Villazón, la ópera y la rebelión femenina: una nueva ‘Sonnambula’ para el siglo XXI

El tenor y ahora director mexicano Rolando Villazón transforma Bellini en el Met con una visión fresca y osada que desafía los convencionalismos

Un tenor con visión: del escenario a la dirección

Rolando Villazón no es un nombre ajeno en el mundo de la ópera. Con una carrera que despegó hace más de 25 años, este tenor mexicano ha conquistado los grandes escenarios del mundo, desde Salzburgo hasta Nueva York. Pero en 2024, su presencia en el Metropolitan Opera de Nueva York sorprende no por su voz, sino por su ojo artístico: Villazón debuta como director de escena con una innovadora producción de La Sonnambula de Vincenzo Bellini. La metamorfosis de cantante a director de ópera no ha sido un camino improvisado. Villazón comenzó a imaginarse en este rol hace casi dos décadas, mientras interpretaba Werther de Massenet en Niza. “Este último acto es muy difícil. Se ha disparado y canta por 40 minutos. ¿Qué haría yo si lo dirigiera?”, se preguntó en aquel entonces. Esa reflexión sembró una semilla que ahora florece con fuerza.

Una carrera forjada en los grandes teatros

Nacido y criado en Ciudad de México, Villazón ganó el prestigioso concurso Operalia de Plácido Domingo en 1999. Ese mismo año debutó en Europa con Manon de Massenet en Génova. En 2003 llegó su debut en el Metropolitan con La Traviata, y en 2005, su actuación como Alfredo frente a Anna Netrebko en el Festival de Salzburgo lo llevó al estrellato. Sin embargo, no todo fue fácil. En 2007 comenzaron los problemas vocales, con una cirugía de cuerdas vocales en 2009 y otra en 2018 para tratar el reflujo ácido. Experiencias difíciles que lo alejaron momentáneamente del canto y lo acercaron aun más a la escritura (lanzó su primera novela durante ese tiempo) y la dirección.

Un debut escénico en el Met con sello propio

Este abril, el icónico teatro Met en Nueva York abre sus puertas a una versión inusualmente moderna y simbólica de La Sonnambula. Esta ópera belcantista, famosa por sus exigencias vocales, generalmente es tratada con una narrativa romántica tradicional. Villazón, sin embargo, desafía el relato convencional. En su versión, ambientada en una gélida aldea alpina perpetuamente nevada, se proyectan escenas y atmósferas que acentúan el aislamiento y el control social. La escenografía, que utiliza una única estructura sobre la que se proyectan imágenes cambiantes, fue introducida en 2021 en el Théâtre des Champs-Elysées de París, y ha pasado por Niza y Dresde antes de su aterrizaje en Nueva York.

Una mujer que ya no pide permiso

El punto más destacable de esta producción es la decisión de Villazón de rechazar el tradicional final feliz. En lugar de una Amina que se reconcilia con su prometido Elvino, Villazón entrega una heroína empoderada, que elige romper el vínculo cuando descubre que no puede ser ella misma dentro de esa relación. “Ella le devuelve el anillo y se va, persiguiendo su propio destino”, explica el director. El cambio no es accidental: Villazón pretende reflejar la lucha de las mujeres por la autonomía dentro de estructuras sociales restrictivas. La soprano Nadine Sierra, en el rol de Amina, celebra esta reinterpretación. “Queremos hacer a nuestros personajes tan creíbles como sea humanamente posible”, dice. Y añade sobre Villazón: “Él entiende nuestras luchas en escena porque él estuvo ahí. Nos dirige con empatía y conocimiento”.

Rompiendo con la tradición: un enfoque contemporáneo

Villazón incorpora símbolos modernos que contrastan con el entorno cerrado de la aldea: un globo terráqueo, un periódico, un telescopio... todos obsequios del conde Rodolfo a Amina, insinuando su deseo de conocer el mundo más allá del suyo. Las “visiones” que alucinaba la protagonista se reducen de tres figuras danzantes a una sola, intensificando la abstracta tensión emocional del drama. Además, el propio proceso de dirección fue diferente. Según Peter Gelb, gerente general del Met Opera, Villazón fue “el director más presente sobre el escenario con los cantantes que haya visto”. En lugar de controlar desde lejos, Villazón ensayaba codo a codo, absorbiendo emociones en cada acción.

Una carrera paralela: entre el canto y la dirección

Villazón debutó en dirección en 2011 con Werther, su primer libreto imaginado, gracias al apoyo del director Serge Dorny en Lyon. Le siguió una prolífica trayectoria: L’Elisir d’Amore de Donizetti en Baden-Baden; La Traviata, Don Pasquale, Die Fledermaus, Platée, I Puritani y Il Barbiere di Siviglia. También tiene en agenda nuevas producciones de La flauta mágica de Mozart y L’Italiana in Algeri de Rossini. Su transición como director no solo ha sido exitosa, sino elogiada. El tenor español Xabier Anduaga, quien interpreta a Elvino, reconoce: “Villazón sabe lo importante que es no forzar movimientos físicos para preservar la calidad del canto. Él prioriza la música y eso es invaluable.”

Villazón y su visión social: arte como espejo de comunidad

El enfoque que adopta Villazón es artístico, pero también político. “La comunidad en La Sonnambula es patriarcal, religiosa y cerrada. Amina es una mujer adoptada, diferente, a quien se le imponen reglas”, explica. “Ella busca algo más, una libertad que ese entorno no le ofrecerá jamás”. Esta visión hace eco en la actualidad, tanto en el mundo de la ópera como fuera de él. Villazón logra con este montaje algo que solo grandes artistas consiguen: tomar una obra centenaria y volverla urgente.

Un artista integral: sensibilidad, técnica y humanidad

Más allá del talento musical, Villazón ha acumulado aprendizajes a lo largo de su carrera. Uno de sus mentores en dirección, Richard Jones, le dejó una lección clave: “Si pides algo tres veces y no lo hacen, es porque no pueden o no saben cómo hacerlo. ¡Sigue adelante y busca otra solución!”. Con esa filosofía, Villazón se ha convertido en un líder en escena de respeto, capaz tanto de guiar como de inspirar. Su debut en el Met como director parece ser apenas el comienzo de una nueva y fascinante etapa. Con La Sonnambula, Villazón no solo revive una obra maestra belcantista: la reescribe, la resignifica y la sube al altar de las grandes producciones transformadoras del siglo XXI.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press