Minería, política y supervivencia: el nuevo choque entre desarrollo y medio ambiente en Alaska
La reactivación del camino Ambler por orden de Trump vuelve a encender el debate sobre los recursos estratégicos, la soberanía energética y la protección de tierras indígenas
Desde las zonas vírgenes del norte de Alaska hasta los salones del poder en Washington, la lucha entre conservación ambiental y desarrollo económico ha tomado un nuevo giro. El expresidente Donald Trump ha reactivado un proyecto minero altamente controversial: la construcción del Ambler Road, una carretera de grava de 340 kilómetros que atravesaría terrenos naturales protegidos para explotar recursos minerales estratégicos.
Bajo el argumento de que “Estados Unidos debe suministrar sus propios recursos y dejar de depender del extranjero”, Trump busca revocar nuevamente las decisiones ambientales tomadas durante la administración de Joe Biden, activando así una batalla no solo ecológica, sino también política, económica e incluso geopolítica.
¿Qué es el proyecto Ambler Road y por qué es tan polémico?
El Ambler Road es una carretera propuesta desde los años 70 que tiene como finalidad conectar la región de Ambler, rica en depósitos de cobre, cobalto, zinc y oro, con el sistema vial estatal del norte de Alaska. Se espera que esta vía permita el transporte de maquinaria y minerales desde el yacimiento conocido como Ambler Mining District hacia mercados nacionales e internacionales.
Este proyecto alcanzó su mayor avance durante la administración Trump en 2020, pero fue posteriormente anulado por el presidente Joe Biden tras un riguroso análisis ambiental. ¿La razón? La carretera cruzaría la Reserva Nacional de Gates of the Arctic, incluyendo hábitats clave de caribúes, salmones y otras especies, y pondría en riesgo las actividades de subsistencia de más de 40 tribus indígenas de la región.
La importancia estratégica de los minerales involucrados
En tiempos donde la transición energética y la inteligencia artificial se perfilan como los motores del futuro económico global, los minerales como el cobre y el cobalto se han convertido en auténticos tesoros geopolíticos.
- El cobre es esencial en la fabricación de cables eléctricos, baterías, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
- El cobalto es crucial para las baterías de iones de litio presentes en smartphones, laptops y, sobre todo, automóviles eléctricos.
- El oro ofrece no solo valor como reserva económica, sino usos industriales y tecnológicos.
La aprobación del Ambler Road ha sido defendida por el secretario del Interior, Doug Burgum, con el argumento de que “es vital para ganar la carrera de la IA contra China”. Para muchos miembros del Partido Republicano, permitir este tipo de desarrollos es indispensable para garantizar la seguridad nacional estadounidense frente a la dependencia de países como China o República Democrática del Congo, líderes en la extracción de cobalto y procesamiento de minerales esenciales.
¿Interés público o daño irreversible a tierras ancestrales?
Organizaciones tribales como la Tanana Chiefs Conference han denunciado que el proyecto pondría en jaque su derecho a practicar formas de vida tradicionales, como la caza, la pesca y la recolección.
“Estamos viendo una vez más cómo los intereses extractivos pasan por encima de los pueblos indígenas en nombre de un supuesto beneficio nacional que rara vez llega a nuestras comunidades,”
— Jody Potts-Joseph, activista Gwich’in.
La carretera propuesta cruzaría cerca de 11 ríos importantes y más de 3.000 arroyos, muchos de los cuales son zonas de desove del salmón. Además, sería la primera infraestructura de este tipo dentro del Parque Nacional y Reserva Gates of the Arctic, un área que hasta ahora ha permanecido prácticamente intacta por el desarrollo humano.
Minería para salvar (¿o destruir?) el medio ambiente
Irrónicamente, muchos de los argumentos para defender proyectos como el de Ambler están relacionados con la producción de tecnologías “verdes”: autos eléctricos, parques solares, energía eólica. Sin embargo, ello implica abrir nuevas minas de cobre, níquel, litio y cobalto, lo que, sin regulaciones estrictas, puede causar daños ambientales irreversibles.
Cada vez más voces se preguntan si realmente necesitamos sacrificar ecosistemas remotos para abastecer una revolución verde. El dilema entre transicionar hacia energías limpias y proteger las fuentes de biodiversidad más prístinas del planeta se complica día a día.
Trump y la narrativa de la independencia energética
El impulso al proyecto Ambler se enmarca en una visión más amplia del expresidente Donald Trump, quien ha promocionado agresivamente la extracción de combustibles fósiles y recursos minerales en tierras públicas. Su famoso lema “Drill, baby, drill” ha sido actualizado con un nuevo grito: “Mine, baby, mine”.
El mes pasado, con apoyo de la mayoría republicana, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley que revoca planes de conservación ambiental aprobados durante los últimos días del gobierno de Biden, especialmente en Alaska, Montana y Dakota del Norte.
Inversiones estadounidenses en la minería norteamericana
Uno de los elementos más llamativos del reciente anuncio ha sido la decisión de la Casa Blanca de adquirir una participación del 10% en la compañía canadiense Trilogy Metals, la principal interesada en desarrollar el distrito minero de Ambler. Esta estrategia repite el patrón de una jugada previa donde el Departamento de Energía invirtió en el proyecto Thacker Pass en Nevada, uno de los mayores yacimientos de litio en el mundo.
Aunque las implicaciones positivas podrían ser grandes —empleos locales, reducción de la dependencia extranjera, nuevas habilidades para las comunidades—, la sospecha persiste: ¿quién se beneficia realmente?
Una visión extractivista puertas adentro
En lugar de apostar por tecnologías de reciclaje, reutilización de minerales o economías más circulares, el enfoque predominante parece seguir siendo la expansión de las fronteras extractivas. La lógica: “tenemos los minerales, explotémoslos antes que lo hagan otros”.
Pero esta lógica ignora datos alarmantes. Según un informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA), la demanda de minerales como el litio, el níquel y el cobre podría multiplicarse por 4 o 5 en los próximos 20 años si no se transforman los modelos de consumo y producción.
¿Puede la administración Biden bloquear definitivamente el proyecto?
Debido a las autoridades limitadas entre administraciones, el nuevo impulso dado por Trump al Ambler Road podría avanzar, especialmente si obtiene el control legislativo tras las próximas elecciones presidenciales. Ya ha ordenado a agencias clave —como el Bureau of Land Management y el National Park Service— que reexpidan los permisos ambientales anulados durante el mandato Biden.
La actual administración intenta frenar estos movimientos mediante argumentos legales vinculados a la Ley de Política Ambiental Nacional (NEPA) y la defensa del derecho de las tribus originarias, pero no está claro si esto bastará.
A futuro: economía verde, pero ¿a qué costo?
Estados Unidos se encuentra en un cruce de caminos clave. Mientras busca liderar una transición energética global, deberá decidir cómo balancear sus compromisos climáticos con su ansia de seguridad geopolítica y desarrollo económico interno.
El proyecto Ambler Road es un microcosmos perfecto de ese dilema. Una nación que se proclama protectora del medio ambiente, pero que puede optar por perforar uno de sus ecosistemas más vírgenes en nombre del progreso.
¿Se puede lograr una economía verde sin destruir lo poco verde que queda? Esa es la pregunta que el camino a Ambler nos obliga a responder.