Estadios sí, pero… ¿Y los hospitales? El descontento juvenil en Marruecos frente a la Copa Africana y el Mundial 2030
A pesar de las protestas masivas por la inversión en infraestructura deportiva, la CAF ratifica a Marruecos como sede de la AFCON 2025. ¿Qué está pasando realmente en el país magrebí?
Una nación en obras... y en protesta
Marruecos se encuentra en el centro del escenario deportivo internacional: sede de la Copa Africana de Naciones (AFCON) 2025 y coanfitrión del Mundial 2030 junto a España y Portugal. Sin embargo, mientras las autoridades muestran con orgullo los avances de colosales estadios, en las calles de Rabat, Casablanca, Fez y otras ciudades, jóvenes marroquíes alzan la voz contra lo que consideran un gasto desproporcionado en infraestructura deportiva en lugar de mejoras urgentes en salud y educación.
Bajo el lema "Los estadios están aquí, pero ¿dónde están los hospitales?", el colectivo Gen Z 212 –nombre que hace referencia al prefijo telefónico del país– ha encabezado protestas durante octubre de 2025, exigiendo un cambio radical en las prioridades del gobierno.
La tensión ha escalado al punto de que futbolistas de la selección nacional como Sofyan Amrabat y Yassine Bounou expresaron su apoyo al movimiento a través de redes sociales, aumentando la visibilidad de las protestas.
La respuesta de la CAF: “Marruecos es plan A, B y C”
Frente a los cuestionamientos por parte de la prensa internacional y el evidente descontento ciudadano, el presidente de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), Patrice Motsepe, fue tajante el pasado lunes desde Kinshasa: “Marruecos es plan A, plan B y plan C”. Estas declaraciones dejan en claro que el torneo continental no cambiará de sede pese a las tensiones internas del país.
Motsepe añadió: “Estamos absolutamente confiados en que CAF, el gobierno y el pueblo de Marruecos trabajarán juntos para organizar la Copa Africana de Naciones más exitosa de la historia”.
Sus declaraciones no solo respaldan al actual gobierno, sino que también reafirman la importancia geopolítica y económica que representa el torneo para África y para Marruecos.
El megaproyecto del Estadio Hassan II y una inversión colosal
Una parte esencial de esta polémica es la construcción del Estadio Hassan II en Casablanca, que, una vez terminado, albergará 115.000 espectadores, convirtiéndose en el estadio de fútbol más grande del mundo, superando al Rungrado 1st of May de Corea del Norte.
Este estadio forma parte del paquete de obras que incluye:
- Expansión del Gran Estadio de Tánger a 75.000 asientos
- Renovación del Estadio Príncipe Moulay Abdellah en Rabat (capacidad: 70.000)
- Modernización de otros 9 estadios distribuidos por todo el país
El costo estimado de los proyectos relacionados con el Mundial asciende a 5 mil millones de dólares, según fuentes oficiales. Una cifra que ha hecho estallar la indignación en un contexto donde el desempleo juvenil supera el 30% y los hospitales enfrentan carestías de personal y equipamiento.
¿Pan y fútbol?: El dilema del Marruecos moderno
La estrategia del gobierno marroquí no es nueva. Desde hace más de una década, la monarquía alauita ha utilizado el deporte como vitrina internacional para proyectar estabilidad y progreso. Marruecos ya ha organizado con éxito la CHAN 2018 (Copa Africana de Naciones para jugadores locales), múltiples ediciones del Mundial de Clubes y diversos campeonatos continentales.
Sin embargo, el choque con una población joven que busca cambios estructurales es cada vez más evidente. La juventud marroquí, especialmente las generaciones urbanas y tecnológicas, está cada vez más conectada con el activismo global y no teme utilizar redes sociales y estrategias digitales para amplificar sus demandas.
El movimiento Gen Z 212 recuerda en muchos aspectos a fenómenos como las protestas en Chile de 2019 o el movimiento End SARS en Nigeria. Jóvenes politizados, organizados en la era de TikTok y Telegram, que exigen participación, transparencia y justicia social.
El rol de figuras públicas en la visibilidad del conflicto
El respaldo de futbolistas como Bounou o Amrabat no debe subestimarse. Sus voces tienen impacto no solo en Marruecos sino a nivel internacional. Bounou, arquero del Al-Hilal saudí y figura del Mundial 2022, escribió en Instagram: “Construir estadios no debería costarnos quedarnos sin futuro. Salud, educación y dignidad también son pilares de una nación fuerte”.
El gesto fue replicado por otros jugadores como Noussair Mazraoui y Hakim Ziyech, generando un debate público sin precedentes sobre el uso de los fondos estatales.
Fouzi Lekjaa: entre el fútbol y la política
En el centro del aparato futbolístico y gubernamental marroquí se encuentra Fouzi Lekjaa, presidente de la Real Federación Marroquí de Fútbol y asesor económico del Rey Mohammed VI. Lekjaa ha sido uno de los principales impulsores del sueño mundialista africano y defensor acérrimo de la inversión en infraestructura deportiva.
Sus detractores, sin embargo, lo señalan como la encarnación del modelo de desarrollo verticalista que privilegia grandes proyectos para el consumo externo, mientras descuida las urgencias cotidianas internas.
¿Una oportunidad mal gestionada?
Desde una perspectiva crítica, Marruecos podría haber utilizado esta visibilidad deportiva como palanca para un desarrollo integral, apostando por proyectos que combinen infraestructura con servicios públicos. La experiencia de Qatar 2022 –construcción de nuevos hospitales junto con estadios y la promoción de movilidad urbana sostenible– podría haber sido un modelo.
En lugar de eso, se corre el riesgo de exacerbar la brecha entre la vitrina internacional y la realidad social interna, un fenómeno que ya ha causado descontento en otros países anfitriones como Brasil 2014 o Sudáfrica 2010.
¿Y ahora qué? El futuro inmediato de AFCON y el Mundial 2030
Pese a las protestas, la Copa Africana de Naciones sigue fijada para el 21 de diciembre de 2025, con 24 selecciones disputando el título continental por espacio de cuatro semanas. Ya se planea una gran ceremonia de apertura con estrellas del deporte y la música africana.
El Mundial 2030, por su parte, será una verdadera odisea geográfica: comenzará con partidos inaugurales en Uruguay, Argentina y Paraguay para conmemorar el centenario del torneo, y luego se trasladará a Europa y el norte de África. Marruecos formará parte clave en la fase decisiva del torneo, incluyendo potencialmente la final en el Estadio Hassan II.
El país tiene asegurado un lugar directo en el Mundial como anfitrión, lo cual podría significar una nueva generación dorada tras el histórico desempeño en Catar 2022, donde Marruecos llegó a semifinales por primera vez en su historia.
Un pulso generacional: ¿quién ganará?
La tensión entre el proyecto deportivo del Estado y las reivindicaciones sociales de los jóvenes marroquíes apenas comienza. Las protestas actuales no necesariamente buscan cancelar los torneos, sino replantear el modelo de inversión y la forma en que se construye la “imagen país”.
En un contexto donde la legitimidad del poder se juega no solo en la cancha, sino en las calles, en TikTok y en los hospitales, Marruecos tiene un reto histórico. Puede escuchar la voz de sus jóvenes y convertir el fútbol en una verdadera herramienta de cohesión social; o puede seguir apostando por la monumentalidad, a riesgo de que, como advertían las pancartas en las protestas, "los estadios se llenen mientras las aulas y las clínicas se vacían".