto cumbre del festival llega con las carreras de velocidad. Los jinetes, generalmente hombres jóvenes del área, cabalgan sobre los robustos lomos de los búfalos sin montura ni arnés, aferrándose únicamente al pelaje mientras los animales galopan furiosos por una pista de 100 metros. Es una de las exhibiciones más emocionantes y peligrosas del evento, donde más de una vez se registran caídas y emociones desbordadas.

Uno de los competidores destacados fue Lookaew, un búfalo albino de tres años, que ya había cosechado éxitos en competencias locales. Su dueño, Pitun Rassamee, esperaba colocarse entre los cinco mejores. No era una esperanza infundada: el año pasado, un búfalo albino se vendió en 18 millones de baht tailandeses (alrededor de 672.000 dólares estadounidenses) tras ganar múltiples certámenes de belleza.

De herramienta agrícola a símbolo nacional

Con el crecimiento de la industrialización y la adopción masiva de tractores, la presencia de búfalos en la vida diaria rural disminuyó drásticamente. Según un informe del Departamento de Desarrollo Pecuario de Tailandia, el número de búfalos había caído por debajo de 1,3 millones en 2015, una reducción impresionante desde los más de 7 millones en la década de 1960.

Ante este declive, el gobierno tailandés instauró en 2017 el Día de la Conservación del Búfalo Tailandés e inició programas para preservar la especie, ofreciendo apoyo a campesinos interesados en criar búfalos para competencias o reproducción. Organismos locales también ofrecen asistencia veterinaria y subsidios.

La nueva economía del búfalo

Todo este cambio ha generado una economía alternativa. Criadores, entrenadores, diseñadores de carretas tradicionales, fabricantes de ornamentos y vendedores de alimentos participan activamente en los festivales. Existen incluso clínicas de estética para búfalos y servicios fotográficos profesionales.

“Sin estos festivales, muchos granjeros no sabrían qué hacer con sus búfalos”, explicó Papada Srisophon, asistente del jefe de una aldea cercana. “Estas actividades motivan a conservar la tradición y a los animales mismos.”

Un lazo emocional y ancestral

Para muchos thai, el lazo con estos animales va mucho más allá de lo económico o funcional. Es un vínculo afectivo profundamente enraizado en la historia del país. “Los búfalos aún son importantes para mí”, confesó Thawatchai. “Es como dice el refrán: ‘Las personas crían búfalos, pero los búfalos también crían personas’. Son como parte de la familia.”

En un rincón apartado del festival, mientras los visitantes se tomaban selfies con los animales decorados con coronas florales, los cuidadores esperaban en sombra. Un camión de bomberos rociaba gentilmente a los búfalos para refrescarlos y mantener su pelaje reluciente. Niños reían, familias aplaudían, y el aroma de coco, curry y maíz aromatizaban el aire.

Más que un espectáculo: una celebración nacional

El festival de Chonburi no es solo una atracción turística, sino también un ejemplo de cómo una nación puede revalorizar su patrimonio rural en el siglo XXI. Cada edición crece en medios, visitantes y competencia, atrayendo la atención tanto local como internacional.

La transformación de estos animales de herramientas de trabajo a íconos del folclore tailandés es una poderosa metáfora para todas las culturas que buscan reconciliar tradición y modernidad. Los búfalos, una vez relegados a las sombras, corren ahora bajo reflectores, ovacionados, respetados y, sobre todo, celebrados.

Desde la belleza majestuosa de un búfalo albino hasta el rugido del suelo mientras galopan rumbo a la gloria, Tailandia ha convertido su historia agraria en un carnaval inolvidable.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press