UNESCO en el ojo del huracán: una elección crucial en medio de crisis globales
La contienda por el liderazgo del organismo cultural más emblemático de la ONU enfrenta a un académico egipcio sin experiencia en la ONU contra un veterano economista congoleño. ¿Cuál es el futuro de la UNESCO?
UNESCO en busca de una nueva dirección
En un momento de profundos desafíos para el sistema multilateral, la UNESCO —Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura— se enfrenta a una elección clave para definir su futuro. Esta agencia con sede en París, famosa por designar los Patrimonios de la Humanidad, atraviesa una encrucijada financiera, política y estratégica.
Dos candidatos compiten por convertirse en el próximo director general de la UNESCO: el egipcio Khaled el-Enany, historiador especializado en antigüedades y exministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, y el congoleño Firmin Édouard Matoko, un experimentado funcionario de la propia UNESCO con una carrera enfocada en cooperación educativa en contextos de conflicto.
Un organismo en crisis: la retirada de EE. UU. y el colapso financiero
La elección ocurre poco después de que la administración estadounidense decidiera retirarse por segunda vez en menos de una década. Bajo el mandato de Donald Trump, en 2017, ya se había cortado casi el 22% del presupuesto de la organización al suspenderse la participación y financiación de Estados Unidos. El retorno parcial bajo el mandato de Biden fue breve y ahora el organismo vuelve a sentir el desamparo económico y diplomático de una de sus potencias fundadoras.
La excusa oficial del gobierno estadounidense fue que UNESCO se ha vuelto un ente "politizado y antiisraelí", especialmente tras haber admitido a Palestina como miembro en 2011. Sin embargo, muchos analistas consideran que este retiro debilita la influencia de Occidente en organismos multilaterales y abre espacio para que potencias emergentes como China, India y Rusia ganen poder de decisión.
Khaled el-Enany: una apuesta árabe para transformar la cultura global
El-Enany, de 53 años, es respaldado por una coalición sólida que incluye a la Liga Árabe y a la Unión Africana. Su candidatura representa la ambición largamente acariciada por el mundo árabe de liderar la UNESCO. El-Enany no tiene experiencia directa en la ONU, pero sí cuenta con una formación académica sólida —realizó su doctorado en Francia— y una amplia carrera en la gestión del patrimonio histórico egipcio, en un país que cuenta con 7 sitios designados como Patrimonio Mundial.
"La UNESCO no es solo educación y ciencia, es también respeto por las civilizaciones, por la historia, por la identidad de los pueblos", expresó en una reciente entrevista en Al Jazeera. Su enfoque se centra en fortalecer los pilares culturales de la organización, potenciar la herencia histórica y encarar un combate firme contra el antisemitismo y la intolerancia religiosa.
Firmin Matoko: el candidato interno que entiende el sistema desde dentro
Por el otro lado, Firmin Édouard Matoko aporta algo que su rival no tiene: una carrera de más de 30 años dentro de la UNESCO, desde cargos regionales hasta posiciones diplomáticas en conflictos de alto voltaje político, como El Salvador tras la guerra civil o Ruanda tras el genocidio. Con 69 años, su candidatura representa una continuidad reformista, con una clara visión técnica y presupuestaria.
"UNESCO necesita volver a concentrarse en soluciones técnicas alejadas de la polarización ideológica", dijo Matoko en una reciente conferencia en Ginebra. Será un defensor de la "rigurosidad presupuestaria" y señaló estar dispuesto a recortar programas o personal si se requiere para garantizar la sostenibilidad a largo plazo del organismo. También ofreció tender puentes para el eventual regreso de Estados Unidos al organismo.
Dos visiones de futuro para un mismo legado
El-Enany y Matoko representan dos enfoques distintos: uno más político-cultural desde el prestigio del mundo árabe y otro tecnocrático y conciliador desde el África francófona. Sin embargo, ambos coinciden en algo: para sobrevivir, la UNESCO necesita aliados, financiamiento y modernización.
Con un presupuesto base de aproximadamente $500 millones anuales (solo en 2022), del cual EE. UU. aportaba hasta un 22% antes de su retiro sostenido desde 2011, el organismo enfrenta una carencia crónica de fondos. La estrategia de ambos candidatos incluye recurrir al sector privado y a potencias emergentes como los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) para suplir el vacío dejado por Washington.
El legado de Audrey Azoulay: restauración, igualdad e identidad
La saliente directora general, la francesa Audrey Azoulay, deja un legado ambicioso pero difícil de sostener. Su gestión incluyó proyectos emblemáticos como la reconstrucción de Mosul en Irak tras la destrucción que dejó el Estado Islámico, así como un enfoque en la educación de niñas y la preservación de identidades culturales amenazadas.
En sus palabras finales durante la 42º Reunión General de UNESCO, Azoulay afirmó que "la cultura es una forma de reconciliación global y un derecho esencial que no puede ser víctima de los vaivenes políticos".
La politización de la cultura: un riesgo latente
El riesgo de la politización no es nuevo para la UNESCO. Desde la designación de sitios que generan tensiones geopolíticas —como Jerusalén Este, Hebrón o la ciudad vieja de Saná en Yemen— hasta debates sobre colonialismo, memoria histórica o restitución de piezas arqueológicas, la organización se encuentra siempre en la línea de fuego diplomática.
El-Enany, por ejemplo, tendrá que abordar las tensiones persistentes en Oriente Medio, especialmente después que Israel abandonara la UNESCO en 2018 argumentando parcialidad y deslegitimación. El candidato egipcio ha prometido representación cultural para todas las civilizaciones, asegurando que "la herencia no pertenece solo a los vencedores, sino a toda la humanidad".
Por su parte, Matoko quiere reconstruir puentes y enfocar el trabajo en lo técnico. "Mi vocación es la cooperación, no la confrontación. UNESCO tiene que volver a ser el laboratorio de ideas del planeta, y no un campo de batalla geopolítico", afirmó en una entrevista reciente.
Una elección histórica en un momento decisivo
La votación comienza este lunes en el consejo ejecutivo, que incluye 58 de los 194 miembros del organismo. La decisión final se anunciará en noviembre, cuando la Asamblea General deberá ratificar una nueva dirección. Hasta entonces, queda claro que la elección no solo definirá quién lleva las riendas de la UNESCO hasta 2031, sino cuál será la narrativa cultural y educativa que el organismo impulsará en un mundo cada vez más dividido, desigual y carente de diálogo.
El futuro de los patrimonios culturales y naturales, el rol de la educación en tiempos de guerras híbridas y desinformación, la equidad en el acceso al conocimiento científico y el rescate de tradiciones amenazadas están en juego. El liderazgo que surja deberá demostrar que entre el caos político y las tormentas financieras aún hay espacio para soñar con un mundo más ilustrado, justo y diverso.