La moda que habla claro: París pone firme al 2026 con poder, piel y drama usable
Desde hombros estructurados hasta la transparencia empoderada y el regreso de lo formal práctico, tres tendencias dominan la pasarela parisina en un desfile marcado por estrellas y mensajes directos.
París marca el paso del 2026: menos ornamento, más actitud
La Semana de la Moda de París Primavera-Verano 2026 concluyó y no dejó lugar a dudas: las siluetas del próximo año se ensanchan, se transparentan con fuerza y vuelven a vestirse con intención. En un año globalmente incierto, donde el espectáculo parece predominar, la capital francesa respondió con diseños que combinan autoridad estética y funcionalidad real.
Como bien dijo Rick Owens en su desfile con modelos caminando entre agua: “tenacidad en tiempos incómodos”. Esa frase fue la síntesis perfecta de lo vivido en las pasarelas parisinas: looks que se atreven, pero sin perder propósito. Aquí te cuento las tres tendencias que llegaron para quedarse… y para caminar contigo por la calle.
1. Hombros que lideran: vuelve la sastrería, se va el relax
Una de las señales más potentes del regreso del poder a la moda fueron los hombros estructurados. En palabras claras: ¡la sastrería ha vuelto! Después de varias temporadas dominadas por siluetas holgadas e indígenas, París trajo una contrarespuesta que pasa por líneas definidas y proporciones audaces.
Saint Laurent marcó la pauta con trajes negros de culturas afiladas y proporciones que gritan sofisticación sin decir una palabra. Givenchy optó por una versión más suave del padding, pero mantuvo su aura de autoridad. Incluso marcas que suelen ir por caminos más decorativos, como Chanel, se sumaron a la ola: trajes más ligeros, chaquetas recortadas, movimiento y propósito diario.
El mensaje es claro: el traje ya no es la armadura de oficina. Es una prenda versátil que representa empoderamiento, control y, como diría Balenciaga, “volumen que flota y fotografía grande, pero se siente liviano”.
2. Transparencias valientes: la piel como declaración, no como fragilidad
París también apostó por la piel, pero no desde la óptica del morbo o la fragilidad. Las transparencias de 2026 están terminadas, no improvisadas. Son capas bien construidas, que insinúan sin ceder espacio. La feminidad ya no se trata de ocultarse: se trata de elegir cómo mostrarte.
Saint Laurent llevó este concepto al extremo con capas ajustadas, casi segunda piel, que no solo se adaptan al cuerpo: lo celebran. Dior apostó por encajes que respiraban ligereza, sin caer en lo recatado. Incluso Hermès adoptó la equitación urbana con cortes bajos y líneas funcionales, mientras Chanel coqueteaba con su herencia lencera.
También hay una batalla silenciosa sobre el lugar de la cintura, con el regreso del low-rise de manos de McQueen, aunque esta vez libre de aquella carga de shock de principios de los 2000. Todo se centra en la decisión del portador: tú decides dónde cae tu cintura, tú decides quién ve qué.
3. La elegancia vuelve del glamour a las calles
La moda formal encontró un nuevo camino adaptado a la cotidianeidad. Ya no se trata solo de desfilar en ceremonias o alfombras rojas, sino de lucir sofisticado en el metro, en la oficina, en la vida misma. Es "drama con zapatos cómodos".
Louis Vuitton destiló su opulencia en piezas que se pueden usar a diario. Valentino dejó de lado los adornos excesivos y dejó a las formas y colores ocupar el centro. Balenciaga sorprendió con escultura flotante y vestidos que aún con volumen, se sentían livianos. Vivienne Westwood suavizó su caos marca registrada para hacerlo más móvil. Las capas salieron del teatro para incorporarse en paseos por el boulevard y las plumas se adaptaron al taco bajo y a la vida real.
En resumen: el vestirse de gala no solo no ha muerto, sino que ha cogido el bus de las 7:50 a.m.
La celebridad como pasaporte visual
Y como ya es costumbre, las celebridades no solo estuvieron presentes, fueron parte integral del discurso visual. Nicole Kidman, Meghan Markle, Kim Kardashian y Madonna no estuvieron solo como espectadoras: fueron parte de la identidad narrativa de las marcas. Su presencia convirtió los desfiles en eventos casi televisivos, amplificados instantáneamente por redes sociales.
“El look tiene que impresionar en directo y también en video viral de 9 segundos”, decían algunos insiders. Y eso fue precisamente lo que muchos diseñadores lograron. No es coincidencia que Givenchy, Saint Laurent o Mugler hayan presentado colecciones con siluetas que se distinguen desde una cuadra de distancia.
Color que resalta lo esencial
Pese al dominio del negro como base sobria y elegante, el color no desapareció: apareció como acento. ¿Resultado? Looks en su mayoría oscuros realzados por estallidos de esmeralda, sangre, naranja neón o azul eléctrico. Como subrayados visuales que activan la mirada y la memoria.
Es una forma elegante de decir: “esta es mi zona de poder”. Tal y como Rick Owens lo insinúa con sus modelos-estatua andando en agua: el camino es difícil, pero estas prendas están hechas para resistirlo.
La tecnología y la artesanía: aliados, no enemigos
El desfile de París también mostró que el lujo silencioso y la innovación tecnológica pueden coexistir sin gritar. Telas que evolucionan con menos peso pero mayor impacto visual. Bolsos que estilizan sin abandonar lo práctico. Ropa que desea ser arrastrada por rutina, más que almacenada en vitrinas de museo.
Porque este nuevo lujo no busca solo ser admirado, quiere ser vivido.
¿Quién dicta el ritmo ahora?
Es imposible hablar de esta París sin considerar el contexto sociopolítico y emocional del presente. La incertidumbre del mundo ha hecho que la moda deje de experimentar por experimentar. Ha vuelto el foco, la claridad, una especie de pragmatismo que, lejos de apagar la creatividad, la dirige con más fuerza.
Más allá del momento viral o del show llamativo, la verdadera moda que emergió esta semana fue la que reconoce un mundo que necesita vestirse sin travestirse, lucirse sin agotarse, y expresarse sin perder funcionalidad.
París habló claro. Y el resto del mundo ya escuchó el mensaje.