¿Una nueva era para los pateadores? Cómo los cambios en los balones están transformando la NFL
La revolución silenciosa que ha convertido los goles de campo de más de 60 yardas en algo cotidiano
Los goles de campo largos ya no son la excepción
Han quedado atrás los días en que los goles de campo de 50 o más yardas eran una rareza casi mítica en la NFL. Lo que antes requería condiciones ideales (viento a favor, estadio descubierto, temperatura adecuada), hoy es prácticamente parte del libreto habitual en cualquier domingo de fútbol americano. En la temporada 2024, los pateadores han convertido 195 goles de campo de al menos 50 yardas, el número más alto jamás registrado. ¿La razón? Una combinación letal de tecnología, reglas nuevas y talento refinado.
El 'K Ball' y un pequeño cambio con gran impacto
El origen de este aumento exponencial en el rango de los pateadores se puede rastrear hasta una sencilla pero significativa modificación en el reglamento de la NFL. Históricamente, los balones usados para el juego de despejes y goles de campo —conocidos como kicking balls o "K balls"— eran enviados directamente a los árbitros, quienes los llevaban al estadio el día del juego. Los equipos sólo tenían 60 minutos antes del partido para acondicionarlos con toallas húmedas, secas y un cepillo especial.
Pero en 2024, eso cambió. Los equipos ahora reciben 60 balones designados para el juego de pateo antes del inicio de la temporada. Esto les permite practicar y acondicionar los mismos balones que usarán durante los partidos. La regla estipula que cada equipo puede emplear tres de estos balones por juego, que serán inspeccionados y aprobados por el árbitro, y no pueden usarse en más de tres partidos.
Este cambio ha sido descrito por muchos dentro de la liga como uno de los más "inadvertidamente revolucionarios" de los últimos años. El coordinador defensivo de los Philadelphia Eagles, Vic Fangio, incluso lo comparó con la explosión de jonrones en la era de los esteroides en la MLB: "Es como si necesitaran un asterisco", dijo Fangio. "Tal como pasó con (Barry) Bonds, (Mark) McGwire y (Sammy) Sosa, ahora con estas pelotas, los goles de campo han cambiado drásticamente".
Entre tecnología, reglamentos y precisión quirúrgica
Muchos especialistas no creen que sea una transformación drástica, pero sí lo suficiente como para añadir varios metros más a sus disparos. Y en el fútbol americano, una diferencia de tres o cuatro yardas puede determinar un partido completo. El pateador de los 49ers, Eddy Pineiro, reconoce esta sutil ventaja: "Es normal ahora patear de más de 60. Ya no sorprende", señaló.
Trevor Lawrence, mariscal de campo de los Jacksonville Jaguars, no es ajeno a estas transformaciones. Su reciente touchdown contra los Kansas City Chiefs, en una jugada llena de determinación, recordó a todos que el valor de un buen pateador puede ser tan impactante como una buena carrera de mariscal. Y ahora, con estos balones mejor acondicionados, los entrenadores adaptan sus estrategias de forma completamente distinta, sabiendo que patear desde 60 o incluso 65 yardas ya no es descabellado.
Récords que tiemblan y estadísticas que impresionan
Solo en las primeras cinco semanas de esta temporada se han conectado 28 goles de campo desde al menos 55 yardas, un récord absoluto para ese periodo. Chase McLaughlin, de los Tampa Bay Buccaneers, logró un disparo de 65 yardas (a tan solo una de empatar el récord histórico de 66 yardas de Justin Tucker), y Brandon Aubrey, de los Cowboys, lo siguió con otra de 64 yardas.
El índice de efectividad también es impresionante: los pateadores aciertan el 72.5% de sus intentos desde más de 50 yardas, en comparación al escaso 38% de hace treinta años. "La diferencia es que ahora puedes confiar en que todos los balones estarán en buenas condiciones", comenta Aubrey. "Eso te da paz mental".
La evolución del K Ball: de microondas a legalidad
El reglamento sobre el "K Ball" tiene raíces desde 1999, cuando se descubrió que algunos equipos manipulaban balones a su favor. Se usaban microondas, secadoras y hasta saunas para ablandar el cuero, facilitando así golpes más precisos y prolongados. Desde entonces, la NFL implementó reglas estrictas que evolucionaron hasta hoy, asegurando condiciones más parejas para todos.
En 2006, después de un fallo simbólico donde Tony Romo soltó el balón como sostén de un gol de campo en un momento crítico, los equipos obtuvieron el derecho de preparar los balones brevemente el día del juego. Ahora, esta nueva regla les da aún más control, aunque sin permitir el uso de calor o deformaciones.
Nuevas estrategias, más emoción
El impacto no está limitado a los goles de campo. También se reflejan en los despejes: hoy en día, el promedio de patada es de 47.7 yardas — una cifra que habría sido récord individual hace apenas 20 años. El despejador Thomas Morstead, de los 49ers, admite que, aunque no analiza a fondo los balones, sí percibe una diferencia: "Mientras la presión interna esté en 13.5, y el cuero esté suavizado y flexible, puedo patear cómodo", comenta.
Esto también se ha traducido a decisiones tácticas claves. Ya no es raro ver a un equipo optar por patear un gol de campo en cuarta y largo desde la yarda 45 del rival, donde antes sin duda se buscaba el despeje o jugarse la conversión.
El efecto psicológico: más confianza, menos improvisación
Uno de los principales efectos que resaltan los pateadores es el psicológico. Nick Folk, de los Jets, lo puso en perspectiva: "Es como tener tu propio guante de beisbol viejo, bien amoldado. Te da confianza para actuar sin pensar tanto". Esa confianza se traduce directamente sobre el campo. Ahora, los pateadores se concentran en la técnica y la ejecución, sin preocuparse por la textura del balón o su comportamiento impredecible.
¿Estamos cerca del gol de campo de 70 yardas?
Algunos piensan que sí. Brandon Aubrey ya ha demostrado tener la potencia para acercarse, y Fangio incluso bromeó: "Va a patear uno de 70 este año, ya verán". En condiciones ideales —clima cálido, estadio descubierto, viento a favor— no parece tan descabellado. Además, no debemos olvidar que en entrenamientos, muchos pateadores logran superar esa señal. Eddy Pineiro, por ejemplo, confesó haber pateado uno de 81 yardas durante su etapa universitaria en Florida.
¿Qué dice esto sobre la evolución de la NFL?
Primero, que la liga continúa adaptándose a nuevas tecnologías y mejores condiciones. Segundo, que el rol del pateador, antes visto como un miembro periférico, hoy puede ser determinante incluso desde medio campo. Tercero, que esta evolución refleja una mayor apuesta por la estrategia y la estadística, donde cada yarda cuenta y un buen pateador puede cambiar el curso de un partido. Como lo demuestra semana tras semana, la NFL actual es una liga definida en los márgenes: unos centímetros más o menos, y se gana o se pierde.
Para los aficionados, esto representa entretenimiento puro. Más intentos arriesgados, más emoción en los minutos finales y, tal vez dentro de poco, un nuevo récord histórico si alguien logra un gol de campo de 70 yardas o más. La mesa está servida. El balón, también.