El auge del comercio global impulsado por la IA, tensiones arancelarias y los países emergentes

La OMC revisa al alza su pronóstico comercial para 2025 gracias al auge de productos relacionados con inteligencia artificial, importaciones aceleradas por temor a aranceles y un impulso sorprendente entre economías en desarrollo

GINEBRA.— En un giro inesperado de los acontecimientos económicos globales, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha revisado al alza sus predicciones de crecimiento para el comercio mundial de mercancías en 2025. Una combinación de factores ha influido en este cambio, destacando el papel creciente de la inteligencia artificial (IA), la respuesta de los mercados a políticas arancelarias norteamericanas y la mayor actividad económica en los países en vías de desarrollo.

Una corrección optimista: del pesimismo al dinamismo

Tan solo unos meses atrás, en abril, los analistas de la OMC calculaban que el comercio global de mercancías podría decrecer un 0,2%. Sin embargo, al observar los datos del primer semestre del año y la actividad comercial asociada a tecnologías emergentes, la organización ha hecho una rectificación significativa: el nuevo pronóstico apunta a un crecimiento del 2,4% en 2025. En comparación, en agosto la previsión era de solo el 0,9%.

Si bien la proyección para 2026 ha sido reducida del 1,8% al 0,5%, esta revisión subraya la resiliencia comercial observada recientemente. Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, ofreció una conferencia de prensa en Ginebra donde subrayó que “el crecimiento sólido entre países en desarrollo y una respuesta mesurada a la política arancelaria de Estados Unidos contribuyeron significativamente a este repunte”.

La IA: protagonista silenciosa del comercio mundial

El auge de la IA se ha convertido en un motor crucial. Semiconductores, servidores, equipos de telecomunicaciones y otros productos esenciales para la infraestructura de IA han sido altamente demandados. Según cifras entregadas por la OMC, el 42% del crecimiento global del comercio en mercancías se debió a productos relacionados con IA, una participación notable que contrasta con su 15% de participación histórica.

Este fenómeno está estrechamente ligado al boom en la inversión de capital en tecnologías emergentes. Empresas de todo el mundo, desde gigantes tecnológicos en Silicon Valley hasta nuevos centros de innovación en Asia y Latinoamérica, están impulsando la compra masiva de tecnología IA, confiadas en su potencial transformador.

Estados Unidos y los temores arancelarios impulsan importaciones

Otro factor clave ha sido la sobrerreacción anticipada de las importadoras estadounidenses ante la amenaza de nuevos aranceles anunciados por la administración Trump. Muchos distribuidores decidieron adelantar pedidos para evitar los costos adicionales, un proceso conocido como front-loading. Esto llevó a niveles récord en el valor en dólares de los inventarios estadounidenses.

Dentro de este contexto, las importaciones de América del Norte se dispararon un 13,2% anual, con especial protagonismo de industrias farmacéuticas y metales preciosos como el oro. El impacto de esto ha sido doble: no solo ha estimulado el comercio actual, sino que ha minimizado potenciales interrupciones logísticas derivadas de futuras medidas regulatorias.

Sur-Sur: el comercio entre países emergentes en ascenso

Uno de los aspectos más alentadores, según Okonjo-Iweala, ha sido el crecimiento del llamado comercio sur-sur: el intercambio entre países en vías de desarrollo. En la primera mitad de 2025, este tipo de comercio creció un 8% en valor, con una tasa de crecimiento aún mayor (9%) cuando se excluye a China como contraparte comercial.

Esta reconfiguración del comercio mundial tiene implicaciones mayores: pone en evidencia un nuevo equilibrio comercial en donde las economías emergentes ya no son simplemente receptoras pasivas de bienes, sino actores dinámicos que generan, transforman e intercambian bienes tecnológicos y manufacturados.

Los servicios también crecen, pero a menor ritmo

De manera paralela, el comercio de servicios —otro indicador relevante del dinamismo económico— también va en ascenso. La OMC proyecta que este segmento crecerá un 4,6% en 2025, y 4,4% en 2026. No obstante, estas cifras muestran cierta desaceleración en relación con el 6,8% registrado en 2024.

La ralentización puede deberse a múltiples factores: una menor demanda sobre servicios de viaje y turismo (aún con secuelas post-pandemia), una reconfiguración del trabajo remoto que reduce la necesidad de servicios corporativos presenciales, y tensiones referentes a la movilidad profesional entre fronteras.

Impacto de las políticas proteccionistas y su respuesta

Las tensiones comerciales, lejos de amainar, continúan jugando un papel decisivo. La política arancelaria estadounidense desde el regreso de Trump a la presidencia ha reavivado temores de una política proteccionista. Sin embargo, la comunidad internacional respondió con pragmatismo. “Una respuesta mesurada a los cambios arancelarios evitó que el comercio se viera más gravemente afectado”, declaró Okonjo-Iweala.

Este entorno ha empujado a muchas economías a buscar nuevas alianzas, a fortalecer cadenas de suministro regionales y a diversificar sus socios comerciales. Todo ello contribuye a fomentar una estructura comercial más resiliente y descentralizada, menos dependiente de los vaivenes de una sola potencia.

¿El comienzo del siglo del sur global?

Si algo queda claro de este giro inesperado en el comercio internacional es que el sur global —que incluye potencias emergentes como India, Brasil, México, Vietnam, Nigeria, Sudáfrica y otros actores— está dejando de ser una periferia económica para convertirse en un centro clave de producción y consumo mundial.

Este fenómeno ya se nota en los patrones de inversión, apertura de centros de datos, apuestas por energías renovables e innovación tecnológica desde ciudades como Lagos, Nairobi o São Paulo. Si se mantiene este rumbo, podríamos estar presenciando un reequilibrio histórico en la distribución del poder comercial global.

Perspectivas para 2026: ralentización y cautela

Pese al optimismo actual, la OMC advierte que 2026 se perfila como un año de desaceleración. La previsión se ha recortado al 0,5%, debido a los riesgos acumulados por tensiones geopolíticas, problemas inflacionarios persistentes en Europa y América del Norte, y una eventual estabilización de la demanda de bienes tecnológicos luego del auge provocado por la IA.

Además, los cuellos de botella en las cadenas de suministro globales, los altos niveles de deuda pública en países industrializados y el cambio climático podrían afectar tanto la producción como el transporte internacional de bienes.

Una oportunidad única: cooperación como antídoto

Okonjo-Iweala finalizó sus declaraciones con un llamado claro: “Tenemos que darle una oportunidad a la cooperación multilateral. Solo así será posible aprovechar esta ventana de crecimiento inclusivo basado en la tecnología, sin comprometer la sostenibilidad ni fomentar una guerra comercial sin rumbo claro”.

La pregunta clave será cómo los bloques económicos responderán ante este nuevo escenario. ¿Se fortalecerán los lazos entre el sur global? ¿Europa apostará por una mayor autonomía estratégica y tecnológica? ¿Estados Unidos mantendrá su línea proteccionista o volverá al multilateralismo?

Sea cual sea la respuesta, es evidente que las decisiones que se tomen en los próximos 18 meses determinarán si el sorprendente 2025 de la OMC fue una excepción... o el primer capítulo de una nueva era comercial global.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press