El caos aéreo en EE. UU.: cómo el cierre del gobierno amenaza los cielos del país

Entre falta de personal, retrasos masivos y trabajadores federales sin paga, el sistema de aviación estadounidense se tambalea peligrosamente

Un cierre gubernamental que despega con turbulencias

No es la primera vez que Estados Unidos enfrenta un cierre del gobierno, pero cada vez que ocurre, las consecuencias se sienten más intensamente en puntos estratégicos de la vida diaria. Entre los afectados, el sistema de aviación ha sido uno de los más vulnerables, revelando grietas en su funcionamiento y una sobrecarga en sus trabajadores clave: los controladores de tráfico aéreo y los agentes de seguridad aeroportuaria.

Ya con una semana sin solución a la vista, y con las negociaciones políticas estancadas en el Congreso, las consecuencias se han extendido por terminales aéreas de costa a costa. Según la Administración Federal de Aviación (FAA), se han reportado problemas de personal en centros de control de tráfico aéreo en ciudades como Atlanta y Dallas-Fort Worth, y aeropuertos clave como Boston, Chicago, Filadelfia y Nashville.

Retrasos que desquician: el impacto operativo

El lunes anterior al informe, aeropuertos como Burbank (California), Newark (Nueva Jersey) y Denver ya habían registrado retrasos significativos debido a la escasez crítica de personal. La situación empeoró al día siguiente, obligando a la FAA a reducir los despegues en múltiples ubicaciones para mantener niveles mínimos de seguridad.

“El riesgo de una interrupción significativa del sistema aéreo estadounidense crece día a día”, advirtió Henry Harteveldt, analista del sector de viajes, en declaraciones recogidas por diversos medios. “Si el cierre continúa, millones de viajes durante Acción de Gracias podrían estar en peligro.”

La Secretaría de Transporte, encabezada por Sean Duffy, confirmó un incremento en los reportes de empleados “enfermos”, lo cual no es más que una forma encubierta de protesta frente a las condiciones actuales: trabajar sin cobrar.

La persona tras el radar

Nick Daniels, presidente de la Asociación Nacional de Controladores Aéreos, fue tajante: la situación actual pone de relieve un sistema que ya estaba al borde del colapso. “Muchas torres ya operaban con personal mínimo. Si faltan uno o dos controladores, no hay reemplazos listos. No hay horas extra. Y para cubrir una torre se necesita una certificación específica”.

En el aeropuerto de Burbank, la torre debió cerrar por varias horas tras un número insuficiente de controladores. Un piloto que contactó vía radio fue informado: “La torre está cerrada debido a falta de personal”.

Entre el deber y la necesidad

Los controladores no están solos. Johnny Jones, del sindicato American Federation of Government Employees, que representa a los trabajadores de seguridad de la TSA, dijo que muchos de sus colegas enfrentan decisiones cruciales: pagar la renta o seguir yendo a trabajar. “La gente se pregunta cómo pagará el alquiler, la comida o la guardería. Y si tienen que faltar, temen ser despedidos”.

Actualmente, algunos ya están reportando enfermedad como medida desesperada, aunque el número aún no representa una amenaza sistémica. Sin embargo, se espera un aumento notable de las ausencias cuando llegue la fecha de pago y los sueldos no se depositen.

Impacto humano más allá de la cabina

Daniels también señaló el daño psicológico que implica trabajar bajo esta presión. “Decir que debemos mantenernos enfocados cuando no cobramos no es realista. Pedirle a quienes tienen la responsabilidad de mantener segura la aviación nacional que se sacrifiquen mientras los legisladores juegan política, es inaceptable”.

La realidad es que los trabajadores comenzarán a tomar decisiones de vida. “¿Sigo yendo al trabajo o busco otra fuente de ingreso? ¿Dejo de pagar mis cuentas para seguir cumpliendo con mi responsabilidad laboral?” No hay respuestas sencillas.

Solidaridad aeroportuaria: entre cupones y transporte gratis

Ante la crisis, algunos aeropuertos trataron de suavizar el golpe. El aeropuerto de Atlanta comenzó a ofrecer vouchers de comida por $15 a los empleados federales y estacionamiento gratuito en las terminales. En Tampa, utilizaron un plan llamado “Operación Águila Calva 2”—una referencia nacionalista cargada de ironía—para ayudar a los 11,000 empleados federales sin remuneración.

La ayuda incluye desde despensas hasta transporte gratuito y acuerdos con proveedores eléctricos para evitar cortes de energía en los hogares de los trabajadores. John Tiliacos, jefe de operaciones de Tampa International, afirma que esfuerzos similares durante el cierre de 2018-19 evitaron el colapso en su aeropuerto.

Una historia con turbulencias repetidas

Este no es un fenómeno nuevo. Durante el cierre de gobierno más largo en la historia de EE. UU., entre diciembre de 2018 y enero de 2019, la situación llegó a un punto crítico tras 35 días sin salario para miles de trabajadores. Esa vez también hubo retrasos masivos, airadas protestas, bancos de alimentos y una aviación al borde del colapso.

Lo preocupante es que, cinco años después, poco se ha corregido. Se mantiene un sistema rígido, sin margen para la improvisación, sin refuerzos disponibles y con tecnología obsoleta. La FAA depende de un ecosistema complejo en donde cualquier ausencia o imprevisto puede desencadenar un efecto dominó catastrófico.

¿Cómo solucionarlo?

Expertos como Harteveldt proponen destinar fondos obligatorios y no discrecionales para determinadas agencias, como la FAA y el TSA, a fin de proteger su funcionamiento durante futuras interrupciones presupuestarias.

Mientras tanto, sindicatos y aerolíneas presionan para que el Congreso ponga fin al cierre. Se han solicitado donaciones a supermercados, bancos de alimentos e incluso líneas aéreas para evitar el colapso total.

Aún así, los líderes sindicales señalan que incluso con esfuerzos humanitarios, la única verdadera solución es reabrir el gobierno. Porque el buen funcionamiento del sistema aéreo no debería depender del altruismo o las donaciones corporativas, sino de una estructura institucional robusta y funcional.

Con la temporada alta en el horizonte

La proximidad de las fiestas de Acción de Gracias y Navidad amenaza con empeorar la situación. Aeropuertos que ya atraviesan retrasos, podría enfrentar un colapso operativo si el cierre continúa, afectando a millones de pasajeros y generando un impacto económico de gran escala.

Con el tiempo en contra y los ánimos caldeados tanto en los cielos como en los pasillos del Capitolio, la pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto más podrá sostenerse un sistema ya en crisis antes de que simplemente deje de funcionar?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press