La crisis política en Francia: ¿El ocaso del macronismo?
Con ex primeros ministros alejándose, una Asamblea fracturada y una ciudadanía frustrada, Emmanuel Macron enfrenta el reto más grande de su mandato
Francia atraviesa una de sus mayores tormentas políticas en décadas. La figura antes pujante del presidente Emmanuel Macron parece desmoronarse ante la mirada atónita de sus antiguos aliados, adversarios fortalecidos y una sociedad cada vez más desencantada. ¿Qué ha provocado esta implosión en el corazón del Palacio del Elíseo? Este artículo ofrece un análisis profundo del caos institucional que amenaza con redefinir el mapa político francés.
El origen de la tempestad: la disolución de la Asamblea Nacional
En junio de 2024, en una movida inesperada, Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés. Oficialmente, su objetivo era desbloquear un sistema paralizado e intentar construir una nueva mayoría parlamentaria. Sin embargo, esta jugada resultó ser el catalizador de un caos aún mayor: elecciones anticipadas que resultaron en una cámara aún más hostil y fragmentada.
La Asamblea resultante estuvo dominada por una oposición multipartidista, sin mayorías claras, con bloques de izquierda radical, extrema derecha y centristas disidentes enfrentados entre sí y al gobierno. Desde entonces, el país ha tenido cuatro primeros ministros en menos de un año.
Aliados que se convierten en críticos
Uno de los golpes más simbólicos para Macron ha sido la distancia tomada por dos de sus antiguos primeros ministros: Édouard Philippe y Gabriel Attal.
- Philippe, su primer jefe de gobierno entre 2017 y 2020, expresó que Macron debería llamar a elecciones presidenciales anticipadas tras la aprobación del presupuesto para 2026.
- Attal, nombrado por Macron en enero de 2024, criticó abiertamente al presidente en televisión nacional diciendo: “Como muchos franceses, ya no entiendo las decisiones del presidente.”
Estas declaraciones públicas fueron más que una diferencia de opinión: reflejaron el colapso de la autoridad presidencial.
Lecornu y la ruleta de primeros ministros
El último intento de Macron por sortear esta crisis fue el nombramiento de Sébastien Lecornu como primer ministro. Lecornu, considerado un político pragmático y cercano a Macron, fue incapaz de sostener una coalición estable. Su gabinete duró menos de 14 horas antes de desmoronarse, al perder el crucial apoyo del líder republicano Bruno Retailleau.
Macron le concedió a Lecornu 48 horas para renegociar apoyos dentro del llamado Socle Commun, una frágil coalición de centristas y conservadores. Pero los cimientos ya habían sido socavados. La izquierda y la derecha aprovecharon este vacío institucional para posicionarse con agendas opuestas pero igual de decididas.
¿Cohabitación o renuncia? Las salidas posibles
La situación ha provocado un intenso debate nacional sobre el futuro cercano del gobierno francés. Tres caminos se discuten en medios y círculos políticos:
- Renuncia presidencial: propuesta por Philippe y otros, vería a Macron dimitiendo antes de 2027.
- Nuevas elecciones legislativas: exigidas por la extrema derecha, esperanzada en capitalizar su avance en las encuestas.
- Cohabitación: deseada por los partidos de izquierda, implica que el presidente nombre a un primer ministro no alineado y trabaje con una mayoría opositora.
La cohabitación es una figura rara en la política francesa, pero ya experimentada bajo los gobiernos de Mitterrand y Chirac en los años 80 y 90. Es una opción viable legalmente, pero supone complicaciones políticas y desafíos de gobernabilidad.
Una izquierda dividida y una ultraderecha confiada
Tras las elecciones legislativas de 2024, la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular obtuvo la mayor cantidad de escaños, pero sin mayoría absoluta. La unión entre socialistas, comunistas, ecologistas y la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon parece hoy fracturada.
Mientras tanto, la extrema derecha liderada por Marine Le Pen y Jordan Bardella, del partido Rassemblement National, goza de una popularidad sin precedentes. Según encuestas recientes, un 33% de los votantes franceses apoyaría una mayoría parlamentaria liderada por este partido, una cifra récord.
Bardella declaró: “Debemos volver al pueblo francés para que elijan una mayoría por sí mismos. Estamos listos para asumir la responsabilidad.”
Una república desgastada y una ciudadanía frustrada
La desconfianza institucional se ha extendido a una ciudadanía cada vez más escéptica sobre el funcionamiento del sistema político. El modelo de la Quinta República, creado por Charles de Gaulle en 1958, se basa en un poder presidencial fuerte. Hoy ese mismo modelo parece insuficiente frente a la pluralidad del electorado moderno.
Guillaume Glade, un ciudadano parisino de 36 años, expresó al respecto: “La impresión es que la Quinta República está en cuidados intensivos... quizá sea hora de cambiar las reglas del juego.”
Según un sondeo de Ifop de julio de 2025, el 62% de los franceses quiere una reforma constitucional para reducir el poder presidencial y darle más peso al Parlamento.
Macron: de salvador centrista a figura polarizante
Emmanuel Macron llegó en 2017 como un outsider político, rompiendo la dicotomía tradicional izquierda-derecha. En su primer mandato logró reformas clave, como la flexibilización del mercado laboral y la reducción de impuestos corporativos. Pero también enfrentó severas crisis: los chalecos amarillos, la pandemia de COVID-19 y numerosas huelgas por su reforma de pensiones.
En su segundo mandato, las divisiones internas de Francia se han intensificado. Su partida centrista ya no seduce a amplias mayorías. Con una aprobación por debajo del 25%, según el diario Le Monde, Macron parece más aislado que nunca.
¿Hacia una Sexta República?
Lo que ocurre en Francia podría no tratarse solo de una crisis de gobierno, sino de una crisis de régimen. Intelectuales y políticos comienzan a plantear la necesidad de una Sexta República, con nuevas reglas del juego: un parlamentarismo reforzado, más participación ciudadana y herramientas que limiten la centralización del poder.
La presión es tal que figuras de peso como el expresidente François Hollande han sugerido “abrir un gran diálogo nacional sobre el sistema político que los franceses quieren para el futuro.”
Conclusión: el momento de inflexión
Francia se encuentra en un momento decisivo. El liderazgo de Emmanuel Macron está en entredicho, pero más allá de su figura, lo que se cuestiona es la capacidad de las instituciones de la Quinta República para representar adecuadamente a una sociedad plural, demandante y fragmentada.
La clase política francesa deberá decidir entre preservar el statu quo o dar paso a un cambio estructural profundo que renueve la confianza ciudadana. Y ese cambio quizás esté más cerca de lo que muchos imaginan.